Las publicaciones periódicas de carácter científico, habían aparecido en Europa en el siglo XVII, pero siempre habían tenido un carácter mixto y frecuentemente se mezclaban los artículos de carácter científico, con otros teológicos o filosóficos, como el Acta Eruditorum de 1665, publicada en latín en Leipzig, actual Alemania. Otro ejemplo es el Journal des sçavans, publicada en Paris en 1685, en donde tanto aparecían artículos científicos como informes legales e incluso obituarios de personas famosas. En ambos casos la edición no era muy cuidada y en el fondo no dejaban de ser panfletos de una decena de páginas.
En España, la primera publicación científica fue en Sevilla (1772) y su carácter fue sobre temas médicos. Con el título de “Memorias académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla”, su edición se prolongó hasta 1789. El siguiente ejemplo del que tenemos registro fue el “Anales del Real Laboratorio de Química en Segovia” en 1791. Posteriormente en 1797, el abate Juan Antonio Melón, publicó en Madrid el “Semanario de Agricultura y Artes”, que estaba dirigido a los párrocos rurales, para que a su vez instruyeran a los agricultores sin estudios.
Podemos encontrar otros ejemplos, pero la tónica general fue la publicación de artículos técnicos y dirigidos a un amplio público y siempre con un aspecto práctico, muy lejos de los engolados artículos alemanes, redactados en latín y dirigidos a selectos lectores.
Los “Anales de Historia Natural”, cuyo primer número fue publicado en octubre de 1799, estaba firmado por cuatro científicos, pero entre ellos destaca Antonio José de Cavanilles Palop, un sacerdote que nació en Valencia, pero que llevado por su espíritu lleno de curiosidad viajó por media Europa. El formato de la revista no se parecía en nada a lo hecho hasta ahora. Los números contenían alrededor de 100 páginas, llegando en algunas ocasión a los 150, y contenía ilustraciones a doble página de cuidada factura. En los cuatro años que duraron su publicación los temas tratados fueron siempre en el ámbito de la botánica, zoología, mineralogía con algunos sobre medicina, astronomía, hidrografía e historia de la ciencia.
“Anales de Historia Natural”», forma parte de las publicaciones que a finales del siglo XVIII y principios del XIX, fueron esenciales para dar a conocer los trabajos científicos que se hicieron en España. No fue un caso aislado y además al tener un amplio ámbito de lectores que podían leer sus páginas, contribuyeron a la difusión de los conceptos científicos y técnicos en capas de la población que de otra forma les resultaría inaccesible.
Antonio José Cavanilles, fue el verdadero animador del proyecto. Su biografía es un ejemplo que desmiente la cantidad falacias que se han dicho sobre la Iglesia Católica y España. Fue sacerdote y se dedicó a la enseñanza. Obtuvo sus títulos oficiales en la Universidad de Valencia pero, enviado a París como parte del equipo que se dedicaba a la formación del Duque del Infantado, entró en contactos con científicos franceses que despertaron en él la pasión por la botánica. Ella fue su compañera científica durante el resto de su vida y que le llevó a realizar viajes sistemáticos por toda España para describir sus especies y aconsejar sobre las explotaciones agrarias.
Fue nombrado director del Real Jardín Botánico de Madrid y reorganizó por completo la institución, sistematizando y acrecentando sus herbarios, colecciones de plantas vivas, semilleros y biblioteca, gracias a sus contactos internacionales como von Humboltd, Willdenow o Bonpland, consiguiendo que el centro adquiriera gran relevancia en la escena científica europea.
Resumiendo. Una publicación y un personaje que niegan la creencia general de que la España de finales del siglo XVIII estaba en plena decadencia científica.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Jos%C3%A9_de_Cavanilles
https://www.larramendi.es/vcilustrados/i18n/consulta_aut/registro.do?id=3218https://dbe.rah.es/biografias/11841/antonio-jose-cavanilles-palop