La cultura literaria visigoda: de Isidoro a Eugenio

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Para poder hablar de cultura visigoda debemos delimitar el período de tiempo que tomaremos como partida. Los godos no se trasladan a la Península Ibérica hasta caer derrotados por los francos en la batalla de Vouillé (507). En el año 526 sube al trono Amalarico liberándose Hispania de la tutela de Roma. A partir de este momento podemos empezar a hablar de cultura visigoda.

En los primeros momentos se produjo una mezcla de la cultura romana, perfectamente asentada, con la nueva cultura goda. Pero pronto podremos encontrar ejemplos literarios propios de los nuevos pobladores. Para comprender la cultura de los siglos VI y VII debemos conocer los tratados uiris illustribus.

Estos tratados suponen un género que adquiere relevancia a partir de Jerónimo de Estridón (¿?-420) y que es continuado sobre todo por Isidoro de Sevilla (¿?-636) e Ildefonso de Toledo (607-667). Podríamos decir que son una especie de biografías, sin llegar a serlo. Isidoro escoge figuras representativas, siempre desde el punto de vista religioso ortodoxo y percibe gran interés por mencionar a escritores hispánicos. La tendencia a la reducción de autores de la península se agudiza en Ildefonso.

La finalidad principal de los uiris illustribus es proporcionar un diccionario de escritores. Los autores Isidoro e Ildefonso, son jerarquías eclesiásticas, los personajes elegidos son clérigos o monjes y sus textos tienen interés especialmente para la Iglesia.

Mención especial, en la literatura de la época, merecen las Etymologiae –Etimologías ― de Isidoro de Sevilla. La RAE define etimología como: “origen de las palabras, razón de su existencia, de su significación y de su forma”. La utilidad de las etimologías, según Isidoro, es que “si se sabe cuál es el origen de una palabra, más rápidamente se comprenderá su sentido”. Las etimologías están concebidas para entender la cultura del pasado, pero también para atender las necesidades del presente, es decir para cubrir las necesidades culturales de la sociedad en la que vive. A este respecto cabe destacar la labor de los primeros libros.

Los libros del I al IV se corresponden con el saber básico en distintas materias. Los tres primeros conservan la forma tradicional del triuium y el quadriuium. El libro I contiene la gramática, el II la retórica y la dialéctica y el III las cuatro materias integrantes del quadriuium: aritmética, geometría, música y astronomía. El capítulo sobre prosa se limita a definirla como soluta oratio y afirmar que los escritores utilizaron la poseía con anterioridad. Como cierre del libro I, y dentro de la prosa, concede un tratamiento específico a lo que llama fábula y la historia. Con la fábula se refiere a relatos en prosa transmitidos oralmente y que no corresponden a la realidad, y con la historia los relatos en prosa que transmiten hechos reales.

El libro IV lo dedica a la medicina y el libro V a leyes, nociones sobre el tiempo y breve crónica. Un manual como son las Etimologías está destinado al maestro que se encarga de impartir estas materias. El magister hispánico del siglo VII incluye entre sus discípulos a hombres que deben conocer la medicina, la ley y la historia para sentar las bases del conocimiento en futuros médicos y legisladores.

Hasta el libro VI no se percibe orientación cristiana en los contenidos, podemos decir que, hasta aquí, la Etimologías suponen un nuevo modo de presentar las materias tradicionales de acuerdo con las nuevas enseñanzas. El libro VI atiende a las normas por las que se rige la Iglesia. El capítulo inicial sirve de introducción, la doctrina se encuentra en la Biblia. El magister debe conocer la auténtica y rechazar las apócrifas. La Biblia le lleva a las bibliotecas griegas y romanas, y como final menciona a la de Alejandría. La de Alejandría le lleva a la Septuaginta ― primera traducción al griego del Antiguo Testamento ― y ésta a las distintas versiones de la Biblia hasta llegar a san Jerónimo, traductor de la Biblia al latín conocida como Vulgata.

Hasta aquí llegamos con las Etimologías de san Isidoro para aludir a otros estilos literarios mencionables en la cultura goda. De especial relevancia son los textos escritos y sus destinatarios como la prosa, las epístolas y la poesía. La literatura en prosa de estos siglos es muy variada y funcional, normalmente se aplica a una finalidad muy concreta. Esencialmente está reducida al ámbito de la Iglesia y, por lo tanto, los destinatarios de los textos son clérigos. A los clérigos y monjes van dirigidas expresamente las obras doctrinales, algunas de las cuales requieren una preparación adecuada. Obras de esta entidad son el de fide catholica y el libro II de las Differentiae de Isidoro, así como el De perpertuae uirginitate beatae Mariae de Ildefonso de Toledo.

Con el fin de facilitar la comprensión de las Sagradas Escrituras se elaboraron comentarios a distintos libros o aspectos de la Biblia. Ejemplos de este tipo de literatura son los Prooemia, De ortu et obitu Patrum, Allegoriae, Questiones in vetus Testamentum de Isidoro de Sevilla.

Además de obras de carácter religioso y doctrinal de Isidoro sobresalen su Historia de los godos, vándalos y alanos y las Crónicas. Este tipo de obras estarían destinas, aparte de al estamento clerical, también al grupo civil que ocupa cargos políticos de relevancia.

La comunicación epistolar tuvo importancia entre ciertos personajes del siglo VII, se conservan cartas de obispos, las principales las de Braulio de Zaragoza. Casi todas las epístolas se mueven en un marco de relaciones oficiales, sea el destinatario un religioso o un político. Especial importancia tiene la correspondencia que hubo entre Braulio e Isidoro que deja entrever el proceso de edición de las Etimologías.

Dentro del marco de la poesía destacamos una obra del rey Sisebuto que es Carmen de luna que sirve como colofón al de rerum natura de Isidoro, obra compuesta a petición del rey. Si atendemos a las reminiscencias de autores presentes en el poema, deducimos que Sisebuto manejó un gran número de autores clásicos y no clásicos: Lucrecio, Virgilio, Horacio, Ovidio, Marciano Capela, Claudiano, etc. En la obra se aprecia claramente como la intención del rey es mostrar el alcance de su cultura, empleando palabras y fórmulas extraídas de los poetas clásicos.

Un caso muy distinto es el de Eugenio de Toledo, su poesía responde a la cultura de un hombre preparado que no pretende recrear la Antigüedad clásica.

En conclusión, podemos decir que la literatura visigoda en España estuvo representada por religiosos muy seleccionados y dedicados principalmente a la formación del clero y de personajes influyentes en la sociedad. Sin duda alguna el personaje que representa el apogeo literario de la época es san Isidoro de Sevilla, se caracteriza por el carácter multidisciplinar de sus conocimientos que se traduce en obras de exegética, de dogmática y polémica, de liturgia, de historia, de gramática y de ciencias exactas. Una de sus obras magistrales son su Etimologías que suponen una inmensa compilación en las que se condensa todo el conocimiento de su tiempo.

José Carlos Sacristán

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