A finales de agosto pasado, fui invitado a visitar la iglesia de Sant Climent de Talltorta y sus frescos de mediados del siglo XVIII. La iglesia está en la comarca de la Cerdaña, cerca de la población de Puigcerdá en la provincia de Gerona. Los participantes en la visita eran gente de entre 70 y 80 años, todos originarios de la comarca. A la salida me propusieron visitar una curiosidad local, que conmemoraba un hecho acaecido hacía más de ochenta años. Después de un corto recorrido en coche, nos paramos en una encrucijada de caminos de tierra, ante una cruz de cemento de más de cuatro metros de altura. Ningún letrero daba explicación alguna de la enorme cruz. Una simple barrera de madera protegía el conjunto y unas flores, depositadas recientemente, yacían a los pies de la cruz. Me explicaron la razón de aquel monumento.
Durante la Guerra Civil española de 1936 a 1939, todos los historiadores han estudiado con profundidad, los grandes enfrentamientos armados, pero a menudo se olvida de lo que ocurrió en la retaguardia, a veces a cientos de kilómetros del frente más cercano y fuera de toda lógica militar. Uno de ellos ocurrió en Puigcerda, ciudad cercana a la frontera francesa y desde el primer momento bajo el control de la Generalitat de Cataluña y bajo las leyes de la Segunda República Española, cuando 21 o 22 personas fueron sacadas de la cárcel y fusiladas sin ningún tipo de juicio ni de registro escrito, al extremo que todavía no está claro cuál fue el número exacto de asesinados.
Contemos la historia.
El 18 de julio de 1936, hubo en España una revuelta militar dirigida por el general Mola desde Pamplona. La revuelta no tuvo el éxito esperado y finalmente solo quedaron en las manos del bando Nacional, una franja que iba de Galicia a Navarra, las islas Canarias y el Protectorado de Marruecos. Sin embargo, la falta de mandos profesionales en el ejército de la República, ya que se fusilaron a más de 1700 oficiales, y la pésima organización, hizo que rápidamente el bando nacional ampliara el terreno bajo su control.
Mientras tanto, en Puigcerdá, donde tenía su base una compañía de carabineros formada por 147 hombres, cuya función fundamental era la del control de fronteras, reinaba la tranquilidad. Al mando de esta unidad había un capitán, tres tenientes y un alférez. En la comarca también había un pequeño destacamento de la Guardia Civil, compuesto por 8 guardias y un suboficial al mando. Ninguna de estas fuerzas militares profesionales, se sumaron a la revuelta y la tranquilidad fue absoluta en la comarca, hasta que la Generalitat decretó la disolución de todos los cuerpos militares profesionales y la ley y el orden quedó en manos de los dirigentes de ERC (Esquerra Republica de Cataluña), la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), también anarquista.
En pocos días la comarca quedó sumida en un total desgobierno, donde imperaron las acusaciones infundadas y las venganzas debido a las consecuencias de la revuelta de 1934. Dicha revuelta fue apoyada por ERC y muchos de sus elementos pasaron por la cárcel o sufrieron pérdida de empleos, lo que dejó un rencor oscuro, sobre todo en sociedades pequeñas como era la Cerdaña de 1936.
El caso es que durante el mes de agosto, hubieron una serie de robos y detenciones, entre gente que a veces su única culpa era de ser ricos veraneantes o bien tener el carnet de Unión Patriótica. Las cárceles de Puigcerdá estaban llenas, ya que nunca se había previsto tal número de presos en espera de, no solo de juicio, sino de simplemente de conocer de que se les acusaba.
Durante el mes de agosto los avances del bando Nacional, fueron muy rápidos mientras por el bando Republicano, el mes se saldó con el fracaso del intento de invasión de la isla de Mallorca. Este fue uno de los pretextos para efectuar la matanza, que ocurrió la noche del día 9 de septiembre y en base a una lista negra confeccionada por el alcalde de Puigcerdá, Jaume Palau de ERC, que guardaba rencor por las condenas que recibió debido a su participación en la revuelta de 1934.
Estamos hablando de 1936. En aquella época, organizar el traslado de 22 personas a través de caminos vecinales en no muy bien estado de conservación, no debió ser tarea fácil. No hablemos de como se organizó la tarea de alienar y disparar sobre los inocentes. De enterrarlos, ya ni siquiera se tomaron la molestia. Al día siguiente, a los parientes que iban diariamente a llevar comida a los presos se les notificó que ya no estaban ahí y se les indicó vagamente donde se encontraban los cuerpos.
Casi ningún eco se encuentra en las hemerotecas de los periódicos de la época. Todo el mundo tenía miedo de correr la misma suerte que los asesinados. Aunque ahora, agosto de 2023, no debería haber el mismo miedo y sin embargo la cruz que recuerda el trágico acontecimiento, no presenta cartel ni tablón explicativo alguno. Es inútil que busquéis en google, tampoco lo encontrareis. Casi lo peor fue la actitud de algunos de los presentes en la pequeña excursión que cuento al principio de este artículo. Alrededor de la mitad era de ideas “avanzadas” y vagamente hablaron de momentos “difíciles” en nuestra historia. En algún momento algunos de la otra mitad, miraron con resentimiento a los que intentaban justificar lo injustificable.
Recemos para que entremos en razón y hechos como estos no vuelvan a ocurrir.
LISTADO DE ASESINADOS EL 9/9/1936 EN PUIGCERDÁ:
Manuel Arró Augé. Industrial
Juan Arró Augé. Industrial
Enrique Arró Augé. Industrial
Buenaventura Caralps Ribes. Hotelero
Jacinto Carrera Barrera. Agricultor
Juan Casals Cirera. Propietario
Martin Cerdá Serra. Recadero
Francisco Cerdá Vergés. Recadero
Áureo Comamala de Delplan. Farmacetico
Ramón Cosp Esteva. Confitero
Juan Diumenga Marti. Propietario
Tomas Estany Clusellas, Obrero
Antonio Estañol Caminal. Cerrajero
Baldomero Gimenez Manaut. Secretario del ayuntamiento
Ramon Llanas Maurell. Comercio
Ramon Peitx Junoy. Procurador
Juan Pallarés Fabra. Sin oficio conocido
Jose Maria Plans Plana. Dentista
Antonio Torá Cerdá. Sastre
Juan Truñó Sirvent. Albañil
Jose Turiera Puigbó. Agente de aduanas
Jaume Bragulat Sirvent. Sin oficio conocido
Manuel de Francisco Fabre
https://hispanismo.org/historiografia-y-bibliografia/15969-el-asalto-de-bellver-de-cerdanya-mayo-1937-a.html
https://books.openedition.org/pupvd/35642?lang=es
Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña (1936-1937) Editorial DESCONTROL
Estas informaciones se tendrían que publicar en la memoria histórica. Y en los medios independientes
Siempre he oído que la población se llamaba Puigcerdá, es decir es una palabra aguda por lo que debe llevar tilde en la a. Supongo que en catalán será Puigcerdà.
Gracias.
Totalmente de acuerdo.
Interesantisimo, debiera haber mas investigacion historica. ¿los restos estan alli o los deudos trasaladorn esos restos a un cementerio? La verdad o es completa o no es nada.
Como comenté en mi articulo, todos los asesinados pertenecían a familias locales y eran conocidos. Las familias fueron informadas del lugar donde se encontraban los cadáveres. Ellas tuvieron que hacerse cargo del entierro. La mayoría en Puigcerdá.
Distinto es el caso de los asesinados en el Collado de Toses. Ahí fueron asesinadas muchas personas que venían huyendo desde Barcelona. Acabada la Guerra Civil, se hizo una búsqueda y se desenterraron diversos cuerpos, pero muchos de ellos nunca llegaron ser identificados.