PIEDAD DE LA CIERVA, PIONERA DE LA CIENCIA ESPAÑOLA

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Embajada de Noruega, en plena Guerra Civil.

Madrid amanece un día más bajo el rumor de las bombas. De entre los muchos españoles que se encuentran refugiados en la embajada de Noruega, Piedad de la Cierva, una joven de 23 años, acaba de cambiar el rumbo de su vida para siempre sin ni siquiera saberlo.

La murciana acaba de conocer a José María Otero Navascués , un marino al que no solamente le une la desgracia de la guerra y el refugio en la embajada, sino una pasión desbordante por la ciencia, Otero en los Servicios Técnicos Industriales de Artillería de la Armada y Piedad en Instituto Niels Bohr na institución de investigación perteneciente a la Universidad de Copenhague.

Del 36 al 39 estuvimos en una embajada, mis padres y yo. Allí conocí a un marino, que se llamaba Otero Navascués, que también estaba refugiado… en cada piso vivíamos 80 o 90 personas, todos durmiendo en el suelo (Piedad de la Cierva, memorias).

Ellos todavía no lo saben, pero ese inesperado encuentro será el germen de la futura sección de Óptica dentro del Instituto de Física del recién fundado Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 1939, un momento en apariencia inocente pero que será trascendental para cambiar el rumbo de la historia de la ciencia española…

          EL PERSONAJE

Piedad de la Cierva Viudes nació en Murcia el 1 de junio de 1913. Hija de Juan de la Cierva y López, primo hermano del inventor del autogiro Juan de la Cierva, entró con nueve años  en el Instituto General y Técnico de Murcia (hoy IES Alfonso X El Sabio)., demostrando  especial interés en las asignaturas científicas: geometría, aritmética, dibujo técnico y álgebra.

Tras estudiar Químicas durante un año en la facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia (la única mujer matriculada en la institución), Piedad  se mudó a Valencia en el año 1928, donde se alojó en la residencia de las Escolapias hasta que la proclamación de la Segunda República cerró el centro, teniendo que ser acogida por la familia de uno de sus profesores, antiguo maestro en Murcia.

En 1932 se licenció en Ciencias Químicas, recibiendo el Premio Extraordinario de Licenciatura gracias a un trabajo sobre hierros y acero. De allí partió a Madrid para realizar el doctorado en el Instituto Rockefeller, doctorándose en 1935 con su tesis “Factores químicos del azufre y del plomo” bajo la supervisión del científico Julio Palacios.

La llegada con mi padre al Instituto Rockefeller me deslumbró […]. Era el Instituto un gran edificio modernísimo, con instalaciones estupendas para investigar en distintos ramos de Física y Química. Había sido promovido por la Junta de Ampliación de Estudios e instalado con la más completa equipación después de visitar varios grandes Centros de Investigación de Europa.

LA RADIACIÓN

A lo largo de mi vida he ido recorriendo etapas que, cada vez, me llevaban a ambientes más elevados social y culturalmente

Una de los temas científicos que más interesó a Piedad fue la radiación artificial atómica, actividad que le llevó al Instituto Niels Bohr de Copenhague gracias a una beca de la Academia de las Ciencias de la Fundación del Marqués de Cartagena y donde pudo codearse con gente de la talla de George von Hevesy, Irène Juliot-Curie, hija de Marie y Pierre Curie o Lise Meitner, a la que conoció en Berlín.

Se alojó en el Colegio de la Asunción, una experiencia que la murciana recordaba con cariño en sus memoria, especialmente a la madre Hildegarda, quien  se ofreció a darme clases de alemán y charlábamos de vez en cuando, comentando las maravillas de Dios que había inventado y creado los átomos. Años fructíferos personal y profesionalmente, ya que publicó  dos artículos en los Anales de las Sociedades Españolas de Física y Química: “Bifurcación en la transmutación del aluminio por la acción de neutrones rápidos” y “Separación de los hisopos del Bromo”.

Tras pasar un tiempo trabajando en el campo de la radiación, Piedad quiso regresar a España y fundar un centro sobre Física Atómica en el Instituto Rockefeller, pero el estallido de la Guerra Civil le obligó a cambiar de planes: se trasladó a Osuna y se ganó la vida como maestra de Física y Química en un Instituto y como enfermera en el frente, convirtiéndose en interventora tras el final de la contienda hasta que volvió a recuperar su faceta de investigadora.

ÓPTICA

En 1939 se fundó el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), siendo Piedad la única mujer admitida en su primera constitución. Paralelamente, José María Otero Navascués le propuso que participara en el proyecto de creación de una sección de Óptica dentro del Instituto de Física para impulsar la fabricación de instrumentos ópticos para la Marina. compuesto por él mismo, Antonio Santamaría, Alberto Navascués y Armando Durán. Ese grupo formaría el núcleo del futuro Instituto de Óptica Daza de Valdés.

Además de sus tareas en el Instituto de Óptica, fue nombrada Auxiliar de cátedra de la asignatura “Estructura atómico-molecular y Espectroscopia” que se impartía en los cursos de Doctorado, un medio habitual para convertirse en profesor universitario, pero determinadas circunstancias adversas(ocupaba una cátedra vacante por la que percibía una cantidad mínima, el tercio del sueldo anual de lo que ganaba un catedrático y sin reconocimiento oficial) y el desencanto por unas oposiciones a cátedra a las que se presentó en 1941 la llevó a dejar las clases prácticas de la Complutense y centrarse en el Instituto de Óptica y en sus estudios sobre la visión nocturna, prismáticos, el vidrio óptico, los ladrillos refractarios y otras investigaciones científicas enfocadas al uso militar.

Sus avances le valieron los premios  Juan de la Cierva en 1955 y 1966 a gusto y en temas que le interesaban.

EL VIDRIO ÓPTICO

En 1945 se creó el Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada (LTIEMA), dedicado a la investigación del vidrio óptico, un  laboratorio de investigación y desarrollo, cubriendo actividades desde la ciencia aplicada hasta el desarrollo del prototipo (Pérez Fernández-Turégano).

          Por aquel entonces , Piedad de la Cierva trabajaba como Personal Técnico Civil de la Marina y se encargaba de las sesiones prácticas de química a los alumnos de la Escuela de Ingenieros Navales, aunque lo que realmente la absorbía era el trabajo sobre las láminas antirreflectoras que recubrían la superficie de las lentes y los prismas, permitiendo así la visión nocturna.

Los resultados llegaron en 1946, cuando pudo aplicarse el procedimiento a los prismáticos que se fabricaban en el LTIEMA. De la Cierva presentó una Memoria a la Academia de las Ciencias en 1946, lo que le supuso ganar el Primer Premio de la Academia de Ciencias para trabajos de investigación, siendo así la primera mujer que recibía un reconocimiento de este grado.

          Uno de los grandes proyectos del LTIEMA fue el vidrio óptico, un material que se producía aún en pocos lugares del mundo. Otero Navascués encomendó esta tarea a Piedad de la Cierva, enviándola a Estados Unidos en 1948. Allí trabajó en el National Bureau of Standards en Washington y visitó diversos lugares de interés, como la Facultad de Ingeniería de Vidrio de la Universidad de Toledo (Ohio), la Libby Owens, especializada en la fabricación del vidrio irrompible, la Bausch and Jomb Optical o la Kodak en Rochester (Nueva York).

Tras la segunda guerra mundial la fabricación de vidrio óptico había adquirido gran importancia para los Estados. Era una fabricación costosa y compleja, de interés militar; la óptica fue una pieza importante en gran parte del armamento, que precisó de un fuerte apoyo político. El vidrio óptico se convirtió a partir de entonces en una materia prima fundamental pues fueron muchas las actividades científicas e industriales donde se previó usarlo (Ana Romero de Pablos)

          Una vez de regreso a España, la murciana se puso a trabajar en la fabricación del vidrio, tipificando primero las materias primas a emplear, construyendo  hornos y formando un equipo.

La primera fabricación de vidrio óptico fue en 1954, presentándose una Memoria con el título “Ensayos de fabricación de vidrio óptico”.

El prestigio de De la Cierva y sus colaboradores trascendió pronto las fronteras: recibían peticiones de separatas de sus artículos desde la fábrica de Bausch and Lomb y del Instituto del Vidrio de París, e 1956 visitó las instalaciones del LTIEMA Heindl de Wash, quien no solo elogió sus trabajos sobre arcillas y vidrios, sino que le pidió que publicase los resultados de sus ensayos en revistas de Estados Unidos. Además, Piedad empezó también a colaborar en el Instituto del Vidrio de La Granja ayudando en la selección de materias primas.

          En ese año Otero Navascués dejó la dirección del LTIEMA y los nuevos directores cambiaron de criterio en relación con el vidrio óptico. Dada la falta de interés, Piedad comenzó a interesarse por otros temas de investigación, como las superficies pulidas del vidrio y la capacidad aislante de la cascarilla de arroz.

El examen microscópico de las cenizas de cascarilla daba una imagen preciosa: unas cedillas huecas de sílice casi pura proporcionaban un material ideal como refractario y como aislante. A mí me asombraban mis observaciones y me divertía considerar una vez más de las maravillas de la creación: en medio del campo cubierto de agua, donde se cultiva al arroz, aquellas ramitas endebles chupan del suelo la sílice, que se va colocando ordenadamente, mezclada con la parte vegetal, que primero es verde y luego leñosa. Así se va formando la cascarilla alrededor de cada granito de arroz, blanco y arenoso.

          Los cambios de orientación por parte del equipo directivo del centro convirtió el trabajo de Piedad de la Cierva en algo rutinario y con poca capacidad para desarrollar líneas de investigación. Eso, unido al fallecimiento de uno de sus hermanos en 1969 y el agravamiento de la enfermedad de su madre, le llevaron a plantearse la jubilación anticipada, a los 63 años.

Así, el 1 de marzo de 1976, tras 35 años en el LTIEMA, iniciaba su jubilación una mujer que rompió muchos techos de cristal en varios campos de las ciencias químicas.

ÚLTIMOS AÑOS

Muchas veces me he preguntado cómo se producen en nosotros las ideas, los pensamientos. Ya sé que el Espíritu Santo dirige nuestros pensamientos y acciones y Él me encomiendo con frecuencia. Pero no he visto nunca la relación entre el alma humana –el entendimiento, la voluntad, la memoria- y el funcionamiento del cuerpo, concretamente del cerebro. No sé si es problema de Psicología, de Fisiología… Desde hace algún tiempo noto que me falla la memoria: se me olvidan los nombres de personas muy conocidas; se me olvida lo que tengo que hacer o donde he guardado un papel. El médico dice que es falta de riego cerebral; un proceso de envejecimiento normal…Dicen que los ordenadores, ese invento nuevo que ya sobrepasa mi capacidad de aprender, funcionan de un modo parecido a la memoria… No sé cómo funcionan los ordenadores. Los científicos de hoy los han inventado y los fabrican. Y yo sigo con la curiosidad de saber cómo funcionan esas neuronas, de las que no conozco más que el nombre, y que son capaces de producir y almacenar vivencias de ochenta años.

          Piedad de la Cierva falleció en Madrid el 31 de diciembre de 2007 sin demasiada trascendencia pública, obviando la trascendencia de un trabajo que le hacen merecer el título de pionera en las ciencias.

Ricardo Aller

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