LOS ANCESTROS DEL TOREO (I)

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El culto al toro en la civilización occidental

          En distintos pueblos del área mediterránea, por ejemplo, en Creta, este animal aparece ligado a cualquier manifestación de la vida minoica. Aquí se practicaba la taurocatapsia, en Griego antiguo ταυροκαθάψια que consistía en un ejercicio que distintos gimnastas, demostrando su agilidad, practicaban saltando sobre un toro a cuyo lomo, a veces se subían y agarraban por los cuernos. En ocasiones también acosaban al toro montando un caballo (¿ceremonia predecesora de nuestro rejoneo?).

          Como trasunto de esta ceremonia, mitad religiosa, mitad festiva, podemos enlazar con los forcados portugueses que, en grupo de ocho esperan, a pie firme, al toro embolado en  la plaza y lo sujetan por los cuernos hasta que lo hacen caer.

          Diversión parecida a la que se lleva a cabo en muchos pueblos de España con los toros embolados, o de cuerda. Aunque en esencia este divertimento es idéntico al referido, ya que se trata de sujetar al toro por los cuernos y desafiar su fuerza provocándolo y asumiendo el riesgo a cuerpo limpio.

Primeras referencias documentales  sobre el toro

          Los primeros escritos que aparecen relacionados con el toro se encuentran en las tablas de arcilla en Babilonia, en donde los sumerios describían la frase “En un principio era el toro”, posteriormente los asirios, en sus códigos, mencionan las cacerías de uros. Consecutivamente, en el periodo paleolítico superior (33.000 – 9.000 a.C.) tiempo en el que se tiene registrada la aparición del arte rupestre en España, Francia y el Sahara, demuestra pictóricamente con siluetas realizadas con piedra tallada, la existencia de un animal bravo y agresivo con una tipología similar a la del toro de lidia actual.

 El toreo

Hoy día se practica en España, y en muchas localidades del sur de Francia una especie de culto, veneración, motivo de festejos, llamémosle como queramos, en los que el toro es el principal protagonista: toros embolados, corre bous, levantinos, el toro de cuerda, y otras muchas manifestaciones que sirven de diversión y entretenimiento a los ciudadanos, pero la fiesta española por excelencia  y llevada a las tierras hispanoamericanas es la Lidia, o corrida de toros que también se celebran en algunas localidades del sur de Francia.

La RAE define a la tauromaquia  como el arte de lidiar toros, tanto a pie como a caballo.

 Sin remontarnos a la Edad del Bronce en la que ya se perseguían a estos animales, bien para darles culto, como animales de trabajo o como alimento, esta práctica, también denominada toreo, nace en España, cuya constancia se remonta al siglo XI, con la celebración de festejos taurinos en Ávila y Zamora.

Este festejo es conocido en España como corridas de toros, cuya expresión moderna nació en el siglo XVIII.

No obstante, en las Actas capitulares del Regimiento municipal cordobés encontramos muchos asuntos tratados en la reuniones del Cabildo municipal en las que se habla de festejos en los que el toro es el principal protagonista, como más adelante expondremos.

El toreo en España se estima de tal importancia que se la considera como patrimonio nacional, al igual que cualquier otro tipo de bien cultural.

Posiblemente haya pocos festejos mundiales que despierten tanto interés y pasión como las corridas de toros. Tanto es así que ha sido declarado patrimonio inmaterial cultural por diversas comunidades españolas, y el Estado español declaró la Tauromaquia Patrimonio Cultural de España, mediante la Ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural.

Quizá no haya festejo de mayor difusión y aceptación mundial que la fiesta de los Sanfermines en la que se hermanan el valor, el sufrimiento, el coraje y el desprecio a la vida al correr delante de un morlaco embravecido que, ciego y enloquecido por el estruendo, las carreras y el griterío, embiste a todo lo que encuentra a su paso.

A pesar de lo peligroso de la prueba, el índice de fallecidos y heridos es mínimo. Los mozos tienen mucha destreza para burlar a los toros. Dicen que los libra el capote de san Fermín, cuando están en peligro.

Pero la exaltación del culto al toro, a mi entender, está en las corridas. En ellas el hombre se enfrenta con la fiera cuerpo a cuerpo. Solo al principio se vale de una amplia capa con la que, posiblemente, pueda defenderse mejor, pero a la “hora de la verdad” la única protección que tiene es una pequeña muleta y un estoque, con los que cara a cara y de “hombre a hombre”, como dijo en cierta ocasión un torero, se arriesga a matar o a morir.

Córdoba  cuna del toreo

Son muchos los historiadores, científicos y estudiosos, que consideran que la cuna del toreo español, y por extensión mundial es Córdoba.

Referiré lo poco que conozco. Mi especialidad como historiador es la investigación y el estudio de la historia del siglo XVI en Córdoba, para ello he transcrito, las Actas capitulares del Regimiento cordobés de varios años del mencionado siglo.

Expongo algunos puntos de las reuniones de los Caballeros Veinticuatro, quienes mutatis mutandis, se podrían equiparar a los concejales de hoy día, aunque antes clarificaré en qué lugar se celebraban los equivalentes a nuestras corridas de toros de hoy día.

Es una Plaza en la que se cree que en, su día ocupó parte del Circo Romano. Las intervenciones arqueológicas han rescatado de esta época, unos fabulosos mosaicos, expuestos en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Además, es la única plaza mayor cuadrangular de Andalucía y tiene su entrada y salida a través de los llamados Arco Alto y Arco Bajo.

Recibe su nombre porque en ella se corrían los toros que se “toreaban” y alanceaban. Todavía existe una corta calle, denominada La calle Toril, que se comunica con una plazoleta en la que se encerraban los astados y desde esta salían a la Corredera. Al igual que en nuestras plazas actuales salen los toros del chiquero.

También en ella se pregonaban las disposiciones, los precios a los que se habían de vender los bastimentos, los bandos municipales, y de igual manera se celebraban los Autos de fe y causas de la Inquisición.

La última ejecución llevada a cabo tuvo lugar en 1838. Un poco más tardía se celebró la última corrida de toros (1846).

Manuel Villegas

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