La batalla de Centla

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El 11 de marzo de 1519, los buques de Hernán Cortés, se aproximaron a la desembocadura del rio conocido como de Grijalba, próximo a la ciudad de Potonchán; unos terrenos que habían presenciado, el año anterior, el desembarco y masacre de Hernández de Córdoba y Juan de Grijalba, junto con la retirada de las fuerzas españolas que habían desembarcado. Hernán Cortés tampoco tuvo un recibimiento amable por parte de los habitantes de aquel poblado. Eran los indios chontales del cacique Tabscoob, quienes aguardaban a los españoles. Estos, con Juan de Grijalba a la cabeza intentaron convencer a los indios que solamente precisaban provisiones y agua, aparte de desear comerciar. Sin embargo, los chontales del cacique no estuvieron muy de acuerdo con esas peticiones, solicitando que abandonasen las aguas o, en caso contrario, serían atacados.

               Aquella conversación motivó que Hernán Cortés ordenase al capitán Alonso de Ávila que, con cien soldados se aproximase al día siguiente, 12 de marzo, a la playa para intentar alcanzar Potonchán. Mientras tanto, Cortés simultáneamente, ascendería rio arriba para atacar a la ciudad por otro flanco. Sin embargo, tal maniobra no tuvo el éxito esperado. Llegados al lugar para desembarcar, les aguardaban miles de indios, tanto en la orilla como en el mismo rio. La escaramuza se inició con flechas en los indios y ballestas por parte de los españoles. Lentamente los chontales iniciaron la retirada, favoreciendo el desembarco de los conquistadores y poder avanzar hacia el poblado, Potonchán, en donde, llegados a la plaza mayor, se produjo la fuga total de los indios, abandonando el poblado. Cortés, no se entretuvo en exceso en adoptar medidas. Creado el puesto de mando, envió dos expediciones para reconocimiento de los alrededores, una capitaneada por Pedro de Alvarado y otra al mando de Francisco de Lugo.

Este, el 14 de marzo, al poco de salir con sus hombres se topó con un ejército maya, formado para reconquistar la población.   En tal instante se configuró lo que se conocería como la batalla de Centla. La avanzadilla de Lugo, ante el numeroso grupo maya, estaba en completa inferioridad de fuerzas. Se habla de 1 español por cada 300 indios, e incluso de 40.000 enfrentados a escasos 450 españoles. Sea como sea, lo cierto es que los mayas, ante la presencia del resto de fuerzas comandadas por Cortés, así como las regidas por el capitán Alonso de Ávila, que se hallaban situadas en su retaguardia, fueron cogidos entre dos frentes. Tal situación se agravó para los indígenas con la participación de los arcabuces y armas de fuego, así como y fundamentalmente, con la presencia de los jinetes de la caballería española. Los indios, absolutamente desconocedores de su existencia, creyeron que persona y caballo configuraban una sola bestia. Estos elementos causaron tan enorme pavor entre los ejércitos de Tabscoob, que sus hombres huían de forma desorganizada. La situación proporcionó a los conquistadores una victoria bastante holgada a pesar de verse en desventaja numérica.  Y es Bernal Díaz del Castillo, en  su  Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, quién nos relata la entrada de Cortés en el poblado conquistado;

«En los cues de aquel patio mandó Cortés que reparásemos y que no fuésemos más en seguimiento del alcance, pues iban huyendo, y allí tomó Cortés posesión de aquellas tierras por Su Majestád y … en su real nombre, y fue desta manera: Que, desenvainada su espada, dio tres cuchilladas en señal de posesión en un árbol grande que se dice ceiba, que estaba en la plaza de aquel gran patio…»

En Centla se fundó la ciudad, llamada Santa María de la Victoria,  es decir, la primera creada por los españoles en tierra mexica.

Al dí­a siguiente el cuartel de Cortés fue visitado por varios de los caciques más principales de la región. Le traí­an la petición de paz junto a multitud de regalos de oro y veinte esclavas, entre las que se encontraba Malinche, hija de un cacique, que llamó la atención de Cortés por su porte y belleza, que entregó  al capitán Alonso Hernández Portocarrero. Más tarde la adoptarí­a como intérprete, ya que dominaba tanto la lengua maya como la mexica, el nahuatl. La india Malinche fue una pieza clave en la conquista del imperio mexica, cuyos servicios de traducción junto a Jerónimo de Aguilar, facilitaron las relaciones de los españoles con los pueblos americanos. Más adelante, acogida por el propio Cortés y bautizada, se convirtió en doña Marina.  El  ya nombrado Bernal Díaz del Castillo habla constantemente de la «gran mujer«: «Sin la ayuda de doña Marina, escribe, no hubiéramos entendido los idiomas de la Nueva España y de México«.

Tras varios dí­as de descanso y recuperación, sobre todo para los heridos, que eran muchos, Cortés ordenó seguir el viaje por las costas mexicanas hasta llegar a San Juan de Ulúa, reconociendo los lugares que visitó Grijalba en la expedición anterior. Allí­ arribaron el 22 de abril de 1519 y fundaron la Villa Rica de la Vera Cruz, que más adelante se convertirí­a en una de las ciudades más importantes del Nuevo Mundo por ser puerto de entrada a toda Nueva España y Norteamérica. Puerto desde el que iniciaron la ruta hacia la capital azteca, Tecnochritlan.

               En conclusión, la batalla de Centla bien puede considerarse un buen ejemplo de la superioridad que provoca el uso de armas y recursos de nueva tecnología frente a la superioridad numérica que implicaban las fuerzas de los agresivos y valientes mayas-chontales del cacique Tabscoob. Cacique que, sin apercibirse, al entregarle a la bella Malinche, le proporcionó a Cortés la llave para abrir la puerta de la comunicación con el mundo azteca.

Francisco Gilet

BIBLIOGRAFIA

Díaz del Castillo, Bernal (2005). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: Manuscrito «Guatemala».

J.J. Esparza, La gran aventura de la conquista de América

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