II. ISABEL LA CATÓLICA Y LA REFORMA HISPÁNICA DE LA IGLESIA

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Isabel y sus consejeros y confesores

«Primeramente, que la Iglesia nunca stuvo en tal perdición, ni tan mal regida y governada como agora está, e que todas las rentas eclesiásticas que avían de servir a los pobres y obras pías, las gastan los clérigos en cosas profanas. Item, que al fin sobredicho se fazen todas las cosas con simonías y por intereses, y que el servicio de Dios y la honestidad de la Iglesia se pierden del todo, de manera que no ay memoria de temor de Dios ni de virtud ni de obras de alguna de aquella

                                                         Ysabel y Fernando

                                 (Carta a sus embajadores de Roma 13/12/1488)

   A lo largo de la historia de España, han ido surgiendo personajes históricos que sin duda han tenido una serie de actitudes y facetas que han dejado una huella indiscutible en nuestra nación y, en este caso, una repercusión mundial; estamos hablando de Isabel la Católica, una mujer que, con múltiples facetas y cualidades,  sus decisiones y actitudes proporcionaron a su reinado, a España y al mundo unos acontecimientos que cambiarían radicalmente la historia mundial en el plano, político, social, económico y religioso. Vamos a hablar en concreto del plano religioso.

   Isabel, nacida el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres (Ávila), era una persona de vida muy austera y profundamente creyente, su pertenencia a la Venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco – hoy Orden Franciscana Secular –  no sería algo secundario en ella sino fundamental a la hora de tomar decisiones como fue emprender la reforma de una Iglesia que, en particular en España, se había “relajado” de sus orígenes evangélicos. Para ello contó con personas como Fray Hernando de Talavera, fraile Jerónimo que fue consejero y confesor de Isabel; el Cardenal Mendoza consejero y el Cardenal Cisneros consejero y confesor.

   La Reforma que Isabel la Católica acometió en la Iglesia en su reinado, se basa en los siguientes pilares fundamentales:

1º La Comunión con Roma.

2º La implicación de la Iglesia en la Reforma.

3º La reforma del clero secular.

4º Reforma del Episcopado.

5º Las Órdenes Religiosas.

6º La Cultura.

Alfonso Carrillo de Acuña

  La futura reina Isabel la Católica, persona profundamente creyente, ya desde su juventud, era consciente que la Iglesia en el Reino de Castilla necesitaba de una profunda reforma, que reorientara, regenerara y volviera a la observancia del origen de las Reglas y Constituciones en el caso de las órdenes religiosas. Asi como de los orígenes de la Iglesia ante la situación de corrupción donde, por ejemplo,  los obispos eran poderosos señores feudales con ejército, totalmente alejados de lo que era su principal Ministerio, ser pastores de la Iglesia. El ejemplo más significativo lo tenemos en el Arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña: su objetivo principal, la Evangelización, había sido desplazado por los privilegios, enfrentamientos políticos, ambición de poder, etc; es decir por intereses seculares y temporales.

   A comienzos del Siglo XIII se dan dos importantes movimientos en la Iglesia del Reino de Castilla pero que se pueden trasladar a los demás reinos de Europa. El primero es ciertamente una serie de movimientos reformistas ante la crisis espiritual y moral que sufre la iglesia de Europa, pero que algunos de ellos desembocan en la herejía o en enfrentamientos contra el clero. Los movimientos más destacables son los seguidores de Fray Joaquín de Fiore o joaquinistas en el Siglo XIII, los Fraticelli en los Siglos XIV y XV; la Hermandad del Libre Espíritu del Siglo XIV, las herejías encabezadas por John Wyclif en Inglaterra, Jan Hus en Bohemia y el movimiento característico del Reino de Castilla como fue el de los herejes  de Durango de mediados del Siglo XV.

  El otro movimiento surge a partir del Siglo XIII, cuando miembros de la alta y mediana nobleza tomaron posesión de las sedes episcopales, donde su actitud en la intromisión de la elección de las sedes episcopales supuso tensiones con el Papado y con la monarquía.

Fray Hernando de Talavera

   Esta es la situación político-religiosa que encontró la infanta Isabel de Castilla al ser coronada Reina de Castilla en el 13 de diciembre de 1474 en Segovia; en lo que a lo religioso se refiere, había un clamor universal de necesidad de reformar la Iglesia. Para esta importante reforma que la Reina Isabel la Católica quiso acometer en la Iglesia contó con los tres fundamentales consejeros mencionados anteriormente, que ejercieron funciones de consejo, ademas de ser todos ellos confesores de la reina.

  Reforma del clero secular: La situación del clero secular era bastante compleja y de unas deficiencias más que evidentes como una profunda ignorancia de los sacerdotes y una formación muy modesta, incluyendo los principios básicos de la teología, olvidaban sus propias obligaciones pastorales, desconocían el latín fundamental para los estudios y conocimiento de las ciencias eclesiásticas; hechos que impedían unas celebraciones litúrgicas dignas y una ausencia de formación religiosa básica entre los fieles, a lo que se añadía un abandono de las obligaciones pastorales y unas prácticas inmorales como el concubinato, incumpliendo así el celibato; donde también se daban situaciones muy comunes de juego y exceso de bebida en las tabernas donde tampoco faltaban escenas de violencia.

   La reina Isabel fue consciente que la reforma de la Iglesia sería incompleta si no reformaba al clero secular, había que darle un enfoque pastoral nuevo. Para ello el Cardenal Cisneros, en común acuerdo con la reina, estableció dos medios de solución como fueron los Sínodos y los Colegios; así se establecieron una serie de Constituciones, como la obligación anual de la celebración de un Sínodo Diocesano y el deber de los sacerdotes de tener un confesor con el que confesarse, además de vivir en el lugar donde realizaba su actividad pastoral. Los sacerdotes que no cumplieran con este deber serían castigados. También se estableció que cada párroco, bajo pena de dos reales, debía explicar la doctrina cristiana a los niños y cada domingo a los fieles explicarles el evangelio. Así mismo, la Eucaristía debía de ser amada y adorada con gran fervor, al igual que ningún sacerdote tenía la autoridad de suspender la celebración de la Eucaristía. Otra decisión innovadora es la realización de unos registros de bautizados y de los que incumplían con el precepto Pascual.

    El otro medio para reformar al clero secular fueron Los Colegios, esto venía a llenar un vacío cultural-religioso trascendental en lo que es la realización de una pastoral efectiva por clero, formado y dotado de estudios generales, donde se beneficiaría al clero más capacitado culturalmente y espiritualmente. Esta sería una solución pionera en lo que tras el Concilio de Trento 1545-1563 serían los Seminarios Conciliares. Los esfuerzos por la reforma de este clero también tuvieron como importante realidad el impulso de las Universidades.

   La Reforma del Episcopado: Una de las reformas que la Reina Isabel tenía como objetivo, para emprender una renovación fundamental, fue la del Episcopado. Cuando la princesa Isabel fue coronada reina de Castilla, el 13 de diciembre del 1474 en Segovia, la situación que se encontró en el episcopado era de una gran corrupción, en el cual, gran parte estaba formado por prelados de la alta y mediana nobleza, que pugnaban por privilegios y motivos seculares de poder y guerras civiles de intereses, poseedores como eran de su propio ejército. La reina Isabel desde muy joven contemplaba la necesidad imperiosa de reformar el episcopado y que, principalmente, con el Cardenal Cisneros encontró un fiel aliado para llevar a cabo esta reforma; aunque ya Fray Hernando de Talavera representó el ideal que la soberana concebía de cómo debía ser un auténtico pastor, abierto a la nueva concepción humanista cristiana que iba dejando atrás al feudalismo.

Cardenal Pedro de Mendoza

    Los pilares fundamentales que tenían que cumplir los nuevos prelados eran; ser miembros del reino; para estos nombramientos estaban excluídos los miembros de la alta y mediana nobleza o los de familias importantes, al desconfiar la reina Isabel de sus virtudes morales e intelectuales; tenían que llevar una vida virtuosa y ejemplar; tenían que ser personas de una gran formación intelectual y de gran erudición; igualmente tenían que dedicar su vida en cuerpo y alma al servicio pastoral. Hay que tener en cuenta que la situación en ciertas diócesis era bastante dolorosa y de una falta de asistencia espiritual, necesitadas de soluciones contundentes. La Diócesis de Valencia se encontraba sin obispo hacía 30 años; la Diócesis de Salamanca y Barcelona, también se encontraban hacía años con la sede episcopal vacante. La reforma que la reina Isabel pretendió, en concreto, era que los prelados tenían que provenir de una formación universitaria y alejados de las armas e igualmente estar en consonancia con las ideas del humanismo cristiano renacentista; por tanto, los obispos tenían que regir, predicar y santificar, publicar textos propios y editar los clásicos y litúrgicos.

  La elección de prelados por parte de la corona no estuvo exenta de tensiones con los poderes oligarcas de los nobles y con Roma.

   Uno de los objetivos a destacar, señalados por la reforma, era que los prelados tenían que ser vasallos del reino de Castilla; no solamente era que viviesen en las Diócesis que presidían para dirigir la Pastoral, sino que así evitaban que grandes sumas de dinero saliesen del Reino para, por ejemplo, el disfrute de los miembros de la curia romana.

  La Reforma de las Órdenes religiosas: La situación en la que vivían los monasterios masculinos, asi como los benedictinos, cistercienses, premostratenses era muy parecida a la del episcopado; un status feudal con una dotación de un gran poder. Tal era la situación que la Reina Isabel tuvo que aplicar los mismos criterios a los abades que a los obispos; ser naturales del reino de Castilla, de clase media, célibes, cultos y virtuosos. Otra de las soluciones efectivas fue imponer un cargo trienal o bienal para evitar mandos perpetuos y vitalicios en los abades. Estas normas se aplicaron con más contundencia para los abades en estado laical o legos, es decir, personas no eclesiásticas que trataban al monasterio como parte de su patrimonio, donde se colocaba a un monje para la pastoral.

   Otra reforma aportada por la reina y que significó una gran efectividad, fue suprimir el auto gobierno autárquico de los monasterios, unificándolos en congregaciones donde estaba gobernados por un abad mayor, a cuya solución se unieron bastantes monasterios.

Fernando el Católico

   La reforma de las Órdenes mendicantes que comprendían dominicos, agustinos, franciscanos y carmelitas, fue en donde la reina Isabel tuvo un gran interés por aplicar la Observancia, es decir, volver al rigor del cumplimiento de las reglas y constituciones originales por las que habían sido fundadas. La Observancia se fue consolidando principalmente entre los Dominicos y Franciscanos, no sin tensiones internas principalmente en los franciscanos; la Observancia pudo salir adelante gracias al firme apoyo de la Reina Isabel. La inspiración inicial de este tipo de reforma fue aportado a la reina por su consejero y confesor Fray Hernando de Talavera y después ejecutado eficientemente por el Cardenal Cisneros. No obstante, a la hora de emprender la reforma, la reina Isabel y el rey Fernando tuvieron divergencias en su aplicación. En el reino de Aragón, Fernando aplicó la reforma de una forma jerarquizada, poniendo a un Observante al frente de la Orden, para que guardase la unidad y aplicase la reforma; en cambio la Reina Isabel y Cisneros aplicaron la reforma imponiéndola con contundencia con independencia del Ministro General de la Orden.

  La reforma de los monasterios femeninos: La situación de los monasterios femeninos no era ajena al estado de decadencia de los monasterios y conventos masculinos. Ante tal situación, principalmente la preocupación y el interés de la Reina Isabel por aplicar la reforma consiguió del Papa Alejandro VI un “Exposuerunt nobis” el 27 de Marzo del 1493, para nombrar prelados y religiosos reformadores que visitasen todas las casas de sus reinos reformándolos “in capite et in membris”.

   Los reformadores observantes enviados por la reina y Cisneros llevaban una serie de instrucciones donde los pilares básicos de la reforma eran los siguientes:

    1º Encerramiento o clausura total de las religiosas.

    2º Observancia de los tres votos.

    3º Vida común de perfección sin distinción de clases.

    4º Cuidado de las religiosas en la enfermería común.

    5º Fomento de la vida espiritual con la oración, la lectura espiritual, el       silencio y el estudio.

    6º Trabajo en común, los ingresos económicos para una caja común.

   Uno de los frutos del interés reformador de la Iglesia por parte de la reina Isabel es la fundación de la Orden de las Franciscanas Concepcionistas fundada por Santa Beatriz de Silva, especialmente protegida y apoyada por la reina.

Santa Beatriz de Silva

    La reforma de la iglesia bajo la iniciativa y el apoyo de la Reina Isabel en sus colaboradores, diò frutos cuantiosos, que trascendieron hasta los reinos de Castilla y Aragón. Se pueden sintetizar en los siguientes frutos:

  1º La Iglesia en la España de los reyes Católicos se puso en la vanguardia espiritual de los reinos cristianos de Europa.

  2º El descubrimiento de América conllevó una misión evangelizadora muy efectiva del Nuevo Mundo, frutos que perduran hasta ahora.

  3º El cisma de Lutero apenas tuvo influencia en España debido a esta reforma.

  4º La reforma de la Iglesia en Castilla y Aragón se adelantó casí en un siglo a la reforma del Concilio de Trento.

  5º La Iglesia española tuvo un papel fundamental en el Concilio de Trento donde grandes teólogos españoles aportaron una gran influencia intelectual y espiritual al Concilio.

    6º La reforma favoreció la aparición de la Orden de los Jesuitas, la reforma del Carmelo por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús o la reforma Franciscana de San Pedro de Alcántara y un sin fin de frutos espirituales y culturales que perduran y que enriquecen a la Iglesia y a la sociedad.

   Manuel López Gómez

Orden Franciscana Seglar

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