Se conoce como Guerra del Mixtón la insurrección indígena que tuvo lugar entre los años 1540-1541, como consecuencia de los malos modos aplicados por Nuño de Guzmán, presidente que fue de la Real Audiencia de la Nueva España y gobernador de Pánuco, así como iniciador de la expedición y conquista del territorio que acabaría conociéndose como Nueva Galicia.

            Nuño de Guzmán esclavizó a los indios y dio lugar en la Nueva España a unas actividades que nada tenían que ver con el espíritu que informaba la Conquista, lo que motivó la actuación del obispo Zumárraga en aras de deponerlo de su cargo; algo que sucedería en 1537, pero que no borraba entre los naturales el recuerdo de los malos usos que habían recibido por parte de los españoles; aspecto que tardaría años en ser vencido y daría lugar a las conocidas como guerras chichimecas, de las que la guerra del Mixtón fue el inicio.

            El mal recuerdo de Nuño de Guzmán sobrepujó la actuación de los sucesivos gobernadores Diego de la Torre y Cristóbal de Oñate del territorio neo gallego.

            Si la guerra fue fechada en 1540, no es menos cierto que ya en 1532 se produjeron levantamientos de los naturales de Ahuacatlán, Compostela y Chiametla, tras lo cual huyeron.

            Y a mediados de 1538 se unió a la revuelta Coaxicori, cacique de Xochitepec que levantó las comunidades de Tototlán, Hostotipaquillo y Ahuacatlán, en la sierra de Nayarit, representando este movimiento un claro anuncio de la rebelión del Mixtón, que fue sofocado por el gobernador Diego Pérez de la Torre.

            Aunque en estos enfrentamientos los naturales no tuvieron un mando unificado, destacó como caudillo Francisco Tenamaztle, que desde 1535 organizó la resistencia que si en justicia era contra Nuño de Guzmán, se expresó al fin contra la empresa de conquista de la Nueva España, alcanzando cotas de verdadera alarma en 1540 cuando caxcanes, tecuexes y zacatecos iniciaron la llamada Guerra del Mixtón, llamada así por el nombre del gran peñol que se encuentra en la sierra del sur de Zacatecas, desde donde derrotaron y pusieron en fuga a las tropas que al mando de Miguel de Ibarra habían sido enviadas para proteger Espíritu Santo de la acometida.

            Los primeros triunfos de los sublevados comportaron lo que para las fuerzas del virreinato constituía una actuación incomprensible: fueron martirizados los misioneros fray Antonio de Segovia, fundador del convento franciscano en Tetlán  y fray Francisco de Lorenzo, y se comieron asado al encomendero Juan de Arze.

            La insurrección siguió creciendo en una población sobre la que perduraba el recuerdo de Guzmán, y con él, la animadversión hacia los españoles, lo que hacía de la Nueva Galicia territorio en guerra generalizada donde la ciudad de Compostela quedaba sin comunicación con el resto del virreinato.

            El 9 de abril de 1541 volvería Ibarra con ofrecimiento de paz, que fue despreciado por los alzados, que lo pusieron en fuga, ante cuya situación, Cristóbal de Oñate pidió ayuda urgente al Virrey, que envió en su auxilio a Pedro de Alvarado,

personaje de carácter soberbio que menospreció la opinión del gobernador y atacó con solo sus fuerzas el Peñol de Nochistlán, donde el 24 de junio de 1541 recibió una importante derrota que por circunstancias posteriores acabaría significando su muerte el  4 de julio siguiente.

            La arremetida chichimeca perduró, y Espíritu Santo sufrió en 1542 un terrible ataque de ingente número de guerreros, que no tomaron la ciudad gracias a la entrega de su gobernador, quien al día siguiente planteó el cambio de ubicación de la ciudad que rebautizó como Guadalajara.

            Las condiciones militares del gobernador Oñate eran limitadísimas antes de la llegada de Alvarado y mejoraron muy poco tras su desastroso final.

            Cincuenta jinetes enviados por el virrey venían a reforzar el destacamento de 25 infantes de la ciudad, y con esas fuerzas defendería Guadalajara del asedio a que vio sometida por los insurgentes hasta la llegada del grueso del ejército virreinal que llegaba compuesto por 500 españoles y por 100.000 naturales entre los que se contaban mexicas, xilotepecas, tlaxcaltecas, huexotzincas,  tarascos y chalcas, muchos de los cuales portaban armas españolas.

            Se trataba de un ejército típicamente medieval que arrastraba todo tipo de bastimentos y de ganado, así como gran parte del alimento necesario para mantener a la tropa y a los animales. Todo ello implicaba una especialización en el avituallamiento, pues cada indígena precisaba un kilo de maíz al día, acompañado de frijoles, chile y tamales, lo que comportaba un incremento en carros, que ya se empezaban a construir, y en animales de tiro y carga, y el correspondiente pienso que era necesario para su mantenimiento.

            Fue tomado el peñol de Coyna, y cerca de Xuchipila se libró otra gran batalla contra un peñol en el que los alzados decidieron atrincherarse tras una serie de empalizadas. Era el peñol del Mixtón, base del alzamiento tras la victoria sobre las huestes de Alvarado.

            Nuevamente entró en acción la diplomacia de Miguel Ibarra, que trató de entablar negociaciones con los alzados. No obstante, estos pidieron primero ver al cacique Tenamaztle, que había sido tomado preso.

            Se atendió la demanda, pero las tropas españolas cayeron en una celada en la que fue rescatado el cacique. Inmediatamente dio comienzo la batalla que marcaría el final de la guerra del Mixtón.

            Era el 16 de diciembre de 1541. El resultado de la batalla fue la huida de Tenamaztle y sus tropas. Aunque la mayoría murió en el combate, y Tenamaztle resultó desaparecido.

            Sin embargo, la batalla del Mixtón no fue el fin de la guerra, puesto huído Tenamaztle continuó con la guerra de guerrillas que se alargó hasta 1550 cuando tuvo lugar la Guerra Chichimeca.

Cesáreo Jarabo

BIBLIOGRAFÍA:

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Sandoval Godoy, Luis. EL MAGNÁNIMO CRISTOBAL DE OÑATE. En Internet https://lsgtequila.wordpress.com/indice/el-magnanimo-cristobal-de-onate/ Visita 2-4-2023