CARMEN CONDE, LA PRIMERA ACADÉMICA DE LA LENGUA

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Su prosa rítmica y brillante nos hace navegar por el horizonte identificándonos con el viento, o discurrir como el agua contemplando la ligereza de la tarde y a las muchachas que van camino de la fuente. (Neri Carmen Sánchez Gil en el Diccionario biográfico español de la Real Academia de la Historia)

Madrid, 28 de enero de 1979.

La expectación recorre esta mañana el número 4 de la calle Felipe IV de Madrid, en el distrito de Retiro, junto al Museo del Prado y la iglesia de los Jerónimos, donde se asienta la Real Academia de la Lengua desde 1894, inaugurada por la reina regente María Cristina, a quien acompañaba su hijo Alfonso XIII, aún menor de edad.

Como cada vez que va a ingresar un nuevo miembro de número, los otros cuarenta y cinco académicos han acudido a la sede ataviados con sus mejore galas para presenciar su discurso de inauguración, en un protocolo tan viejo como la misma institución, presidido por sus majestades Juan Carlos I y la reina Sofía. Los primeros estatutos de la corporación, que datan de 1715, fijaron en veinticuatro las plazas de la corporación, designadas con letras mayúsculas del alfabeto—las minúsculas vendrían después, con la ampliación de las «sillas» en años posteriores—, y hoy la letra K tiene nuevo dueño: Carmen Conde.

Por fin llega el momento. Conde viste elegante y sobria, como corresponde a la ocasión. El público, atento, guarda silencio mientras la poeta abre su portafolios y, despacio, comienza su discurso:

SEÑORES ACADÉMICOS: Mis primeras palabras son de agradecimiento a vuestra generosidad al elegirme para un puesto que, secularmente, no se concedió a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas. Permitid que también manifieste mi homenaje de admiración y respeto a sus obras, así como a mi ilustre predecesor D. Miguel Mihura, nombrado académico electo, que, aunque no le dio tiempo a leer su discurso de ingreso bien puedo imaginar su sonrisa acompañándome al Sillón que la muerte no le dejó ocupar, y en el que desde hoy empiezan a estar las escritoras de nuestros años, tan conflictivos y henchidos de esperanzas renovadoras.

Si de la memoria «sólo vale el don preclaro de evocar los sueños» cuando suscito los míos resalta mi entrega a la Poesía. Desde la infancia, «tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he deseado lo eterno». No la inmortalidad sino la eternidad o el sueño de lo inextricable… Por ello, conectar con la vida plena sin apartarme de la Poesía; entregándole cuanto percibía y sentía inmersa en visible totalidad; anhelando aquello misterioso que conduce al hallazgo de palabras que accedieran conmigo o por mí, al todavía un sueño: el más hermoso y respetado por mi existencia. Padecer por hallar desde el subconsciente cuanto ayudara a intentar o a ser un puente que alcanzara las orillas del misterio creador…

EL PERSONAJE

He venido a quererte, a que me digas

tus palabras de mar y de palmeras.

Carmen Conde Abellán nació en Cartagena el 15 de agosto de 1907. A los seis años se trasladó con su familia a Melilla, donde vivió hasta 1920. Las memorias de esta época están recogidas en Empezando la vida: memorias de una infancia en Marruecos.

En 1923 aprobó las oposiciones para auxiliar de la Sala de Delineación de la Sociedad Española de Construcción Naval, simultaneando su trabajo con colaboraciones en la prensa local a partir de 1924 e incluso en la revista Lecturas de Barcelona. Un año después publicó un entremés titulado A los acordes de la pavana.

En 1926 la Sesión de la Comisión Permanente del Ayuntamiento cartagenero acuerda costear los gastos de matrícula y libros de texto a la joven para que pueda cursar los estudios de Bachillerato. Más tarde iniciaría la carrera de Magisterio en la Escuela Normal de Maestras de Murcia, siempre sin olvidar su faceta literaria.

¡Qué transparencia tiene la lluvia en el huerto!

Recta, afilada, continua…;

El cielo está más bajo. Se respira el gran aliento

del mar.

¡Recta, afilada, continua…, qué transparencia

tiene la lluvia en el huerto!

En febrero de 1927 se publica una colaboración suya en El Diario Español de Buenos Aires y en marzo conoció a Antonio Oliver Belmás, joven oficial de Telégrafos y poeta relacionado con la Generación del 27, que influye en la hasta entonces escritora autodidacta, quien comienza a participar en revistas literarias como la lorquina Colores, o en Verso y Prosa o en las Juan Ramón Jiménez.

Mantuvo una intensa correspondencia con la poeta Ernestina de Champourcín. En esta correspondencia, ambas reconocen la influencia en su poesía de Juan Ramón Jiménez, de Gabriel Miró y además de clásicos como Santa Teresa o Fray Luis de León.

En 1929, la Editorial La Lectura le publica Brocal, un libro de poemas con presencia de la naturaleza y cuyo tema es el amor.

¡Vuelo ancho de las ventanas con luna! ¡Cómo se entraba a la noche honda del verano, todo quemado en ponientes de fragua! Bajaban los borreguitos muy rizados de viento, cándidos y sonreídos, por la ladera florecida de sol. ¡Qué dulces, las esquilas de estrella y las cabecitas de agua!

Acabados los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Albacete, y tras obtener el título de maestra de primera enseñanza, en 1930 trabajó en la Escuela de párvulos de El Retén, en Cartagena, mientras su bibliografía iba en aumento con la publicación de su ensayo pedagógico Por la escuela renovada.

Carmen y Antonio Oliver contrajeron matrimonio en 1931 y ambos  fundaron la Universidad Popular de Cartagena, con el fin de divulgar la cultura. Uno de los invitados fue Miguel Hernández, que se convirtió en buen amigo; otros ilustres personajes que acudieron a la invitación fueron Ramón Sijé, Margarita Nelken, Mariano Ruiz-Funes, Guillermo de Torre, María de Maeztu o Elena Fortún. También conoció a escritores como Azorín, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Buero Vallejo o Castillo-Puche.

En 1933, ayudados por el Patronato de Misiones Pedagógicas, la pareja fundó la revista Presencia , además de colaborar en las Misiones Pedagógicas dirigidas en Cartagena por María Moliner. Meses después, en octubre, nace muerta la única hija del matrimonio.

En 1934 Conde vuelve a trabajar en la Escuela de El Retén, hasta que a finales de septiembre el Consejo Local de 1ª Enseñanza de Cartagena acepta su dimisión. Es en ese mes cuando es nombrada Inspectora-Celadora de Estudios del Orfanato Nacional de El Pardo, mientras, Oliver consigue el permiso de traslado a la Estación Central, reuniéndose con Carmen en Madrid. En ese año vio publicada Júbilos: poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos, prologado por Gabriela Mistral. y colaboró con periódicos nacionales como El Sol.

En enero 1936 Carmen conoce a Amanda Junquera, quien tendría una gran importancia en su vida Por otro lado, en el Boletín Oficial del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, aparece publicada la declaración de Júbilos como libro de lectura en las Escuelas Nacionales.

GUERRA CIVIL 

Al estallar la Guerra Civil, su marido se unió al ejército republicano, poniéndose al frente de la Emisora Radio Frente Popular número 2. Conde le siguió por varias ciudades de Andalucía, pero regresó a Cartagena para cuidar de su madre mientras colaboraba con el periódico Nuestra Lucha y en la radio.

En marzo de 1937, Conde trabajó como maestra interina de la Escuela Nacional de niñas n.º 3 de Murcia e impartió clases a adultas analfabetas en la Casa de la Mujer de la Agrupación de Mujeres Antifascistas e inició sus estudios de literatura en la Universidad de Valencia, siendo alumna de Dámaso Alonso. En cuanto a su obra, publicó Enseñanza nueva (1936), La composición literaria infantil, Poemas de guerra y Oíd la vida (1937). La Guerra Civil marca profundamente a Carmen Conde, llevándole a escribir varias obras en prosa poética que no se publican hasta mucho después en Italia: Sostenido ensueño (1938), Mientras los hombres mueren y A los niños muertos por la guerra (1938-1939).

A los hombres que mueren yo los sigo en su buscar por entre las raíces y los veneros fangosos, pues ellos y yo tenemos igual designio de ensueño debajo de la tierra.(Mientras los hombres mueren).

A diferencia de otros intelectuales afines al bando republicano, cuando acaba la Guerra deciden no marchar al exilio: Oliver vivió recluido en Murcia en casa de su hermana y Conde permaneció escondida en el domicilio de los Junquera en Madrid durante un año, escribiendo el poema en prosa El arcángel, inédito hasta los años 60. En 1940, se instaló en El Escorial con Amanda Junquera, donde escribió gran parte de su obra. Para comunicarse con su marido, se valió de su amigo José Ballester Nicolás, director de La Verdad y funcionario de Correos.

Sería en El Escorial donde la poeta encontró la serenidad y la madurez: Mío, recogido después en Obra poética, los ensayos que más tarde serían Mi libro de El Escorial, parte de lo que luego constituiría los poemarios Pasión del Verbo y Ansia de la Gracia, o la novela que finalmente se tituló En manos del silencio.

Todo poeta verdadero trae un mundo que revelar. Lo adjetivo para él es la suma de conocimientos, sin los cuales puede vivir y hacer su obra. Saber de los demás es necesario, pero no imprescindible, para todo menos para crear. ¡Ser sí que es indeclinable! Ser poeta, disponer de un gran contenido, sin necesidad de informaciones y escuelas. Ser porque sí; porque siendo ya se puede ofrecer lo mejor a la Poesía y de la poesía.

En otoño de 1941, regresan a Madrid para instalarse en el piso superior del inmueble número 5 de la Calle Velingtonia, propiedad de Vicente Aleixandre, que residía en la planta baja.

Los años 40 fueron muy prolíficos a nivel literario: empleando los pseudónimos de Magdalena Noguera, Florentina del Mar y otros publicó obras de tono religioso, cuentos, teatro para niños, ensayos y relatos.

No sería hasta 1945 cuando por fin el matrimonio volvió a reunirse en Madrid. Estos años publica algunas de sus obras poéticas más importantes: Ansia de la Gracia, Signo de amor y Honda memoria de mí: poema.

Luego de la luz era la Luz.

Después estaba el mar y con el mar

un ansia de morir siendo su vida.

Mi alma sola, sueño liso respiraba.

(Ansia de la Gracia)

Fue juzgada por haberse decantado por la República, siendo el caso sobreseído en 1944, aunque con una nueva denuncia en 1949. Desde 1946 fue colaboradora habitual en Radio Nacional, realizando emisiones infantiles, mientras escribía sus mejores obras: Sea la luz, Mujer sin Edén, Mi fin en el viento, Cartas a Katherine Mansfield, Mi libro de El Escorial: (meditaciones) y la novela En manos del silencio.

Hízome Él del hombre con su carne,

y allí quise volver: hincarme dentro

(Mujer sin Edén)

Durante aquella etapa de incesante actividad literaria recorrió España y emprendió sus primeros viajes al extranjero, siempre con Amanda. Los monólogos de hija, Derribado Arcángel, En un mundo de fugitivos,  En la tierra de nadie, A este lado de la eternidad …La poesía latía por sus venas.

Digo palabras porque la muerte es muda.

Uno de los momentos más relevantes a nivel profesional llegó cuando en 1956 el matrimonio gestionó la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que estaba en poder de su última compañera. En 1967 recibió el Premio Nacional de Literatura José Antonio Primo de Rivera de Poesía, por Obra poética (1929-1966). En esa épocapreparó una antología de las escritoras de Hispanoamérica: Once grandes poetisas americohispanas, así como Poesía femenina española (1939-1950) y su estudio Un pueblo que lucha y canta (iniciación a la Literatura española de los siglos XII al XV).También se convirtió en lectora-asesora y guionista para Televisión Española.

El 28 de julio de 1968, murió su esposo Antonio. Cumpliendo con su deseo, expresado en testamento, ella misma promocionó la edición de sus Obras completas. Conde volvió a vivir con Amanda Junquera, viuda también, continuando con su actividad artística durante los 70: Antología de poesía amorosa contemporánea, A este lado de la eternidad, Cancionero de la enamorada, Poesía femenina española (1950-1960), Corrosión, Cita con la vida, la novela La rambla o Días por la tierra (antología incompleta), El tiempo es un río lentísimo de fuego, La noche oscura del cuerpo.

SILLÓN K

El 28 de enero de 1979 Carmen Conde pronunció el discurso Poesía ante el tiempo y la inmortalidad en su ingreso como Académica de Número de la Real Academia Española, ocupando el sillón «K«. Conde  sería la primera mujer en lograr este honor y a raíz de este hecho se sucedieron los homenajes y reconocimientos institucionales: Hija Predilecta de la provincia de Murcia, así como Hija Predilecta de la ciudad de Cartagena e Hija Adoptiva de La Unión. También es poseedora de las llaves de la ciudad de Miami y fue distinguida por diversas entidades culturales de Miami y de Nueva York.

A partir de 1982, comenzaron a manifestársele los primeros síntomas del Alzheimer, aunque no dejó de viajar, conceder entrevistas, participar en programas de radio y sobre todo escribir: su último libro poético fue Hermosos días en China (1987), en los que se muestra su admiración por aquel país.

Entre 1992 y 1996, vivió en una residencia en Majadahonda, donde murió el 8 de enero de 1996. En su testamento donó al Ayuntamiento de Cartagena  un importante legado cultural que se plasma en el Patronato Carmen Conde – Antonio Oliver, institución desde donde se pretende dar a conocer el legado cultural de ambos escritores.

Todo pasa. Nada espera

Vacila y afirma, la Duda avanza,

se esconde su rostro mortal de la angustia.

Apenas se oprime una fruta,

entrega su pulpa y su zumo, sin dudas.

Nosotros vivimos con ellas.

Ricardo Aller

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