El CID Y SUS GRANDES BATALLAS

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Poema de Mío Cid

Todos caen sobre aquel grupo donde Bermúdez se entró.

Éranse trescientas lanzas, cada cual con su pendón.

Cada guerrero del Cid a un enemigo mató,

al revolver para atrás otros tantos muertos son.

Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar;

allí vierais tanta adarga romper y agujerear,

las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar

y tantos pendones blancos que rojos de sangre están

y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.

A Santiago y a Mahoma todo se vuelve invocar.

(Poema de Mío Cid)

GRAUS (1063)

En el siglo XI la Península Ibérica era un mosaico de taifas musulmanas desde la segregación del califato de Córdoba, mientras que por parte cristiana la situación era muy compleja: en 1035 había muerto Sancho III el Mayor, quedando en manos de su primogénito Ramiro el pequeño condado de Aragón, mientras a Gonzalo le correspondió los condados de Sobrarbe y Ribagorza, a García Sánchez Pamplona y a Fernando el condado de Castilla, siendo este último, tras su matrimonio con Sancha, hermana de Bermudo III de León, quien se convertiría en el rey cristiano más poderoso de la Península Ibérica.

En 1063 Fernando recibió una petición de auxilio por parte de la taifa de Zaragoza y de su rey al-Muqtádir, quien llevaba años pagando las parias correspondientes para su asegurar su protección, tras ser atacado por el hermano del rey, Ramiro, quien se había fijado un objetivo: la toma de Barbastro, aunque antes los aragoneses debían conquistar la fortaleza de Graus.

El asedio de las tropas aragonesas a Graus comenzó tras el inverno de 1063. Fernando I organizó un socorro bajo el mando de su hijo Sancho, y junto a él viajaría Rodrigo Díaz de Vivar. Tras veintisiete días de marcha, los soldados castellanos llegaron a la fortaleza sitiada, iniciándose una batalla que al comienzo se decantó por el contingente aragonés, hasta que un hecho cambió el curso de la contienda: Ramiro fue engañado por un musulmán vestido de soldado cristiano y resultó herido al clavarle una lanza en el ojo

LLANTADA (1068)

19 de julio de 1068. Sancho II de Castilla, en cuya hueste formaba Rodrigo Díaz de Vivar, derrotó a su hermano, Alfonso VI de León en la batalla de Llantada.

               Tal y como se acostumbraba en la época, al morir Fernando I dejó en su testamento la división de sus territorios entre los herederos, algo que disgustó a Sancho, que siempre se consideró como el único heredero legítimo. Fue así como de inició un periodo de siete años de guerras entre los tres hijos varones.

Antes de la batalla de Llanatada, Sancho y Alfonso pactaron que el que resultara vencedor en ella obtendría el reino del otro, por lo que tuvo el carácter de duelo judicial, pero Alfonso no cumplió lo acordado.

Esta batalla aumentaría el prestigio como guerrero del alférez del rey, Rodrigo Díaz de Vivar.

El conflicto provocó la práctica desaparición de la población de Llantada y del cercano núcleo de Fuentepiñel, algunos de cuyos supervivientes emigrarían hacia el sur del Duero siguiendo a Pedro Ansúrez, fundador de Valladolid.

Del lugar de la batalla quedan algunos recuerdos. Como por ejemplo, la ermita de la Virgen de Lantada, con una pequeña talla románica de virgen sedente con Niño, o el puente Fitero, en Itero de la Vega, un puente de once arcadas sobre el río Pisuerga que, al parecer, fue mandado construir por el rey Sancho II de Castilla para celebrar la victoria sobre el rey de León.

GOLPEJERA (1072)

[…] En las batallas que el rey Sancho libró con el rey Alfonso en Llantada y Golpejera, donde le venció, Rodrigo Díaz llevó el pendón real del rey Sancho y se destacó y sobresalió entre todos los soldados de su ejército. […]

(Historia Roderici)

Esta batalla tuvo lugar, posiblemente, algún día entre la Navidad del 1071 y el 12 de enero 1072 y enfrentó una vez más a los ejércitos de Sancho II de Castilla y de su hermano Alfonso VI de León.

Tras la batalla de Llantada, y una vez expulsado al hermano menor, García II, del reino de Galicia, los dos reyes se volvieron a enfrentar en un combate que culminó con la derrota y prisión de Alfonso VI a manos de las tropas de Sancho y su portaestandarte, Rodrigo Díaz.

Alfonso VI fue conducido preso y encadenado hasta Burgos y posteriormente, en mayo o junio, desterrado a Toledo. De este modo, Sancho II se convirtió en rey de todos los dominios que habían sido de su padre: León, Castilla y Galicia.

Según narra la Crónica Najerense de inicio la victoria favoreció a Alfonso, pero durante la noche Sancho reorganizó a sus tropas y en una contraofensiva sorprendió a los leoneses, capturando a su hermano, que se había acogido a sagrado en la iglesia de Santa María de Carrión.

Post hec Sancius Rex cepit dimicare aduersus fratrem suum Adefonsum Regem ut caperei regnum eius, et constituerunt diem et locum designatum in Plantata, ut dimicarent ad inuicem, et quisquis uictoriam acceperit accipiat et regnum fratris sui. Et uenerunt ad constitutum diem, et pugnauerunt ad inuicem, et ibi uictus fuit Adefonsus Rex et reuersus est Legioni. Iterum stabilierunt litem in Golpellera, et ibi captus est in pugna Adefonsus rex, et missus in uinculis, et ductus Burgis. Deinde in exilio in Tholeto cum rege Alimemone, ei ibi fuit cum eo exiliautus usque ad mortem fratis sui Sancii regis.

(Después de esto, el rey Sancho comenzó a pelear contra su hermano el rey Alfonso para apoderarse de su reino, y acordaron un día y un lugar señalado en Plantata, para que pelearan hasta el final, y el que ganara la victoria también tomaría su reino del hermano. Y llegaron el día señalado, y pelearon en el turno, y allí el rey Alfonso fue derrotado y regresó a la León. Volvieron a resolver el pleito en Golpellera, y allí el rey Alfonso fue capturado en la batalla, y enviado encadenado, y conducido a Burgos. Luego, en el exilio en Toledo con el rey Alimemon, estuvo exiliado allí con él hasta la muerte de su hermano Sancho el rey).

(Crónica de Pelayo)

               Por otro lado, la Crónica Najerense y los Anales Castellanos Segundos localizan la batalla de Llantada en las cercanías de Carrión de los Condes. Siglos más tarde, Prudencio de Sandoval lo sitúa en un paraje llamado Villaverde de Valpellage, a unas cinco leguas al suroeste de Carrión de los Condes y en 1999 José M.ª Anguita y Lourdes Burgos la sitúan en los términos actuales de Villarmentero de Campos y Lomas (Palencia).

CABRA (1079)

Rodrigo Díaz fue enviado por Alfonso VI a cobrar las parias del rey de Sevilla al-Mutámid, mientras otra delegación, encabezada por García Ordóñez, se disponía a hacer lo mismo con Abd Allah ibn Buluggin de Granada.

               Cuando el Cid estaba en Sevilla, Ibn Buluggin emprendió un ataque contra al-Mutámid, pero fue interceptado en el castillo de Cabra.

Cuando Rodrigo Díaz llegó junto a Mulamid, en seguida se le anunció que el rey de Granada se dirigía con la ayuda de los cristianos contra Mulamid y su reino. Entonces envió una carta al rey de Granada y a los cristianos que estaban con él diciéndoles que en consideración a su señor, el rey Alfonso, desistieran de atacar al rey de Sevilla y de entrar en su reino. Pero ellos, confiados en la multitud de su ejército, no sólo no quisieron oír sus ruegos, sino que incluso los despreciaron. Llegaron, pues, saqueando todo aquel territorio, hasta el castillo que se llama Cabra. 8. Al oír y cerciorarse de ello, Rodrigo Díaz al punto salió a su encuentro con su ejército y allí libró con ellos cruel combate; la lucha entablada entre ellos duró desde la mañana hasta el mediodía. Se produjo una gran matanza y carnicería en el ejército del rey de Granada, tanto de sarracenos como de cristianos, hasta que todos, vencidos y en desorden, huyeron del rostro de Rodrigo Díaz. Fueron capturados en este combate el conde García Ordóñez, Lope Sánchez. Diego Pérez y otros muchos de sus caballeros. Después de conseguir este triunfo, Rodrigo Díaz los tuvo presos tres días. Luego les quitó las tiendas y todo su botín y así les permitió que se fueran perdonándoles la vida. (Historia Roderici)

A su regreso a Sevilla, Rodrigo el Campeador cobró las parias y fue recibido con honores y recompensado por al-Mutámid con valiosos regalos destinados a Alfonso VI, acompañados de la firma de un tratado de paz.

TÉVAR (1090)

Año 1090. Las tropas del rey Al-Múndir de la taifa de Lérida, comandadas por Berenguer Ramón II de Barcelona, se enfrentaron contra la mesnada del Campeador, con el resultado de victoria del Cid y captura del conde barcelonés.

               En aquellos momentos El Cid se encontraba efectuando su campaña levantina después de su segundo destierro. Ya controlaba el territorio de lo que había sido la taifa de Denia, en esos momentos perteneciente al rey musulmán de la taifa de Lérida, y cuya protección estaba encomendada, mediante el pago de parias, al conde de Barcelona Berenguer Ramón II el Fratricida.

Rodrigo Díaz se trasladó desde Burriana a Morella, invadiendo territorio del rey de Lérida. Tras intentar una gran coalición con Sancho Ramírez de Aragón, del conde Armengol IV de Urgel y Al-Musta’in II de Zaragoza contra el Cid, el rey de Lérida solo consiguió el apoyo de Berenguer, pero poco pudo hacer: en el pinar de Tévar (probablemente el pinar de Pereroles o sus aledaños, en el extremo norte de la provincia de Castellón, en las cercanías de La Puebla de Alcolea), el conde fue capturado por El Cid.

Rodrigo se marchó de los alrededores de Valencia y llegó a Burriana. Allí supo con seguridad que al-Hayib de Lérida y Tortosa intentaba aliar contra él a Sancho, rey de los aragoneses, Berenguer. conde de Barcelona, y Ermengol, conde de Urgel, para poder echarlo y expulsarlo de sus tierras y de todas las comarcas de su reino. Sin embargo, el rey Sancho y el conde Ermengol no quisieron acceder a sus ruegos n i ayudarle frente a Rodrigo. Rodrigo permaneció en Burriana inmóvil como una roca (Historia Roderici).

Aunque el ejército del Campeador era inferior en número, el castellano situó sus tropas a la entrada del valle de una zona de bosque montañoso, el pinar de Tévar. El ejército enemigo marchaba al mando de Berenguer Ramón II el Fratricida. Posiblemente ambos recordaran el enfrentamiento pasado en la batalla de Almenar; el caso es que la Historia Roderici hace pensar en que sostuvieron un intercambio de mensajes en el que se provocaban mutuamente.

Yo, Rodrigo, te saludo junto con mis compañeros a ti, conde Berenguer y a tus hombres. Ten por seguro que escuché tu carta y comprendí muy bien su contenido. Dijiste en ella que yo escribí una carta a Musta’in en la que me burlaba de ti y te ultrajaba a ti y a tus hombres. Dijiste verdad: me burlé de ti y de tus hombres y aún ahora me burlo. Te diré por qué me mofé de ti. Cuando estabas con Musta’in en los alrededores de Calatayud, me ultrajaste delante de él diciéndole que por el temor que te tenía no me había atrevido a entrar en estas tierras. También tus compañeros, Raimundo de Barbará y otros soldados, que estaban con él, dijeron esto mismo al rey Alfonso, burlándose de mí en Castilla delante de los castellanos.

El conde de Barcelona decidió que un contingente de sus caballeros ascendiese durante la noche el monte a cuyos pies acampaba la hueste del Cid para atacar por sorpresa su retaguardia. Según la Estoria de España de Alfonso X el Sabio, Rodrigo ideó que esa misma noche unos cuantos de sus hombres se dejaran prender por los barceloneses, con el fin de informarles erróneamente de sus planes.

Al día siguiente, muy temprano, el conde y sus soldados, dando gritos alrededor del campamento de Rodrigo, irrumpieron allí contra ellos. Al ver esto Rodrigo, rechinando sus dientes, mandó al punto a sus caballeros vestir las lorigas y ordenar animosamente sus haces contra los enemigos. Rodrigo se lanzó velozmente contra la formación del conde y la desbarató y venció al primer encuentro. Sin embargo, en el mismo ataque cayó de su caballo, mientras luchaba con gran arrojo, quedando magullado y herido. No obstante, sus soldados no desistieron de luchar. sino que pelearon con fuerte ánimo hasta que vencieron al conde y a todo su ejército, consiguiendo valerosamente la victoria sobre ellos. Al fin, tras pasar a cuchillo y matar a muchos de aquéllos, prendieron al propio conde y lo llevaron cautivo a Rodrigo con casi cinco mil de los suyos, hechos prisioneros en aquel combate

Rodrigo Díaz negoció la liberación de los aristócratas catalanes a cambio de cuantiosos rescates que, según la Historia Roderici, ascendieron a ochenta mil marcos de oro.

El Campeador se retiró a curarse de sus heridas a un lugar llamado «Salarca» en la Historia Roderici, que puede referirse a la «Shaqarqa» que las fuentes árabes sitúan cerca de Zaragoza, donde Rodrigo permaneció por dos meses. Luego se instaló en Daroca, posiblemente en el invierno del año 1090-1091, donde el castellano estuvo gravemente enfermo, quizá a consecuencia de la infección de heridas causadas por la caída del caballo en Tévar. Esta coyuntura fue aprovechada por Berenguer Ramón II para pedirle un tratado de paz, solicitud a la que en un principio el Cid se negó pero que acabó aceptando.

CUARTE (1094)

Yusuf, rey de los almorávides, al oír que Valencia ya había sido tomada y saqueada por Rodrigo con impetuoso ataque, montó en terrible cólera y se entristeció sobremanera. Después de celebrar consejo con los suyos, nombró jefe de Al-Andalus a uno de su familia, hijo de su hermana, llamado Muhammad. Le envió con una gran hueste de infieles, almorávides y musulmanes de todo el Al-Andalus a asediar Valencia y llevar a Rodrigo ante él, cautivo y cargado de cadenas de hierro.(Historia Roderici)

Rodrigo Díaz de Vivar, ya convertido en todo un guerrero de prestigio, tuvo que enfrentarse junto a sus mesnadas contra el Imperio almorávide en Cuéllar, a cuatro millas de Valencia,en una de las batallas más violentas de las que se tienen constancia.

Un día, mientras rodeaban los muros de la ciudad gritando, vociferando y luchando, según acostumbraban, y creían poder tomarla con sus fuerzas, Rodrigo, guerrero invencible, que confiaba con todo su ánimo en el Señor y en su clemencia, salió audaz y virilmente con los suyos ben armados, gritándoles y atemorizándoles con amenazas. Les atacó y después de entablar con ellos una gran batalla, venció con la ayuda de Dios a todos los almorávides. De tal manera con la ayuda de Dios, consiguió el triunfo y la victoria sobre ellos que, vencidos y retrocediendo, se dieron a la fuga.

Esta gran victoria le aseguró a Rodrigo asegurar su sitio de Valencia como plaza cristiana hasta el día de su muerte.

BAIRÉN (1097)

Saliendo hacia el mediodía bajaron juntos hasta la costa y asentaron sus campamentos frente a Bairen. Al día siguiente, Muhammad, con una grande e innumerable multitud de almorávides, musulmanes de Al-Andalus y de todos los pueblos infieles, se preparó para iniciar la lucha contra el rey y Rodrigo. En aquel lugar había un gran monte de casi cuarenta estadios de longitud en el que estaba el campamento de los sarracenos. Por la otra parte, se extendía el mar con gran cantidad de navíos almorávides y de musulmanes de Al-Andalus desde los que atacaban a los cristianos con flechas y arcos. Desde el monte los hostilizaban con otras armas. Ante esto, los cristianos se atemorizaron cundiendo el pánico entre ellos.

               Esta fue la última gran batalla en la que El Cid participó, de nuevo victorioso. Para hacer frente al ejército de Muhammad ibn Tasufin, rey de los almorávides, se alió junto con Pedro I de Aragón, y la clave del triunfo estuvo, una vez más, en la capacidad estratégica del de Vivar.

En virtud del pacto con el aragonés, el Cid partió junto a las tropas aragonesas para abastecer de municiones y víveres su fortaleza del castillo de Peña Cadiella, restaurada por el propio Campeador para dominar los accesos a Valencia desde del sur.

Muhammad ibn Tasufin, comandante en jefe del ejército islámico, salió al encuentro de las tropas conjuntas cristianas en Játiva, pero estas lograron llegar a Peña Cadiella y abastecerla. Rápidamente, comenzaron el regreso hacia el este, tomando la ruta de la costa y acampando en Bairén, al norte de Gandía.

Al día siguiente, Muhammad, con una grande e innumerable multitud de almorávides, musulmanes de Al-Andalus y de todos los pueblos infieles, se preparó para iniciar la lucha contra el rey y Rodrigo. En aquel lugar había un gran monte de casi cuarenta estadios de longitud en el que estaba el campamento de los sarracenos. Por la otra parte, se extendía el mar con gran cantidad de navíos almorávides y de musulmanes de Al-Andalus desde los que atacaban a los cristianos con flechas y arcos. Desde el monte los hostilizaban con otras armas. Ante esto, los cristianos se atemorizaron cundiendo el pánico entre ellos. Rodrigo al verlos temerosos y llenos de miedo enseguida montó sobre su caballo y, bien armado, comenzó a recorrer el ejército de los cristianos arengándoles de esta manera: “ Escuchadme, compañeros míos muy queridos y amados, sed fuertes y valerosos en el combate, tened ánimo como hombres que sois, y de ningún modo tengáis miedo ni temáis su gran número porque hoy los entregará Jesucristo Señor Nuestro a nuestras manos y a nuestro poder». Al mediodía, el rey y Rodrigo los atacaron con el grueso de las tropas cristianas luchando con todas sus fuerzas tenazmente. Al fin, gracias a la ayuda y obra de la clemencia divina, los vencieron e hicieron huir. Algunos murieron a espada, otros al pasar el río y la inmensa mayoría se ahogó en el mar tratando de escapar.

Ricardo Aller Hernández

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