José A. Pérez del Pulgar, el jesuita diplomático

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Todos reconocemos la figura del General Francisco Franco, aunque hoy en día, merced a la tergiversación y la manipulación interesada, ignoramos la realidad de su persona y su trascendencia histórica. No ocurre lo mismo con el Padre de la Compañía de Jesús, José Agustín Pérez del Pulgar, desconocido o poco conocido para la mayoría de la gente.

            Fue José Agustín un destacado jesuita que brilló por sus conocimientos científicos, especialmente en el campo de la Física. Nacido en Madrid en 1.875, ingresó en la Compañía de Jesús muy joven, y en 1.897 ya impartía clases en el Colegio de Chamartín, donde organizó un Observatorio Meteorológico. Sin embargo, no obtuvo la licenciatura en Ciencias Físicas hasta 1.905.

Después de unos años estudiando en Bélgica, Países Bajos y Alemania regresó a España, donde fundó la Escuela de Ingenieros del ICAI, en 1.908, y la de Montadores Mecánicos-Electricistas en 1.914. Fue un hombre clarividente, que esquematizó cómo debía ser nuestra red eléctrica nacional, amén de apostar por la electrificación de nuestros ferrocarriles.

Tras los bárbaros incendios de 1.931 y la posterior disolución, ordenada por la Segunda República, de la Compañía de Jesús, Pérez del Pulgar se trasladó a Lieja (Bélgica). Allí permaneció hasta 1.936, año en que regresó a España, sorprendiéndole el Alzamiento Militar en Madrid. Consiguió refugiarse en la Embajada de Bélgica, para posteriormente cruzar las líneas del frente de guerra y establecerse en Valladolid, bajo el gobierno de la Junta Militar.

            No sabemos exactamente la fecha ni el lugar de la entrevista entre estos dos personajes históricos, Francisco Franco y José Agustín Pérez del Pulgar, pero debió ser en Junio de 1.937 y en la ciudad de Salamanca. Sí se sabe que Wlodimir Ledóchowski, General de la Compañía de Jesús, comunicó por carta, fechada el 5 de Julio, al Cardenal Pacelli el coloquio habido. Esta correspondencia adjuntó un amplio informe del jesuita Pérez del Pulgar. El encuentro, de una hora y cuarto, trató los temas político-religioso-sociales del Movimiento de Franco que inquietaban al Vaticano en aquel momento.

            El General Franco, en conversación distendida pero sincera, disipó todas las dudas, o al menos las más preocupantes para la Iglesia. Confesó la más profunda y sincera fe católica del Movimiento. Manifestó su pesar por no haber sido, todavía, reconocido oficialmente por el Vaticano. Entendía la postura de Roma, y esperaba pacientemente. Explicó las diferencias entre su Movimiento y el Fascismo. Expuso su aspiración a regenerar España, devolviéndola su esplendor y gloria pasada. Esta regeneración se fundamentaría, como no podía ser de otra manera, en la fe católica. Y por último, aclaró las palabras y expresiones de los militantes de la Falange que preocupaban al Vaticano; José Antonio Primo de Rivera había sido formado sólidamente en el Cristianismo, y así debía ser interpretado su pensamiento.

            El informe del Padre Pérez del Pulgar, en su antepenúltimo párrafo, dice:

           “Mi interlocutor es un hombre de amplia cultura; de un increíble sentido común. Capaz de abordar todas las cuestiones con perspectiva, serenidad y objetividad. Se observa que él ha reflexionado sobre todas las cuestiones fundamentales y que ha tomado una posición a veces coyuntural, pero siempre moderada, sin nada del radicalismo ni de la violencia que normalmente caracterizan a los líderes de movimientos idénticos al que representa Franco”

            Quiero terminar este modesto artículo refiriéndome a la fe y práctica religiosa de Francisco Franco Bahamonde. Fue profundamente católico, como testimonió el también jesuita Roberto Cayuela en una carta, que Ledóchowski remitió al Cardenal Pacelli (posteriormente Pío XII). En la misiva, fechada el 3 de Julio de 1.937, el Padre Cayuela confiesa la religiosidad católica de Franco. Manifiesta su práctica y frecuencia de los Sacramentos, su cercanía y amistad con la Compañía de Jesús, así como la intención de poner en práctica en España la Doctrina Social de León XIII (lo que no pudo el Cardenal Guisasola). ¿Cómo no iba a ser católico fervoroso, quién escribió el testamento que Carlos Arias, leyó al pueblo español el 20 de Noviembre de 1.975?

Francisco Iglesias

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