MARCOS JIMÉNEZ DE LA ESPADA, NATURALISTA

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Marcos Jiménez de la Espada y Evangelista

(Carta fechada a 3 de mayo de 1866, prefacio de Breve descripción de los viajes hechos en América por la Comisión científica enviada por el gobierno durante los años de 1862 a 1866)

Excelentísimo señor Marqués de la Vega de Armijo, ministro de Fomento:

Con fecha 14 de marzo recibimos una Real Orden, que nos honra con el encargo de escribir una obra de grandes dimensiones y carácter puramente científico en la que se consignen los adelantos y descubrimientos hechos durante los tres años y medio que ha durado nuestro viaje en las comarcas de la América Austral.

(…)

En nuestra particular, y en nombre de las ciencias españolas, tenemos que agradecer y esperar mucho de VE. Durante vuestro ministerio se organizó esta Comisión, si bien pobre por las cualidades de sus encargados, quizás preludio de otras mejores encomendadas, que saquen a las ciencias españolas de su letargo lastimoso.

(…)

Las ciencias españolas, tan brillantes en otra época, atraían a nuestra patria a todos los que deseaban instruirse: Córdoba, la Sultana, era la residencia del saber del viejo mundo, y encontraban escuelas, con razón más afamadas que ninguna de las de la Europa moderna.

EL PERSONAJE

Marcos Jiménez de la Espada y Evangelista nació en Cartagena el 5 de marzo de 1831. Nacido en el seno de una familia de clase media, residió en Valladolid, Barcelona y Sevilla, donde concluyó su bachiller en Filosofía en 1850, orientándose posteriormente al estudio de las Ciencias Naturales.

Jiménez de la Espada se formó en la Universidad Central de Madrid en la década de 1850, bajo la dirección de Mariano de la Paz Graells, comenzando su vida profesional en el Museo de Ciencias Naturales, donde fue nombrado ayudante en 1857 en la impartición de clases de Mineralogía y Geología, así como profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias de la Universidad. Dos años más tarde fue nombrado primer ayudante del Museo, haciéndose cargo de las clases de Zoología y Anatomía Comparada, labor que compaginó con la dirección de un pequeño zoológico de aclimatación que Graells acababa de instalar en el Jardín Botánico de Madrid.

1862. LA EXPEDICIÓN

El 9 de julio de 1862 Jiménez de la Espada fue designado miembro de la Comisión Científica del Pacífico, nombre que recibió la expedición compuesta que el Gobierno español agregó a una expedición naval con el objetivo de recoger ejemplares de los tres reinos de la naturaleza para incrementar las colecciones del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

La Comisión fue la expedición ultramarina española más importante durante la época isabelina y una de las tres expediciones enviadas a América a mediados del siglo XIX. Durante el siglo anterior España ya había organizado varias expediciones científicas importantes al continente americano: en 1777 al Virreinato del Perú, dirigida por Hipólito Ruiz y José Pavón, en 1783 al Nuevo Reino de Granada por parte de Celestino Mutis y Bosio y en 1787 al Virreinato de Nueva España al mando de Martín de Sessé y José Mariano Moziño, aparte de la realizada por Alejandro Malaspina en 1789.

Uno de los seis naturalistas que conformaban la Comisión (a la que se añadió un taxidermista y un fotógrafo-dibujante) fue Marcos Jiménez de la Espada, a quien le correspondió con apenas 31 años supervisar las recolecciones de mamíferos, aves y reptiles terrestres.

          A lo largo de cuatro años la Comisión recorrió tierras de los archipiélagos atlánticos de Canarias y Cabo Verde y exploró zonas de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Nicaragua y El Salvador, realizando observaciones geológicas, zoológicas, antropológicas, etnológicas, botánicas y geográficas que el cartagenero recogió en un Diario.

La Comisión Científica se vio afectada  por el conflicto  entre España y las repúblicas del Pacífico como Perú, Chile y Bolivia, que culminaron con el bombardeo de Valparaíso y Callao en 1866, aunque aquello no detuvo su investigación.

Influido por Alexander von Humboldtt, Jiménez de la Espada realizó un importante estudio de la naturaleza y el paisaje de aquellos lugares, realizando especial hincapié en las fuerzas telúricas y los volcanes, seis de los cuales llegó a alcanzar la cima, como el Izalco en El Salvador o el Chimborazo y el Sumaco ecuatorianos, una aventura no exenta de riesgos, como cuando al descender al Pichincha anduvo perdido tres días.

El volcán Pichincha, en cuyo inmenso cráter se perdió el señor Espada, quedando cuatro días sin comer, sufriendo aguaceros, nevadas y temblores de tierra; su salvación fue providencial (Manuel Almagro, compañero de expedición).

Parte de sus observaciones geológicas sobre el vulcanismo andino las publicó en 1872 en su estudio sobre “El volcán de Ansango”.

Pudo el señor Jiménez dela Espada traer 88 especies y 249 ejemplares de mamíferos; 1.117 y 3.478 de aves; 249 huevos de 84 especies de éstas; 150 especies y 087 ejemplares de reptiles; 49 huevos de 12 especies de éstos, y 786 ejemplares de 139 especies de anfibios; pero también hizo investigaciones geológicas en los volcanes americanos, cuyas erupciones son tan interesantes, como lo demostró publicando las reflexiones que le ocurrieron al visitar los restos eruptivos que se encuentran en la falda del nevado de Antisana, llamados Yana-volcán, Volcán de la Hacienda y Volcán de Ansango, y también no despreció nunca el estudio y recolección de objetos zoológicos de otras secciones de que no estaba encargado, y menos el de los etnográficos y el trato de los indios americanos, así como de sus hábitos (Francisco De Paula Martínez y Sáez. Nota biográfica leída en sesión pública en la Sociedad Geográfica de Madrid , celebrada el 6 de diciembre de 1898)

          A Jiménez de la Espada se le debe el primer envío a Europa de diversos ejemplares de la fauna americana, como la liebre de Patagonia, el guanaco, el cisne de cuello negro, el cóndor, un pavo silvestre del Perú y hasta dieciséis especies nuevas de ranas… Esa aportación le supuso el reconocimiento internacional: la Sociedad Imperial de Francia de Aclimatación le otorgó una medalla en su sesión plenaria anual de 23 de marzo de 1866.

De los ocho componentes de la expedición solo Francisco de Paula Martínez y Sáez, Jiménez de la Espada, Juan Isern y Manuel Almagro, intervinieron hasta el final. El resto abandonó.

          REGRESO A ESPAÑA

Al finalizar la Comisión nuestro personaje continuó estudiando la fauna sudamericana; así, dio a conocer nuevas especies de mamíferos del área del alto Amazonas, y estudió en profundidad los setecientos ochenta y seis ejemplares de anfibios que habían recolectado durante la expedición.

En el año 1871 promovió la constitución de la Sociedad Española de Historia Natural y en 1875 publicó Vertebrados del viaje al Pacífico, en el que realizó un nueva descripción de dieciocho géneros y veinticuatro especies previamente conocidos, así como una relación detallada de otros dos géneros, doce especies y tres subespecies nuevos. Este libro se considera todo un texto básico de la literatura zoológica que la Society for the Study of Amphibians and Reptiles reeditó en 1978.

Nombrado socio fundador de la Sociedad Geográfica de Madrid en 1876, también participó en la creación de la Asociación Española para la exploración del África (1877) y fue miembro de la Real Academia de la Historia, allá por 1883. Diez años más tarde se convirtió en miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en 1895 de la Sociedad Española de Historia Natural y en 1898 fue nombrado catedrático de Anatomía Comparada de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid.

Los reconocimientos también se extendieron por el extranjero: fue nombrado socio de la Sociedad berlinesa de Antropología, Etnografía y Prehistoria, así como miembro de la Royal Geographical Society de Londres y de la Société des Américanistes de París. La Academia de la Historia le concedió en 1897 el Premio Loubat, dotado con 3.300 pesetas, por su obra Relaciones Geográficas de Indias.

La curiosidad innata de Jiménez de la Espada sobre América le llevó a activar en los primeros congresos sobre antiguas culturas americanas y las civilizaciones precolombinas, como los de Bruselas (1879), Madrid (1881), Turín (1886), Berlín (1888) o París (1890).

Durante esos años Jiménez de la Espada dedicó gran parte de su tiempo a enmendar cuartillas, comprobar copias, acicalar textos, dando a conocer conceptos históricos y naturalistas de gran calado, tanto de las culturas africanas como americanas, particularmente andinas y amazónicas: editó libros de viajeros medievales, como las Andanzas de Pero Tafur, y el Libro del conocimiento, documentos relacionados con las expediciones científicas que se organizaron durante el siglo XVIII a diversas regiones de América, como la del médico y botánico José Celestino Mutis en el virreinato de Nueva Granada, la de los botánicos Hipólito Ruiz y José Pavón al virreinato de Perú, o la del marino Alejandro Malaspina de circunnavegación del globo.

OBRAS MÁS DESTACADAS

Entre sus publicaciones destacan las Relaciones Geográficas de Indias, correspondientes al virreinato del Perú, así como las Tres Relaciones de Antigüedades Peruanas o los relatos sobre Bernabé Cobo o Vaca de Castro. También resulta destacable el Vocabulario de la lengua general de los indios del Putumayo y Caquetá o De las antiguas gentes del Perú o revistas como El Centenario o Historia y Arte.

          Nada más sencillo ni de más primitiva estructura que los telares peruanos de las épocas prehispánicas. Allí se andarían los del tiempo del último Inca con el de Mama Ocllo Huaco , la primera mujer que urdió y tramó en dominios de su hermano y consorte Manco Cápac , según refiere Garcilaso…(Marcos Jiménez de la Espada, “El Cumpi-Uncu hallado en Pachacamac”, un estudio sobre esa pieza textil).

MUERTE y LEGADO

          Marcos Jiménez de la Espada falleció en Madrid en octubre de 1898, dejando inacabado el estudio sobre la Expedición de Alejandro Malaspina.. A su muerte, amigos como Francisco Giner o Cesáreo Fernández Duro, con la excusa de promover una campaña de solidaridad económica con su familia, le convirtieron en un símbolo del regeneracionismo científico español.

Durante el siglo xx su legado científico e historiográfico ha sido relevante: su colección de mamíferos fue estudiada a principios de la centuria por su discípulo Ángel Cabrera Latorre y su obra revivió en los años 20 gracias a los trabajos de Agustín Barreiro,. Por su parte, el espíritu aventurero inspiró el proyecto de expedición del capitán Francisco Iglesias Brage.

Ricardo Aller Hernández

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1 thought on “MARCOS JIMÉNEZ DE LA ESPADA, NATURALISTA”

  1. Símbolo del regeneracionismo español, gran estudioso naturalista
    Personajes de este calibre honran a los científicos españoles y a España.

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