De la ciudad de Valdivia en la zona sur de Chile, salieron dos pequeños buques en dirección al sur, el 17 de noviembre de 1557. Valdivia se encuentra a más de 800 kilómetros de la capital Santiago, o sea muy al sur, pero la expedición pretendía explorar los confines del continente. Al mando de la expedición se encontraba Juan Ladrillero, un veterano marino de 52 años de edad y que aparentemente, no había vivido todavía bastantes aventuras.
Estamos hablando de mediados del siglo XVI. Magallanes había cruzado el estrecho de su nombre en 1520, García Jofré de Loayza fue el segundo en cruzarlo en 1526. Después hubo otro intento en 1535 con Simón de Alcazaba y Sotomayor, esta vez fracasado, y en 1537 León Pancaldo también fracasó. No fue hasta 1540 que Alonso de Camargo, logró llegar al Perú después de atravesar el peligroso estrecho.
Las anteriores expediciones se habían hecho desde el Atlántico hacia el Pacifico y fue en 1554, cuando Hernán Gallego, piloto de una de las naves de la flotilla mandada por Francisco de Ulloa, consiguió cruzar el estrecho de Magallanes partiendo de la ciudad de Concepción en la actual costa chilena. Cuando Ulloa volvió de su viaje, se encontró que el gobernador de Chile, Pedro Valdivia había muerto a manos de los indígenas y que había otras prioridades que el de la pura exploración.
Pero, como se demostró mas tarde en 1578, con el viaje del pirata inglés, Francis Drake, existía el peligro real de que los enemigos de la Corona Española, organizaran una armada, que cruzando el estrecho de Magallanes o rodeando Tierra de Fuego, atacaran o instalaran colonias en la costa del Pacifico. Era éste una posibilidad que todas las potencias marítimas europeas estaban barajando.
Para atajar esta posibilidad, la primera acción a realizar era cartografiar la zona sur del continente americano, con el mayor detalle posible. El gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza, encomendó a un experimentado marino para acometer esta tarea, al cual probablemente tampoco encontrareis en ninguno de los libros de texto de historia. Se llamaba Juan Ladrillero.
Había nacido Moguer (Huelva) y poco se sabe de su familia ni de su biografia. De muchacho cruzó el Atlántico, y con treinta años, ya lo había hecho 11 veces y aprobado el examen de piloto de la Casa de Contratación. Su vida fue azarosa y siempre ligada a la mar o mejor dicho, a la navegación, porque ya retirado no tuvo mejor pasatiempo que construir un bergantín en el lago Titicaca y con él dedicarse a cartografiar con detalle sus costas y efectuar sondeos sistemáticos.
En estas placenteras labores propias de la jubilación se encontraba cuando recibió el encargo de Hurtado de Mendoza para cartografiar con detalle el estrecho y sus alrededores. Ladrillero supervisó la construcción de dos embarcaciones y los pertrechos para una campaña que se preveía dura y no muy propia para gente de su edad.
Se prepararon dos buques de pequeño tamaño, primando la facilidad de maniobra y navegabilidad. El San Luis estaba comandada por el propio Ladrillero mientras la San Sebastian fue puesta al mando de Francisco Cortés Ojea. Ambas tenían una capacidad de 50 toneles y tenían una tripulación de 30 hombres. Pocos de ellos volvieron.
La expedición se desarrolló sin más novedades que las normales de una navegación en un laberinto de canales marítimos, en medio de un clima poco clemente, hasta que a la salida del canal Fallos, al sur de la latitud 49, las dos naves se separaron debido a una fuerte tormenta. Ojea continuó la exploración durante dos meses más, pero al fin desistió, no por falta de coraje sino de barco. La San Sebastian estaba en muy mal estado y tuvo que desmantelarla. Con sus restos construyó un bergantín más pequeño y con el resto de tripulación consiguió volver a Valdivia el 1 de octubre de 1558, un año después de su partida.
Pero Ladrillero no desistió. Exploró cada canal que encontraba y cartografiaba todo lo que visitaba exhaustivamente. Se conserva copia del diario de bordo que escribió durante el viaje, describiendo no solo accidentes geográficos si no también datos etnográficos de las tribus locales. En agosto de 1558 se adentró en el Estrecho de Magallanes, llegó al Atlántico, volvió, cartografió al detalle y salió en marzo de 1559.
La vuelta la hizo directamente hacia Concepción y su diario se acaba a mitad de camino. A Ladrillero ya no le quedaban fuerzas para escribir y solo su voluntad de hacer llegar la documentación a la administración del virreinato hizo que su nave llegara a puerto en una fecha imprecisa de 1559. En el navío solo quedaban un marinero, un criado negro y él mismo. Todos murieron en poco tiempo como si una vez cumplido su deber, las fuerzas les hubieran abandonado.
La documentación de Ladrillero era de gran importancia. Nadie había obtenido datos con semejante detalle de la zona que rodeaba el Estrecho de Magallanes y estos detalles facilitaban en gran manera la navegación por la zona. La administración del Virreinato del Peru fue consciente de la importancia de la documentación y se la consideró como secreto de estado y no se dio publicidad a la expedición pero los esfuerzos se dirigieron en dos direcciones.
En primer lugar se consideró estratégica el enclave de Valdivia, que junto al archipiélago de Chiloé, pasaron a depender directamente del Virreinato del Perú y en el siglo XVIII llegó a disponer de 17 fortificaciones. En esto se tuvo éxito y salvo el episodio de 1599, cuando los neerlandeses saquearon la ciudad, nunca más ningún enemigo consiguió tomarla.
En segundo lugar se quiso fortificar el Estrecho de Magallanes con la creación de sendas ciudades en ambas bocas, lado Atlántico y lado Pacifico. Fue Pedro Sarmiento quien en 1584 se encargó del proyecto, pero no tuvo éxito. Demasiado al sur para la tecnología de la época.
Todo ello da una idea de la proeza de Ladrillero, quien fue el primero que en edad de pasar al retiro y acabar su vida cómodamente, se empeñó en un proyecto casi suicida al servicio de su rey y acabó siendo el primer europeo en recorrer el Estrecho de Magallanes en ambos sentidos, con embarcaciones que hoy en día apenas consideraríamos apropiadas para cruzar el Mediterráneo.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Ladrillero
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-93769.html
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-04622010000100002