Juan de Mariana

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El jesuita, teólogo, historiador, filólogo y filósofo político, Juan de Mariana, muy posiblemente fuera un hijo ilegítimo de Juan Martínez de Mariana, deán de Talavera y de Bernardina Rodríguez. Adoptado por Juan Salguero, consta bautizado en el pueblecito Lapueblanueva, próximo a Talavera, el 2 de abril de 1536.En 1547, ingresó en la Universidad de Alcalá, para estudiar Filosofía u Teología. Aquel jovencísimo Mariana, siendo un destacado alumno, inició amistades, en especial con Jerónimo Nadal, enviado a la universidad por el propio Ignacio de Loyola. Seguramente este debió ser el motivo de que, jovencísimo, recién cumplidos los diecisiete años ingresase en la Compañía de Jesús. Tal hecho motivó que se trasladase a Simancas, en 1552, para completar el noviciado. El director espiritual no pudo ser más destacado, Francisco de Borja. Finalizado ya tal noviciado regresó de nuevo a Alcalá para completar su formación. Fue en tales tiempos en los cuales Diego Laínez, el que sería segunda general de la Compañía, le eligió para impartir clases de Teología en el Colegio Romano que los jesuitas habían levantado en la Ciudad Eterna.

Entre sus alumnos llegaría a destacar Roberto Bellarmino, sobrino del papa Marcelo II, futuro Cardenal y arzobispo de Padua, custodio de la Biblioteca Vaticana, y autor de la certificación que se expidió en favor de Galileo, como miembro de la Congregación del Santo Oficio.

En 1561 Juan de Mariana recibió el orden sagrado, para instalarse en el colegio de Cleremont en París e impartir la doctrina de santo Tomás de Aquino y doctorarse en Teología por la Sorbona. Fueron tiempos en los cuales coincidieron los intentos por parte de los Jesuitas de incorporar dicho Colegio a la Universidad de la Sorbona, pretensión que no lograron. Así como de los sangrientos acontecimientos de la famosa noche de san Bartolomé, con la matanza de protestantes-hugonotes por los parisinos católicos fanáticos, a pesar de los supuestos esfuerzos para impedirla del rey francés, Carlos IX, sin tampoco poder precisarse la intervención de su madre Catalina de Médicis. Matanza que no era sino un reflejo de la desunión religiosa tan criticada por Mariana.

Bien sea por razones de salud, siempre delicada en Mariana, o por razones de obediencia, lo cierto es que, en 1574 regresó a España, estableciéndose en la Casa Profesa que la Compañía tenia en Toledo. Allí se dedicó exclusivamente al estudio para llegar a ser reconocido como una prestigiosa autoridad en Teología y un afamado especialista en lenguas orientales. De tales investigaciones filosóficas surgió su nombramiento por el Santo Oficio como examinador sinodal de la edición siríaca de la Biblia Políglota, la llamada Biblia Regia que Arias Montano había publicado en Amberes. Y, continuando con el reconocimiento a su labor investigadora, fue nombrado censor de todas las publicaciones sobre la Sagrada Escritura. Así en 1581 colaboró en un Manual para la administración de los Sacramentos con su amigo García Loaysa, confesor de Carlos I y consejero de Felipe II. En 1584 le llegó un encargo por parte del inquisidor general Quiroga para que, junto con otros teólogos, elaborase un nuevo Índice de libros prohibidos. Existen serias dudas sobre el agrado que le pudo producir tal encargo.

Llegados a 1592, publica en Toledo en latín Historae de rebus Hispaniae libri XXV, que en 1601 tradujo al castellano, con el titulo de Historia de España. La edición integra de la Historia libri XXX se publicó en Maguncia en 1605. La obra arranca de los tiempos remotos de España para llegar a la muerte de Fernando el Católico, debido a que, según sus propias palabras; «No me atreví a pasar más adelante y relatar las cosas más modernas, por no lastimar a algunos si decía la verdad, ni faltar al deber si la disimulaba»

Prosiguió con su incesante labor investigadora para entre 1595 y 1599 revisar las obras de san Isidoro, y en 1599 publicar con destino a la educación de Felipe III, De Rege et regiss institutione libri III. El primero de los De Rege va destinado al origen, limites y carácter del poder monárquico, estudiándose las ventajas y desventajas de las formas distintas de gobierno y la cuestión del tiranicidio. El segundo lo dedica a la educación del príncipe y el tercero a los deberes del Rey en relación a la justicia, la agricultura, los impuestos, la propiedad, la guerra y demás temas o cuestiones relativos al buen gobierno, estimado como un arte. Se trata del tratado más completo, desde un punto de vista filosófico y teórico de los conocidos como espejo de príncipes.

De pronto, surgió el conflicto. El P. Mariana había osado incluir la frase
«¡Serenidad insigne, hazaña memorable!», con ocasión del asesinato en 1589 del rey de Francia Enrique III, a manos de Jacobo Clemente. Y el 14 de mayo de 1610, cuando su sucesor, Enrique IV, fue asesinado por el monje Ravillac, los enemigos de la Compañía expandieron el rumor de que el monje había bebido del De Rege a la hora de sentirse impulsado al asesinato del cuarto Enrique. Aunque tal hecho no parece que tuviese trascendencia, la obra fue condenada por la Sorbona, acordando el Parlamento el 8 de junio de 1610 la quema pública del libro, como así aconteció en el atrio de la catedral de Paris. En 1605, apareció una segunda edición en la ciudad alemana de Maiz, en donde, aparte de cambios en el estilo, añadió el capítulo «De Moneta» relativo a la moneda y, de paso, eliminó la frase de ensalzamiento al asesino de Enrique III.

De Rege et regis institutione, es considerada una obra literaria tan notable como para ser comparada con el Quijote, desde la perspectiva de la teoría política que contiene. Y no se trata de un simple y pesado trabajo escolástico, sino que al introducir episodios históricos para ilustrar los conceptos filosóficos produce el efecto de llegar a la teoría política a través de la Historia y no de la Teología.

«La finalidad de la obra es establecer límites claros al poder político fundándose para ello en la tradición aristotélico-tomista, según la cual la sociedad es anterior al poder político y por lo tanto aquélla puede recuperar sus derechos originales si el Gobierno no le es de utilidad. Por eso desarrolla la doctrina sobre el tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de matar al tirano a un individuo cualquiera. Pero aún va más allá, y algunos han visto bosquejadas en muchas de sus ideas principios plenamente liberales, aunque subordinados siempre a la religión». R.A. de la Historia.

En 1599 salió a la luz en Toledo De ponderibus et mensuris. El objetivo de este trabajo es el de dar a conocer los pesos antiguos y las medidas para áridos, líquidos y superficies. Fijando el valor del as, de la libra, de la onza, del sextario y del pie romano, se ocupó de establecer equivalencias entre los pesos y medidas hebreas, griegas, romanas y toledanas. Continuó el P. Mariana con su ingente labor editora, hasta llegar de Monetae Mutatione, donde se denunciaban las mutaciones y manipulaciones monetarias que desde junio de 1602 se practicaban por parte de Felipe III, eliminando la plata de las monedas de vellón para fabricarlas en cobre exclusivamente. Fueron tales hechos y las ideas de Mariana las que pusieron en cuestión la potestad de los reyes para disponer de los bienes de sus ciudadanos, añadido a sus ideas sobre la legitimidad y limitaciones del poder, cuyos pilares no eran sino el conocimiento y consentimiento de los ciudadanos. Se trataba de configurar la teoría impositiva del P. Mariana, al tiempo que la defensa, por su parte, de una moneda sana y libre de manipulaciones estatales, exponiendo la teoría, nítidamente, en cuanto a que la adulteración de la moneda sin autorización o consentimiento del pueblo convertía al monarca en tirano, apropiador de la propiedad de sus súbditos.

Fue este volumen, De monetae mutatione, el que le ocasionó el que se desencadenase en su contra una causa por parte de la Inquisición. El fiscal, el 27 de octubre de 1609, presentó los cargos contra Juan de Mariana. Afirmando que «dolorosa y maliciosamente y de propósito, y con gran ofensa y escándalo de la república ha hecho libelos inflamatorios y hécholos imprimir con atrevimiento y osadía nunca en estos ni en otros tiempos usada», lo cual aproximaba a Juan de Mariana al delito de Laesa Majestate. Expuestos los cargos y la petición de sentencia por la cual se obligase al jesuita a retractarse, más las penas que la justicia seglar pudiese imponer a los delitos, el padre Mariana solicitó el 28 de octubre turno de defensa, para el 3 de noviembre exponer su alegato exculpatorio.

Felipe III pretendió que la causa fuese sentenciada en Roma, pero no tuvo acuerdo favorable a su petición, anunciando el juez apostólico que dictaría sentencia el 11 de enero de 1610, posteriormente aplazada el 18 del mismo mes. Sin embargo, de todo el legajo de copias del proceso no resulta la existencia de tal sentencia. Opiniones existen que refieren que dicha sentencia no llegó nunca a publicarse. Sea como sea, lo cierto es que de Mariana fue recluido en el convento de san Francisco de Madrid, ya desaparecido.

Naturalmene, el Duque de Lerma, principal afectado por la obra de Juan de Mariana, dio orden a todos los embajadores españoles de que adquiriesen los tratados publicados del jesuita y los retirasen de la circulación. Tal orden del válido del rey se cumplió con total prontitud y eficacia. El mayor político, ejemplo eximio del nepotismo, no podía ser desobedecido en lo más mínimo.

La publicación de su Discurso sobre las cosas de la Compañía de Jesús, en enero de 1624, de nuevo le obligó a defenderse, esta vez ante la Santa Sede. Un trabajo que venía a relatar los usos y costumbres de la compañía jesuítica. Fue traducida al latín para no ser publicada sino hasta 1768, expulsados de España los jesuitas. Fallecido el P. Mariana, a solicitud de la Compañía de Jesús, la Inquisición dio orden de recoger toda cuanto copia se hallase, para el 17 de junio de 1627 el Discurso quedar incluido en el Índice de Libros Prohibidos.

La muerte le sorprendió en Toledo a los ochenta y siete años, en 1624, como siempre trabajando, en este caso en unos Escolios al Antiguo y Nuevo Testamento, obra de exégesis bíblica que se fundamentaba en el texto de la Vulgata.

Cabe concluir que la raíz del pensamiento de Juan de Mariana es patriótica, al exponer la grandeza de nuestro país, relatando, unificados, los hechos de todos los reinos hispánicos

Francisco Gilet

Bibliografia

Ballesteros Gaibroi, M. (1939). Padre Juan de Mariana. Pensador y político.

F. J. Pérez Campos, “El Padre Juan de Mariana. Referencia explícita a ‘De Mutatione Monetae

G. Fernández de la Mora, “El proceso del Padre Mariana”

R. Fernández Delgado, Liberalismo y estatismo en el siglo de oro español. Un estudio comparado del pensamiento económico de Juan de Mariana y Sancho de Moncada,

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