EL DESCUBRIMIENTO. Las impresiones y mentiras de Colón en su primer viaje.

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Debemos tener en cuenta que, lo que conocemos por Diarios de navegación de Cristóbal Colón, son unas cartas elaboradas para su remisión a los Reyes de España, con el objeto de dar cuenta de sus descubrimientos. De esas cartas, se conservaron algunas copias, no todas completas. El verdadero diario de navegación de todo marino entonces, y posteriormente durante mucho tiempo, era un documento guardado en secreto (cifrado en gran parte para dificultar su comprensión por extraños) en el que se plasmaba todo el conocimiento (activo inmaterial) que había ido adquiriendo con sus experiencias.

Ciñéndonos a ese primer viaje, sabemos que la expedición sale de la isla de Saltés (entonces, más que isla era una barra de arena, frente al Monasterio de La Rábida, muy cerca de Palos de la Frontera) el viernes 3 de agosto de 1492, y el jueves 9 de agosto llega a La Gomera, donde se demora casi un mes para aprovisionamiento, reparaciones y últimos retoques. Un hecho notable en ese puerto, fue la decisión del Almirante de sustituir la vela latina, de una o las dos carabelas, por vela cuadrada, más apta para navegar con vientos de popa (eso indica un conocimiento previo de lo que esperaba en esa navegación, la vela latina era mucho más polivalente).

Se puede entender como comienzo de ese viaje, la partida de La Gomera el jueves 6 de septiembre.

Desde su partida, y hasta el 7 de octubre navegan rumbo Oeste; ese día, lo modifican al OSO y lo mantienen, con ligeras variaciones, hasta la vista de tierra. Es conocido que, en esta singladura, el Almirante contaba menos andadura de la realmente estimada (y lo justifica para aplacar temores en la tripulación). No deja de ser su primera mentira.

El 13 de octubre indica que la isla descubierta, llamada por los indígenas Guanahaní (hoy Watling, lat. 24ºN) está a la misma latitud que la isla Hierro (27ºN). Eso puede ser un pequeño error, aceptable con los instrumentos y (des)conocimentos astronómicos del momento. Allí entra en contacto con los aborígenes y, aunque reconoce gran dificultad en su comunicación con ellos, dirige su expedición muy apoyado en las indicaciones que éstos le dan.

El 2 de noviembre, en la isla de Cuba, a la que ha llegado viajando hacia el Oeste y, más aún, hacia el Sur, toma, por la noche, la altura con un cuadrante, y la sitúa en lat. 42ºN (en realidad está a 22ºN). Ésta es una segunda y evidente mentira.

 El cuadrante no falla en tierra, porque la medición con él no precisa del  horizonte (elemento de referencia cuando se toman alturas de astros en la mar). Si esa altura hubiera sido tomada una sola vez, sería admisible un error de +4º por la desviación de la estrella polar del Norte verdadero ( Según simuladores astronómicos para esa fecha; hoy su radio de giro no llega a 1º); es de suponer que esa noche hubo de hacer varias observaciones para disminuir ese error, ya que, debido a  las extrañas variaciones observadas en la aguja magnética al atravesar el océano, el Almirante había llegado a la conclusión de que  “la Polar hacía movimiento”  (Diario, 17/09). Con esta mentira, hace constar que la situación de Cuba estaba en la zona asignada a los descubrimientos de Castilla, por encima del paralelo del Cabo Bojador (26º7,4’N) por el tratado de Alcaçovas (04-09-1479).

El 4 de noviembre anota en el diario que un marinero portugués ha encontrado a un indígena con canela y “unas cosas bermejas como nuezes”. Tercera y grave mentira. Es, además, una prueba falsa, cuyo objeto es hacer creer que ha llegado a las islas de las especias.

 El 13 de diciembre establece la latitud de La Española, de nuevo por cuadrante, en 34ºN (15º más al Norte de su verdadera situación). Esta mentira es para ratificar la segunda.

Martín Alonso Pinzón, con la Pinta, desaparece el 21 de noviembre y no se reencuentran, aparentemente de modo casual, hasta el 6 de enero. El Almirante acepta de mala gana las excusas pero no toma medidas contra esa desobediencia.

El 25 de diciembre, barajando la costa de La Española, embarranca la Santa María, que se desfonda; por ese motivo localiza un buen puerto y utiliza los restos de la embarcación perdida para construir un fuerte, al que llama Navidad. Allí dejará, al finalizar su exploración, un destacamento con la dotación que le sobra por haber perdido una embarcación.

En su bien detallado período de exploración, que dura (casi tres meses) hasta el 16 de enero de 1493, Colón, aún creyendo que está en las proximidades de Cipango, ve con claridad  las posibilidades de explotación de la riqueza de esas islas. Sus descubrimientos son, además de geográficos (abrigos para las embarcaciones, ríos y manantiales para hacer aguadas, zonas de bajos que dificultan la navegación, etc,), de interés económico (maderas para la construcción y reparación de embarcaciones, resinas para calafatear las embarcaciones, frutas y raíces comestibles, minerales, etc).

Cuando decide regresar, está convencido de que los indígenas son absolutamente inofensivos por su sencillez y la escasez de armamento que muestran (en toda la expedición solo encuentran un poblado equipado con arcos y flechas, con cuyos habitantes tienen una pequeña escaramuza).

En el tornaviaje, adelantado a la vista de lo precario del estado de las dos naves restantes (Santa María, y Pinta), aprovecha bien los vientos evitando la rigidez de rumbo mostrada en su viaje de ida. Vuelve a ocultar su estima a los demás, forzando a que los más capaces lleven las suyas propias.

Las condiciones meteorológicas son muy buenas hasta el 13 de febrero. Al día siguiente el temporal se recrudece y, obligados a correr el temporal[1], se separan las dos embarcaciones (la separación previa de Martin Alonso no favorece la impresión de que esta nueva sea fortuita). El 15, ven tierra al ENE, que resulta ser la isla Santa María de las Azores. Allí, aunque en un principio le quieren apresar, al hacerles ver que no viene de África y que lleva documentación española, y testigos (los indígenas que trae con él) que acreditan el objeto de su expedición, le atienden y aprovisionan.

Vuelve a la mar el día 24. El 27 estima estar a 125 leguas del cabo San Vicente, a 80 leguas de la isla Madeira, y a 106 leguas de la isla Santa Maria. El rumbo a Sanlúcar de Barrameda sería E (hay menos de un grado de diferencia en latitud). El rumbo a Lisboa sería EqNE (hay casi 4º de diferencia de latitud). Hasta el día 2 de marzo, mantiene el rumbo EqNE y, finalmente y justificando la tormenta que les viene, toma rumbo E yendo a dar a la Roca de Sintra, bien conocida por los marinos portugueses, y próxima a la entrada a Lisboa. Aquí la mentira es la entrada en Lisboa.

En Lisboa se honra a visitar al Rey de Portugal, al que da buena cuenta de sus descubrimientos, y después a la Reina, Leonor de Viseo, con la que también mantenía buenas relaciones.

Consideraciones y deducciones.

Aunque el teórico objeto del viaje era la llegada a las islas de las especias, el Almirante ha podido constatar que las nuevas tierras son, por sí solas, un foco de riqueza de gran valor, y se esfuerza «en dejarlo patente en el documento para los Reyes».

Ocultar sus cálculos y sus estimas, tanto en el viaje de ida como en el de vuelta, era práctica habitual de los marinos por formar parte de su activo inmaterial. No devalúa a quien lo practica.

La aparición de canela y el relato de la existencia de esa y otras especias el 4 de noviembre, especias que nunca se han dado en las islas del Caribe, evidencian una clara maniobra de desinformación. Habrá que volver a ella más adelante.

Los “errores” en la determinación de la latitud de Cuba y la Española, quieren justificar que las tierras descubiertas están en la zona asignada a Castilla. En principio, es natural que el descubridor defienda los derechos de quien le ha encargado y financiado la expedición (en su visita al Rey de Portugal, el diario relata que, ante la duda de este respecto la latitud de las islas, la respuesta de Colón es terminante: están al norte del paralelo frontera).

El hecho más notable, y más difícil de encajar en el relato admitido, es la escala en Lisboa a la vuelta de la expedición. Las visitas al Rey de Portugal, y posteriormente también a la Reina, son prueba evidente de que Colón tenía trato directo con ambos personajes. No es compatible con la creencia de que Colón fuera un pequeño comerciante genovés.

Una teoría que explica los hechos expuestos:

La expedición a las Antillas fue una diversión creada por el Rey de Portugal, Joao II, para quitarse de encima las incursiones de los marinos castellanos en las costas africanas. Firmado el tratado de Alcaçovas entre los dos reinos, el portugués tenía que parar las expediciones privadas de los castellanos a las costas africanas. Esta teoría, inicialmente defendida por otro portugués en la segunda década del siglo XX, ha sido nuevamente expuesta por el hoy Doctor en Historia, por la Universidad de La Azores, D, Manuel da Silva Rosa[2]. Un hecho histórico que parece abonar esta teoría es que, tras haber sobrepasado Bartolomé Días el cabo de Buena Esperanza en 1488, Joao II no impulsa las exploraciones en busca de las islas de las especias hasta 1497, 5 años después del descubrimiento de Colón.

¿Significa que el Rey de Portugal encargó a un marino genovés de baja extracción social tal maniobra de decepción?  Un encargo de esa importancia solo se puede dar a un hombre de total confianza y lealtad. Manuel Rosa, en su tesis doctoral[3], prueba que quien conocemos en España como Cristóbal Colón, era un experimentado marino, reconocido por la nobleza portuguesa y educado (si no nacido) en Portugal, que casó con una noble Dama de la Orden de Santiago, hija de un marino portugués, que falleció siendo primer Capitan de Porto Santo (isla Madeira). El matrimonio fijó su residencia precisamente en esa plaza, donde pudo tener acceso a los documentos del padre de su esposa, y acceder a relatos que daban a entender de la existencia de tierras al Oeste.

Fruto de esa unión fue un hijo, Diego, nacido alrededor de 1480. La Tesis doctoral no puede determinar la identidad portuguesa del Almirante castellano, pero si que entró (con su hijo Diego) en Castilla en 1484-1485 (su esposa había fallecido recientemente) y con un grupo de portugueses exiliados de su patria por haber conspirado contra Joao II. Una buena parte de esos exiliados fue acogida por los reyes españoles. En esa época, no era extraño, si se gozaba de buena reputación y relaciones, que los reyes de una nación aceptaran de buen grado, y respetando sus prerrogativas, a personajes que huían de sus países de origen.

¿Qué mejor oportunidad para un agente del Rey de Portugal, que llegar acompañando a opositores de ese Rey?

Si hay algo claro en la biografía de Colón, es su afán por ocultar su nacimiento. Pero, no solo su lugar de nacimiento, su propia identidad: ¿podía ser bien conocida por el Rey de Portugal y por los Reyes Católicos? Es evidente que, si era un agente de Joao II, éste debía conocerlo bien.

¿Y los españoles? Colón, a poco de llegar a Castilla, entra en contacto con el Duque de Medinaceli.

La Reina Isabel, varios años (1487-1488) antes de financiarle la expedición a América, ordena diferentes pagos a su persona por servicios hechos a la Corona. Otro hecho: en mayo de1492, antes del inicio del viaje, la Reina nombra paje de su hijo (Infante D. Juan) a Diego Colón (hijo del Almirante, que en esa fecha frisaba los 12 años). No es fácil concebir que una reina conceda ese título al hijo de un desconocido. ¿Qué interés puede tener Isabel en ocultar la identidad de Colón?: quizás ocultar al Rey de Portugal su relación con él.

En conclusión, la actividad de inteligencia de Portugal en Castilla, en aquella época, con el fin de quitarse de encima el acoso de los emprendedores castellanos, pudo ser el elemento que, en los siglos XV a XVII, convirtió a España en la nación que desarrolló la mayor epopeya de la historia de la humanidad. Con seguridad, fue una suerte haber caído en ese engaño.

Juan Manuel Acero Gómez


[1].Navegar manteniendo la popa al viento y dejándose ir. Es la opción más segura si no hay tierra por la proa en las proximidades.

[2]. Colón, la historia nunca contada. Esquilo, ediciones y Multimedia (1ª edición, 2010)

[3]. Cristoforo Colombo versus Cristóbal Colón. Dissertaçâo de Doutoramento em historia Insular e Atlântica (Séculos XV-XX). UNIVERSIDADE DOS AÇORES. Facultade de Ciências Sociais e Humanas. Punta Delgada. 2023.

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4 thoughts on “EL DESCUBRIMIENTO. Las impresiones y mentiras de Colón en su primer viaje.”

  1. Como autor del artículo, pido disculpas. El fuerte Navidad se hizo con los restos de la Santa María, y no la Niña. Pido perdón por el gazapazo

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