LAS HEROÍNAS DEL DOS DE MAYO

Si te gusta, compártelo:

El Levantamiento del 2 de mayo de 1808​ es el nombre por el que se conocen los hechos acontecidos esa fecha en la ciudad de Madrid contra la invasión francesa de España, cuya protesta fue reprimida por las fuerzas napoleónicas presentes en la ciudad, por las tropas de Joachim Murat, con un ejército de 30.000 hombres. Como consecuencia de esta represión acaeció que, por todo el país, se extendió una ola de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la guerra de la Independencia española, una cruenta guerra de seis años por toda España.

EL CONFLICTO

Joachim Murat

Todo empezó cuando, de repente, desde una balconada del palacio empezaron a salir gritos: “¡Se llevan a los infantes, se llevan a la familia real, pueblo de Madrid no lo permitáis!”. En un instante la explanada se llenó de madrileños cada vez más hostiles. El plan de Murat de sacar al resto de la familia real del Palacio y llevarla a Bayona, para evitar así cualquier conato de reivindicación sobre el trono español que ya poseía el francés José I, estaba funcionando como él deseaba.

Pero alguien de palacio deseaba calmar las aguas y se decidió que saliera el infante Francisco de Paula, el menor de los hijos de Carlos IV y María Luisa, único miembro de la familia real que quedaba, a uno de los balcones y tranquilizara a la población.

infante Francisco de Paula

El pobre niño, enfermo como estaba, no pudo apenas argumentar palabra antes de caer al suelo y ser arrastrado de nuevo al interior por dos franceses. Comenzó entonces en la plaza de Oriente una revuelta para impedirlo, un grupo de madrileños comenzó a atacar a un coracero francés a caballo que atravesaba la plaza. La mecha ya había prendido, y los españoles atacaban con armas improvisadas, con lo poco que tenían (palos, piedras, picos…) a cada francés que tenían cerca.

El levantamiento había sido repelido en la explanada de palacio, pero esto no había hecho más que comenzar, ya que rápidamente se extendió por toda la ciudad una sola orden popular:¡A las armas contra los gabachos! La revuelta fue acallada a cañonazo limpio. Indignado, el pueblo pasó a combatir con todo tipo de armas sin que las tropas españolas le apoyaran. Solamente el Parque de Artillería de Monteleón, con los capitanes Daoiz y Velarde al frente, se unió a la lucha de los paisanos.

Luis Daoíz y Pedro Velarde

Todo le decía a Luis Daoíz que no debía unirse a la rebelión: las órdenes de sus superiores, el peligro de un pueblo desbandado armado, el cuerpo de soldados franceses que tenía a su lado, la masacre que ya se había llevado a muchos madrileños y que parecía del todo imposible vencer a los ejércitos napoleónicos. Y en principio se negó a luchar. Pero Pedro Velarde le exhortó con palabras parecidas a las siguientes: “¿Es que no tiene usted sangre en las venas? ¿No siente correr la sangre de miles de madrileños por las calles?”. Y momentos después ya estaban nuestros dos héroes, conjurados, tal como aparecen en el monumento que campea la plaza, para luchar hasta la muerte en pos de una victoria inalcanzable. Apenas 150 soldados y algo más de 500 paisanos con escasa formación militar el que más.

El 2 de mayo de 1808 fue uno de los días más trágicos de la historia de Madrid, y que, pese al coraje de sus vecinos, una masacre en la que perecieron a manos del ejército de Napoleón más de 400 madrileños, la inmensa mayoría del pueblo llano, gente de todos los oficios. Las víctimas fueron sobre todo hombres, pero también murieron mujeres que se significaron aquel día en una lucha brutal y desigual. La noche del 3 de mayo de 1808, los franceses fusilaron, en varios puntos de Madrid (paseo del Prado, la Puerta del Sol, la Puerta de Alcalá, el portillo de Recoletos y la montaña del Príncipe Pío), a los patriotas detenidos tras su alzamiento del día anterior contra las tropas francesas.

Fusilamientos del 3 de mayo, Goya

La «revolución» de Madrid determinó el estallido de la guerra contra Napoleón, y la represión del ejército francés al mando de Murat, deteniendo y ejecutando indiscriminadamente a inocentes y culpables, reveló de inmediato a los ojos de todos lo sanguinario y cruel del enfrentamiento, sin cuartel, que había dado comienzo ese día entre españoles y franceses. Francisco de Goya y Cifuentes perpetuó por medio del pincel en el cuadro “Los fusilamientos del 3 de mayo” que tuvieron lugar ese día, hacia las dos de la tarde, las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa, que junto con “La carga de los Mamelucos” (conocidos por su despiadada agresividad), sucedido el 2 de mayo, representan el inicio de la heroica resistencia nacional y el sacrificio de los españoles.

LAS HEROÍNAS

María Pacheco

La historia de España está llena de grandes mujeres que destacaron en un mundo de hombres y que realizaron hazañas extraordinarias y se arriesgaron para defender unos principios por los que luchaban. Desde Isabel la Católica, María Pacheco, María Pita, Inés Suárez, Catalina de Erauso, Agustina de Aragón, Mariana Pineda …, hasta un largo etcétera que podríamos añadir hasta el día de hoy. Muchas nos las ha legado la historia, pero son muchas más las que merecen el título de heroínas, pero pasan desapercibidas entre las mareas del tiempo y entre ellas podemos encontrar las del 2 de mayo.

En 1838, 30 años después de los sucesos, el primer alcalde constitucional de Madrid, Víctor López, reconocía el papel que en la lucha contra las tropas de Napoleón habían desempeñado las mujeres, que fue lo que más sorprendió a los franceses, según reconocieron ellos mismos, la participación de las mujeres en el combate… Entre las innumerables mujeres que perdieron su vida podemos destacar:

CLARA DEL REY CALVO,

A CLARA DEL REY CALVO, que tenía 47 años y había ido al Parque de Artillería a ayudar en la defensa junto a su marido y sus tres hijos. Uno de ellos también resultó muerto, al igual que el marido. Clara fue alcanzada por la metralla cuando colaboraba trayendo munición. A ella y con el pecho al descubierto la esculpió Aniceto Marinas a Clara del Rey en un grupo escultórico en la que se la ve caída a los pies de un cañón. 

Ella no fue la única que perdió la vida entre los cañones. BENITA PASTRANA, de 17 años, también murió en Monteleón, y ÁNGELA FERNÁNDEZ FUERTES resultó herida, pero falleció más tarde en el Hospital General. Además de las ya citadas: BENITA SANDOVAL, de 30 años, fue muerta en la defensa de la Puerta de Toledo. CATALINA GONZÁLEZ ALIAGA, de 38 años, fue herida en la puerta de su casa, que estaba en la calle de Leganitos y falleció a los pocos días. CATALINA PAJARES, de 16 años, fue muerta en el balcón de su casa, calle de Luzón. EZEQUIELA ANTONIA FAYOLA murió en la Puerta del Sol. FELIPA VIVÁLCARO SÁINZ, de 15 años, murió en la Plaza Mayor. FRANCISCA PÉREZ DE PÁRREGA, de 47 años, cayó en la calle de la Montera. ISABEL MONTALVO murió en los Caños del Peral. JUANA RODRÍGUEZ MAESTRO, de 66 años, murió en la calle de San Bernardo. LUCINDA ESCUDERO, de 60 años, murió en la calle del Espejo.

Como se puede ver cayeron mujeres de todas las edades, algunas de ellas probablemente no por participar en la lucha, sino por estar en el sitio equivocado, pero lo normal fue que las víctimas femeninas, muertas o heridas, se involucraran en la rebelión.

En 1891 El Correo Militar relató uno de los episodios protagonizados por mujeres: “Las manolas de los barrios de Toledo y las Vistillas acometieron a los coraceros que venían de Carabanchel, metiéndose entre los escuadrones armados de navajas con las que sajaban el vientre de los caballos que, al caer en tierra, arrastraban a los jinetes, víctimas también del furor de aquellas heroínas. En la calle del Barquillo murió uno de los jefes franceses, mortalmente herido en la cabeza por un tiesto de flores que desde un balcón le arrojaron”.

En la ilustración podemos ver a una mujer armada con una de esas terribles navajas que tanto estrago causaron entre los soldados franceses.

Nunca pudo ser identificada la mujer que tiró la maceta que acabó con la vida del militar francés. Pudiera ser ÁNGELA VILLALPADO, que fue muerta de un balazo en la cabeza cuando estaba asomada a un balcón, pero no es seguro. En todo caso, es fácil que la mujer del tiesto sufriera la represión posterior del general Murat, quien hizo marcar con las bayonetas las casas desde las que se atacaba a los franceses.

Manuela Malasaña

En la relación de fallecidas faltan algunos personajes conocidos como es el caso de las jóvenes CLARA DEL REY CALVO y MARÍA FELIPE COSTE, apodada La Buen pelo, que era una mujer de unos veinte años, alta, regordeta, con un rostro moreno trigueño que animaban dos hermosos ojos negros, el seno alto y robusto, y una abundante cabellera que le había valido el remoquete de, La Buen pelo. Tras tomar parte en refriegas por toda la ciudad batiéndose con bravura con los soldados franceses, la mujer acudió al parque de Monteleón y murió allí junto a un muchacho.


MARÍA FELIPE COSTE, La Buen pelo

En la ilustración vemos una recreación de las dos víctimas en la iglesia de las Maravillas, donde fueron llevadas, junto al párroco que reza un responso por sus almas.

En los relatos de los hechos la ficción y el mito estaban ganando terreno a la realidad de los sucesos ocurridos y eso es lo que parece que pasó con Manuela Malasaña. Se dijo que Manuela habría muerto cuando preparaba los cartuchos que su padre disparaba contra los asaltantes del cuartel de Monteleón. Pero en la relación de víctimas que hicieron los alcaldes de barrio, solo unos días después del Dos de Mayo, se dice que Manuela murió de un balazo, pero que su madre era viuda. Juan Malasaña, padre de Manuela, no estaba, por tanto, en esa relación de víctimas del Dos de Mayo porque ya había muerto.

Malasaña muerta

Para que se vea como en el caso de Malasaña y su hija el mito iba ganando terreno sobre la realidad en mayo de 1926 la revista La Esfera publicó un espectacular grabado reproduciendo un cuadro del pintor Álvarez Dumont en la que se ve a Manuela muerta a los pies de su padre cuando este lucha cuerpo a cuerpo con un coracero francés. La madre de la joven había fallecido en 1815 y su hermana, Marcela Oñoro, hizo presente que entre las víctimas sacrificadas por la ferocidad francesa el memorable día Dos de Mayo fue una su sobrina carnal Manuela Malasaña, de edad de quince años, hija cuya joven, viniendo de bordar fue registrada, y sin más motivo que haberla hallado las tijeras que traía colgadas de una cinta para uso de su ejercicio, la fusilaron bárbaramente los soldados franceses. El general Murat había ordenado matar en el acto a quien se le encontrara cualquier cosa que pudiera servir como arma.

La casualidad fatal se cruzó con Manuela, lo cual no quita nada al mito en que se ha convertido. Aunque no la pintara Goya, podemos imaginarnos la brutal escena. Los soldados disparando a bocajarro sobre una asustada e inocente muchacha huérfana de padre que tenía que trabajar a tan temprana edad para ganarse la vida. La inmensa emoción que se desprende de esta odiosa injusticia justifica por sí sola que la fecha del Dos de Mayo siga arraigada en el recuerdo de los madrileños.

Honor y gloria a las heroínas y a los españoles caídos en el 2 de mayo de 1808.

Jaime Mascaró Munar   

Si te gusta, compártelo:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *