El 30 de enero 1797 fallecía el marino Antonio Barceló y Pont de la Terra en su Mallorca natal. Había nacido el año 1717 en el pueblecito de Galilea, a escasos kilómetros de Calvia, en la isla de Mallorca. Es uno de los tantos ejemplos de superación personal que ha dado España en su larga historia. No se puede decir que naciera de una familia pobre, ya que su padre era capitán de jabeque. Pero sí que se encontraba muy alejado de los circuitos en los que en la época se movían los que pretendían ser oficiales en la Armada Española y de cualquier Armada europea, donde se requería nacer en las clases aristocráticas por los cuatro costados, o sea los cuatro abuelos, y haber cursado estudios en alguna de las Compañías de Guardias Marinas. Nada de eso se daba en Barceló, que no tenía ningún ascendiente aristócrata ni había cursado estudio alguno.
Los jabeques eran barcos de vela ligeros y muy veloces que se utilizaban para hacer el corso, la piratería o para servicios rápidos de comunicación o abastecimiento. Onofre, el padre de Antonio, era el propietario de una de estas embarcaciones y, en su caso, tenía la contratación del transporte del correo entre Mallorca y Barcelona. Era un trayecto plagado de peligros debido a los continuos ataques de todo tipo de corsos y piratas, pero mayormente argelinos. Fue ahí donde Barceló tuvo su particular escuela y donde, empezando por grumete, asumió el mando del jabeque cuando su padre tuvo que abandonar el oficio por enfermedad.
En 1738 recibe el titulo de alférez de fragata, algo totalmente insólito para una persona prácticamente iletrada y perteneciente a las clases bajas. Pero es que el motivo era también insólito, ya que no era nada normal que su jabeque, que en aquel momento trasportaba tropas, pusiera en fuga a dos galeotas argelinas. Su carrera fue una continua lucha contra los piratas berberiscos y contra sus propios compañeros de la Armada, ya que muchos no digerían sus humildes orígenes. A todos ellos hizo frente, acabando su carrera como Teniente General de la Armada.
Se podrían hacer mil películas y escribir cientos de libros de aventuras en base a las acciones en las cuales participó, pero quisiera centrarme en uno de sus aspectos más extraños. Barceló fue el inventor de las lanchas cañoneras. La idea era simple pero hacía falta que un genio la aplicara. La artillería de aquella época tenía poca precisión y la forma normal de utilizarla en el mar, era embarcarla en grandes barcos para soportar el empuje del retroceso. Ello sin embargo tenía un problema: más grande era el barco, más fácil era ser alcanzado por el adversario con un disparo hecho “a bulto”. Su idea fue instalar un solo cañón del máximo calibre posible sobre una chalupa reforzada y blindada. El resultado era un pequeño punto sobre el mar, muy difícil de localizar, pero del que salían proyectiles que provocaban grandes daños en el enemigo.
Los resultados de esta estrategia las tuvieron que sufrir, en primer lugar, los ingleses que intentaban acercarse a nuestras costas, pero dado el éxito conseguido, se emplearon en el bombardeo por dos veces consecutivas de la ciudad de Argel, ciudad que daba cobijo a gran número de piratas berberiscos. Como resultado de las dos acciones, las razias berberiscas contra nuestras costas descendieron drásticamente y puede decirse que fue el inicio de su desaparición.
Como muchos de nuestros compatriotas dignos de admiración, casi nadie conoce quién fue Antonio Barceló. Un inventor destacado, un marino intrépido y una persona íntegra.
(Fuente: Revista de historia naval Año 2007, Año nº 25, Número 97 / https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Barceló)
—
También, el 30 de enero de:
-
- 1500: El navegante Vicente Yáñez Pinzón es el primer europeo que avista la desembocadura del río Amazonas en Brasil.
- 1968: Nace el Rey Felipe.