AL RICOTÍ Y EL SABER

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Si existe algún lugar en Murcia donde se pueda percibir la cultura árabe es en el Valle de Ricote. Las poblaciones de Ulea, Ojós, Ricote y Blanca y Abarán se erigen en medio de la fértil vega del Segura y sus sistemas de regadío, una de las herencias que dejaron los musulmanes en la zona, pero no la única. Otra es la importante tradición sufí, documentada a partir del siglo IX, una rama de esta religión centrada en la filosofía y el conocimiento del hombre en relación con Dios que busca la purificación del alma humana, la consecución del conocimiento divino y la realidad divina, a través de las enseñanzas espirituales que brinda la revelación

El sufismo ejerció una gran influencia sobre el pensamiento místico universal, perdurando hoy en diversas escuelas repartidas por el mundo. Pensadores como Al-Ricotí o Ibn Sabín fueron grandes eruditos nacidos en el Valle de Ricote, y crearon escuelas propias de origen sufí cuyas enseñanzas fueron difundidas tanto en Oriente como en y Occidente.

Mi corazón se ha hecho capaz de adoptar todas las formas. Es prado para las gacelas y convento de monjes cristianos. Y templo para el idólatra y la kaaba del peregrino. Y las tablas de la ley y el libro del Corán. No le pongáis nombre a mi religión, pues es el amor cualquiera que fuesen las sendas que hollasen mis pies (Muhyiddín Ibn Al-Arabí).

EL PERSONAJE

Mohamed ibn Ahmed Abubequer nació en el siglo XIII en Ricote, una villa junto al río Segura del que se tiene referencia desde el año 826, aunque cuando el lugar adquirió verdadera relevancia fue en la época de dominación musulmana, donde se estableció una importante comunidad de místicos, filósofos y ulemas.

En mayo de 1243 el infante Alfonso, futuro Alfonso X, rubricó el Pacto de Alcaraz, acuerdo en el que los musulmanes entregaban el reino de Murcia a la corona de Castilla, con la ciudad de Murcia e todos sus castillos, que son desde Alicante fasta Lorca e fasta Chinchilla, así como el pago de impuestos a cambio de poder conservar la autonomía en el poder político y que se respetaran los bienes y propiedades, la religión islámica, sus costumbres y tradiciones.

Cuando Alfonso entró en Murcia, descubriría un lugar donde la cultura y el misticismo ocupaban un papel muy importante, pues numerosos sabios vivían en ella.

Una de las primeras preocupaciones de don Alfonso y en la que pondría todo su entusiasmo fue mantener y aprovechar el alto grado cultural existente en el sureste (Torres Fontes).

Uno de esos sabios era Mohamed ibn Ahmed Abubequer, también conocido como Al-Ricotí, un hombre dedicado al estudio de la geometría, la lógica, la aritmética, el derecho, la teología, la retórica, la lógica, la dialéctica, la música y la medicina, ciencias que enseñaba en la lengua propia de cada discípulo, pues dominaba el árabe, hebreo, latín y el romance.

En Mohamed ibn Ahmed Abubequer Al-Ricotí halló el rey de Castilla la persona capacitada para centrar la fusión cultural que anhelaba. Don Alfonso le conservó en sus derechos y condición social, creando para él una madriza o estudio, al que muy pronto acudieron gran número de cristianos, musulmanes y judíos, atraídos por la posibilidad de ampliar y perfeccionar los conocimientos.

Aseguran las crónicas que Alfonso X y Al Ricotí, movidos por un ansia común de conocimiento, se hicieron buenos amigos: el infante fundó para él una madrasa donde poder compartir su sabiduría e incluso se atrevió a proponerle la conversión al cristianismo, pero el musulmán estaba convencido que las diferentes disciplinas del pensamiento y la ciencia podían enseñarse y aprenderse sin que la religión irrumpiera en ellas.

Toda mi vida he servido a un solo Dios y no he podido cumplir lo que se le debe; ¿qué sería de mí si hubiese de servir a tres, como me pide el Rey? (Gaspar Ramiro).

GRANADA

Tras la sublevación de los mudéjares en 1266, muchos de esos intelectuales huyeron a Granada en los años siguientes, entre ellos el propio Al-Ricotí.

La presencia en Murcia del Estudio de Lenguas Orientales de la Orden de Predicadores a partir de 1266, máxime cuando el fin de la escuela era el combate y la controversia para derrocar al infiel, y la existencia de una mayoría de sabios cristianos y conversos, produjo quizá el estado de tensión e incomodidad en Al-Ricotí, que se acrecentó por los constantes intentos de Alfonso X por atraerlo a la religión cristiana

Al-Ricotí no debió sufrir ninguna presión de los sabios cristianos, pero no se encontraba ya cómodo en Murcia. Bastó una invitación de Muhammad II para partir al reino nazarí en torno a 1272. Allí, el mismo rey se hizo su discípulo, otorgándole una alta dignidad en el palacio real, además de crearle un centro de estudios similar a la madrasa murciana.

Al-Ricotí permaneció el resto de su vida en Granada rodeado de la estima general.

LA UNIVERSIDAD

La Universidad de Murcia tiene sus orígenes en la relación de amistad existente entre Alfonso X y Al-Ricotí.

     La madrasa de Al Ricotí se podría considerar como un centro de estudios superiores donde se enseñaba filosofía, lógica, geometría, medicina, derecho, matemáticas, retórica, dialéctica y música. Estaba organizada a imitación de la Escuela de Traductores de Toledo, y en ella participaban estudiantes cristianos, musulmanes y judíos.

Se desconoce su lugar de emplazamiento, aunque hay quien la sitúa en el recinto del Real de Monteagudo.

En cuanto a su final, aunque es controvertido, parece que estuvo en torno a 1272, año en el que el monarca sabio cedió unos terrenos a los dominicos.

LA PRIMERA FUNDACIÓN CRISTIANA DE CARÁCTER DOCENTE

La primera fundación correspondió a la orden de Predicadores, cuyos componentes establecieron en Murcia una Escuela de Artes y Filosofía al calor del ambiente cultural que se respiraba en la ciudad.

Los dominicos debieron establecerse en Murcia hacia 1250, y al poco se iniciaría la Escuela, donde se cursarían grados inferiores de Artes, con estudios de gramática, retórica y lógica (Martínez Ripoll)

Vino a ser una escuela en la que se abordaba el estudio del Trivium, incluyéndose las enseñanzas de filosofía moral y natural, aunque nunca las de teología

En 1266 , tras la reconquista de Murcia por Jaime I de Aragón y bajo el patrocinio y protección de San Raimundo de Peñafort, la Escuela funcionó a partir de entonces y hasta 1280 como Estudio General o Facultad de Lenguas Orientales, donde se cursaban, además de las enseñanzas conventuales, Teología, Escrituras, Árabe y Hebreo, además de Apologética cristiana.

La figura más destacada del Estudio General fue el padre Ramón Martí, autor de Vocabutísta in arabico y discípulo de san Alberto Magno, con el que había estudiado en París.

Se suele citar como fecha de la fundación de la Universidad de Murcia la de 6 de abril de 1272, relacionada con un documento de Alfonso X por el que concede unas casas y huerta en la Arrixaca a los dominicos, para que construyan su convento:

Por fazer bien a merced a prior e al convento de los frayles predicadores de Murcia, dámosles e otorgámosles las casas e la huerta que son en la partida de la Arrixaca que los moros nos dieron.

La actividad del Estudio General fue ingente. Así, en Murcia se redactaron la segunda y tercera Partidas en las que colaboraron el obispo fray Pedro Gallego y Jacobo de las Leyes. Otras personalidades relevantes fueron el traductor Bernardo el Arábigo, musulmán convertido; el médico Maestre Nicolás, el historiador Jofré de Loaysa, los trovadores Pedro Gómez Barroso, Guiralt Riquier de Narbona , el juglar Ponce y la juglaresca María Pérez Balterra y el pintor Pedro Lorenzo, autor de gran parte de las miniaturas de las Cantigas, en especial las referidas a Murcia.

Con el tiempo, el esplendor cultural, quedándose reducido a Teología Moral y Artes, la Cátedra de Teología del Convento de San Francisco y las clases de los dos maestros de Gramática durante los siglos XIV y XV. Sólo al final del siglo XVI y fundado por el obispo Esteban de Almeida, se creó en 1563 un estudio de los jesuitas que completaría los existentes de dominicos y franciscanos.

Ricardo Aller

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