El eje Veracruz-México-Acapulco

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Es el complemento de la ruta que, iniciada en Cádiz con la carrera de Indias terminaba en Filipinas con el Galeón de Manila.

Con el mismo se completaba un mercado mundial que en sus dos extremos, Manila y Cádiz, contaba con medios de distribución que le permitían suministrar a toda Europa por Oriente y hasta la India por Occidente los productos que en cada uno de esos lugares resultaban exóticos.

En esa labor tenía especial función el Virreinato de la Nueva España con su servicio de caminos: el de Veracruz-México, el de México-Acapulco y el de la Plata a Tierra Adentro. A su vez conectaban con otras vías, como la que conducía a Guatemala o, vía marítima, con el Perú.

El eje Veracruz-México-Acapulco es el que completaba la relación Cádiz-Manila, su desarrollo fue dinamizado especialmente por el Consulado de la Ciudad de México, que centralizaba la distribución de las mercaderías, y con el mismo se conectaban puntos como los Países Bajos y Filipinas, todos parte del Imperio.

Para el desarrollo de estas vías, se utilizaron las preexistentes; las mismas que utilizaban los mexicas para el suministro de Tenochtitlan, siendo que el de Veracruz-México, con una extensión de 412 kilómetros, conocido como el Camino de las Ventas, fue creado el año 1522 y construido por Álvaro López. También ese año fue construida la primera venta en Atlangatepec, donde se efectuaba el cambio de monturas de los viajeros.

Todo ello comportó un auge social y económico importante; se crearon mercados que acabaron comportando la creación de ciudades y el desarrollo agrícola e industrial.

La ruta, ya de antiguo, bajo los mexicas, contaba con algunas variantes y con casetas, unos y otros, con mantenimiento que se llevaba a efecto después de la época de lluvias.

Parada importante del camino es la villa de Xalapa, donde el virrey Juan de Acuña inauguró una importante feria comercial de comercio transatlántico mediante Real Orden de 2 de abril 1728.         

Cruz Verde, Las Vigas, Sierra de Agua, Perote, estaban en la ruta de la calzada, y acogían diversos servicios públicos; así, en Perote fue construido  el hospital de Nuestra Señora de Belén.

Por su parte, el Camino de México-Taxco-Acapulco, con una extensión de 408 km, se desarrolló al compás la relación con Filipinas y fue continuación natural del de Veracruz, con el que conformaría el eje terrestre del comercio global.

Entre 1562 y 1566 el camino de Veracruz,  que para ese momento tenía dos ramales: el que pasaba por Puebla y el que nos ocupa, que discurre por Perote, se ensancha y acondiciona a los nuevos medios de transporte, desarrollándose multitud de puesto de trabajo, entre otros, el de los carreteros.

Pero alrededor del camino surgieron otras cuestiones, como la creación de ciudades, consecuencia no sólo del mercado generado por el camino, sino por el desarrollo de la agricultura, la ganadería, las confecciones textiles o la industria de la cochinilla, tinte natural muy apreciado en toda Europa.

¿Y qué mercaderías circulaban por ese circuito? Productos novohispanos como la  cochinilla, plata que era demandada tanto en Europa como en China, seda, especias, semillas, abalorios, todo tipo de animales y todo tipo de mercaderías, herramientas, porcelana, clavo, vinos, telas, arados… o el celebérrimo mantón de Manila.

El eje Veracruz-México-Acapulco agilizó el comercio mundial, siendo de especial significación en Sevilla, Canarias y Cartagena de Indias, y agilizó el tránsito de personas, dando un extraordinario vigor a los intercambios comerciales, sociales y culturales a lo largo de todo el ámbito de influencia del circuito (desde China hasta Rusia). Y todo gestionado desde México, que se convirtió en el centro comercial del Imperio, con estructuras urbanas que la convirtieron en la primera ciudad de la monarquía hispánica.

Cesáreo Jarabo

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