Casiodoro de Reina

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Casiodoro de Reina

Siendo como somos hijos de la Contrarreforma, es poco o casi nada lo que sabemos sobre la Reforma protestante en España, y tanto es así que muchos han llegado a creer que, si bien es cierto que tuvo lugar, no pasó de ser una suerte de tendencia filosófico-teológica importada desde otros países europeos que caló únicamente en una gran minoría. Minoria que, con el tiempo, inevitablemente desapareció hasta que hace apenas un puñado de décadas volvería con las nuevas iglesias evangélicas que progresivamente se irían abriendo, en las cuales veríamos en un principio norteamericanos, alemanes, británicos, etc. , y más tarde empezaríamos a ver españoles y latinoamericanos incorporándose a ellas.

Sin embargo, ver el protestantismo en nuestro país como un elemento trasplantado desde el exterior es andar muy lejos de la realidad, pues aquí, como en el resto de Europa, igualmente se estaba viviendo un lento pero profundo cambio en los esquemas culturales, filosóficos, científicos y teológicos, y cada vez se veía más lejana la superstición medieval, cuyo espacio iba tomando el humanismo cristiano, impulsado por Fray Hernando de Talavera, el Cardenal Jiménez de Cisneros, el Cardenal Mendoza o Ignacio de Loyola, que propiciaron que ya en el mundo católico la mentalidad fuese dando un giro. Además, un invento como la imprenta era cada vez más aplicado, y eso significaba que el saber iría dejando de estar reservado a una élite para popularizarse poco a poco entre el pueblo llano, como ocurría en la Edad Media. Este detalle motivaría a ciertos grupos de personas a hacerse preguntas sobre la palabra de Dios y a querer conocer qué mensaje era el que quería transmitir a la humanidad.

Sabiendo esto, ¿por qué ha pasado el protestantismo español tan de puntillas por nuestra historia? Hoy día, y esto no deja de ser una apreciación personal, es momento de que el mundo católico y el protestante en España se conozcan y tiendan puentes de unión, pues ambos son piezas clave en la defensa de los valores cristianos del país y del Occidente enteros, que ahora mismo tiemblan frente a un relativismo moral peligroso. Volviendo a la pregunta que he formulado al principio del párrafo, la respuesta es simple.

Los siglos XVI y XVII estuvieron plagados de guerras de religión entre el mundo católico y el reformado, en las que quedó patente la intolerancia en ambas partes. Como España fue fiel defensora de Roma, la mayoría de los protestantes españoles se vieron obligados a emigrar a países como Alemania, Suiza, Países Bajos o Gran Bretaña huyendo de la persecución que aquí padecían, de modo que sus obras darían fruto en el extranjero, y no en su país de origen, donde serían reconocidos muchos más tarde, como es el caso de Casiodoro de Reina, cuya personalidad es única por varias razones. En primer lugar, porque siempre estuvo dispuesto a denunciar abiertamente las injusticias de las que fue testigo allá donde fue, aún sabiendo que su vida correría peligro por ello. Además de esto, porque fue uno de los profesores de teología más brillantes que tuvo la Universidad de Oxford. Y, por último, porque gracias a él la Biblia fue por primera vez completamente traducida a la lengua de Cervantes, con una calidad literaria digna de los más grandes iconos de nuestra literatura.

Al pasar tan disimulado por nuestra historia, es relativamente escasa la documentación disponible sobre su vida más temprana. Se sabe con certeza que nació en el año 1520 en la localidad de Montemolín (en su tiempo, perteneciente al Reino de Sevilla, hoy provincia de Badajoz. Merece la pena hacer una parada en este pueblo de la dehesa extremeña para contemplar su maravilloso castillo de época andalusí). Con toda seguridad era de origen converso. Algunos estudios apuntan a que era de familia judeoconversa, aunque tales conclusiones son bastante minoritarias, siendo mucho más numerosas las posturas que apuntan a que era de ascendencia morisca, procedente del recientemente conquistado Reino de Granada. No es de extrañar que buena parte de los reformados españoles fueran de familias conversas, ya que aunque sus familias se hubieran bautizado, en la mayoría de los casos continuaban practicando en secreto ciertos ritos de las confesiones de las que habían tenido que abjurar, de ahí que, viviendo entre dos mundos, los recién venidos al cristianismo se hicieran preguntas un tanto diferentes.

Fuera como fuera, en su juventud abandonó Montemolín para servir como fraile en el monasterio de San Isidro del Campo, en la localidad sevillana de Santiponce, donde tomó lecciones avanzadas de teología y estudios bíblicos que marcarían su afán por dar a conocer la palabra de Dios a todo el mundo hispanohablante.

Sería en esta etapa monástica de su vida cuando tomaría contacto con las ideas de la Reforma protestante de conocer y enseñar el mensaje bíblico, así como saber interpretarlo por uno mismo. Poco tiempo más tarde comenzaría a predicar en secreto entre los otros frailes, de los que un número importante se unieron a su causa, creándose así una comunidad evangélica dentro del monasterio de manera clandestina que a hurtadillas iría predicando en Sevilla a los seglares. Sería cuestión de tiempo que tan arriesgada labor llegase a oídos del Santo Oficio, que inmediatamente ordenó poner bajo arresto a los frailes subversivos, por lo que no les quedó más alternativa que escapar y poner rumbo hacia Ginebra en 1557, donde las ideas de Calvino habían triunfado y, bisoños ellos, creían que estarían a salvo.

En Ginebra fue donde tuvo contacto con Calvino, a quien le presentó su proyecto de traducir la Biblia al español, que el reformado aprobaría sin reservas. Gracias a la ayuda de los demás ex-frailes que huyeron con él, aparte de la de otros tantos procedentes de España, Italia y Holanda, avanzaría bastante en su tarea, y por primera vez le sería concedida la oportunidad de pastorear una comunidad. Sin embargo, en muy poco tiempo se dio cuenta de que Ginebra no era ni muchísimo menos una tierra prometida para los que escapaban de la persecución del Santo Oficio, al comprobar que las torturas y quemas de herejes, especialmente de anabaptistas, eran tan frecuentes como en su país de origen.

Según se cuenta, la injusta ejecución del científico Miguel Servet encendió su cólera especialmente, y fue tras aquel horrible acontecimiento cuando declaró en público que Ginebra se había convertido en una nueva Roma, y que Calvino estaba actuando de manera totalmente anti-cristiana. Declarado hereje en 1558, tendría que huir de nuevo, esta vez a Inglaterra, donde en un principio corrió mejor suerte.

En Londres le fue encomendada la tarea de pastorear una iglesia en lengua española y dar clases de teología en Oxford, trabajos que compaginó con su labor de traducción. Poco duraría su dicha, ya que la comunidad calvinista venida de Holanda y Francia se emplearon a fondo en buscar blasfemias e injurias en los textos que Casiodoro había escrito, aprovechando la más mínima ocasión para denunciarle a los tribunales, y aparte, los espías de Felipe II fueron tras él, llegando a acusarle de sodomía (uno de los más graves delitos en la época, penado con la muerte). En 1562, al ser declarado enemigo público del Santo Oficio y de la Corona española, sería quemada su efigie en Santiponce y su cabeza tendría precio. De manera precipitada, escapó hacia Amberes en 1564.

La estancia de Casiodoro en la ciudad flamenca sería breve, ya que los principales gobernadores y monarcas europeos estaban sobre aviso de que un enemigo del rey Felipe II pululaba por el continente, por lo que durante tres años viviría de manera itinerante por Frankfurt, Heidelberg y Estrasburgo, hasta que en 1567, con el Antiguo Testamento al fin concluido, recaló en Basilea, donde comenzaría a buscar apoyos editoriales y financieros para publicar su obra de tantos años, cosa que logró gracias al conocido autor Oporino, que redactó el primer contacto de edición, aunque para mala suerte de Reina, murió antes de tiempo y pasaron dos años hasta que Thomas Guerin decidiera imprimirla. La primera Biblia en lengua española se llamaría la Biblia del Oso debido a que a Casiodoro le gustó el logotipo de la editorial (un oso) y decidió incluirlo en la portada. Así, en 1569 vería la luz, siendo donado el primer ejemplar a la Universidad de Basilea, así como a otras universidades de la Europa reformada.

En 1571, el Consejo Supremo de la Inquisición interceptó varios ejemplares y ordenó confiscar todos los que fueran encontrados y torturar a sus portadores. Nadie es profeta en su tierra al fin y al cabo. Mientras tanto, Casiodoro volvería a trasladarse a Amberes hasta 1585, año en que Felipe II tomó la ciudad, y entonces retornaría a Frankfurt, donde le fue concedida la ciudadanía en su primera estancia. Allí viviría sus últimos años de vida, primero dedicándose al comercio de la seda y posteriormente pastoreando una iglesia hasta su muerte, en 1594, cuyo relevo tomaría su hijo Marcos.

Sin lugar a dudas, en Casiodoro de Reina tenemos un vivaz ejemplo de asombrosa brillantez humanística e intelectual en un tiempo de máxima intolerancia. El monumento que se inauguró en octubre de 2020 en Santiponce no podría ser más acertado en el epitafio que se le dedicó: “A Casiodoro de Reina y traductores de la Biblia al castellano. Por la tolerancia y la libertad”. En nuestros días, la traducción de la Biblia Reina-Valera (toma el nombre de su compañero Cipriano Valera, que revisó la primera traducción que haría reina) está considerada como una de las más fieles a los textos originales, y es la más leída en los países de habla española.

Juan Benítez

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1 thought on “Casiodoro de Reina”

  1. No es cierto (lo digo respetuosamente) que el sr. Casiodoro de Reina haya sido «adelantado» de la tolerancia., sino en verdad de la apostasía y de la división de la Iglesia. Reina decidió entregarse al protestantismo, él no lo inventó, ni lo descubrió, mucho menos que lo haya iniciado en España. Fue un «copista» de lo que pasaba en Alemania. Su «persecución» tenía por objeto impedir la condenación de su alma y la división de la Iglesia, y si fue «acogido» en Inglaterra, fue por razones políticas anti-hispánicas y anti-católicas, no por «tolerancia» y «libertad», que fueron las mismas razones de los políticos alemanes a favor de Lutero.

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