
La madrugada del 9 de marzo de 1809, un grupo de hombres armados, esperaban a la orilla del río Besos. Las órdenes se susurraban en catalán. Eran voluntarios de la zona que encuadrados por militares o nobles catalanes, miraban con aprensión las crecidas aguas de un riachuelo que rara vez merece el apelativo de rio y que a veces da sorpresas desagradables. Estaban a las orillas del rio Besos, al norte de la ciudad de Barcelona.

En marzo de 1809, hacia casi un año que la rebelión madrileña contra el ejército francés que se había afincado en la capital y las consecuencias fueron varias y ninguna buena para los intereses de los españoles. En un primer momento los éxitos fueron de parte española. El 6 de junio de 1808, tropas de voluntarios catalanes al mando de cortaron el paso del Bruch a una columna francesa compuesta por 3.800 hombres que pretendían dirigirse hacia la ciudad de Lérida. El mismo día, el pueblo de Valdepeñas, conseguía expulsar a las tropas franceses de la villa y cortar las comunicaciones de Madrid con Andalucía. En Bailen, provincia de Jaén, hubo la última batalla exitosa en 1808 de las tropas españolas cuando el general Dupont el 18 de julio, fue derrotado por el general Castaños. Pero en diciembre de 1808, Napoleón intervino directamente con un ejército de 250.000. Eso eran palabras mayores y rápidamente los españoles cosecharon rotundas derrotas.

Finalmente, a principios de 1809, tan solo una alejada Galicia donde operaba el ejercito británico del general Moore y la ciudad de Cádiz en el sur, consiguieron mantener el suelo español libre de franceses. Napoleón, todavía sorprendido que una nación se le resistiera sin un gobierno centralizado, tuvo que partir para hacer frente al Imperio Austriaco que le había declarado la guerra. Lo que no se esperaba Napoleón es que un pueblo totalmente descabezado de dirigentes, continuara sus acciones de resistencia sin el apoyo de grandes ejércitos de línea. Barcelona fue uno de los casos, y no el único, donde se produjeron este tipo de movimientos de resistencia.

En el caso de Barcelona, el ataque fue organizado y liderado por Juan Pablo Claros Presas, un antiguo militar catalán que había luchado en la Guerra del Rosellón y que a la sazón contaba con 58 años. No era un jovencito pero tenía gran energía y capacidad de organización. Consiguió enlazar con el mando británico que mantenía un bloqueo marítimo de la ciudad y propuso un ataque coordinado desde el norte con otros jefes guerrilleros y un bombardeo naval británico de las posiciones francesas.
Clarós consiguió llegar hasta la Puerta del Ángel y casi consiguió entrar en la ciudad, pero desgraciadamente el rio Besós se desbordó e impidió la llegada de los refuerzos que debían atacar desde el norte de la ciudad. A la vista de los acontecimientos, los británicos se abstuvieron de atacar y se alejaron de la costa. Claros se encontró solo y en situación peligrosa, ya que los franceses hicieron una salida desde las puertas que se encontraban en el sur y consiguieron rodearlo.

Sin embargo nuestro veterano catalán consiguió reorganizar los efectivos a su mando, rompió el cerco y no contento se dirigió a la cercana localidad de Molins de Rey donde plantó cara a las tropas que le perseguían consiguiendo vencerlas y provocando cuantiosas pérdidas. Por esta y otras acciones Clarós fue ascendido a coronel y continuó sus acciones contra los franceses, llegando incluso a atacar a los pueblos franceses cercanos a la frontera. En abril de 1819, fue nombrado General de Brigada, por el rey Fernando VII.
De estos acontecimientos y en general de la actitud del pueblo catalán a principios del siglo XIX se pueden sacar las siguientes conclusiones.
- No hubo en ningún momento intención de declarar la independencia de Cataluña respecto a España, aprovechando el vacío de poder.
- El pueblo llano, estuvo siempre en contra del ejército francés.
- El pueblo llano colaboró con los restos del ejército español que quedó en la región.
- Los militares que quedaron aislados en Cataluña, organizaron en la medida de sus limitadas posibilidades, la resistencia dentro de la Región.
- La Generalitat no hizo ningún movimiento para conseguir una independencia de España. En general, fue instrumento de los franceses para recaudar impuestos.

- La nobleza catalana se alineó en la resistencia y colaboró con la Junta Central.
- Comerciantes, artesanos y clase acomodada de Barcelona, fueron ambiguos en su posición, aunque nunca intentaron proclamar una independencia de Cataluña.
La conclusión final es que el movimiento independentista de finales del siglo XIX en Cataluña fue más un invento de la clase acomodada que veía peligrar sus fuentes de ingresos debido al librecambio y al fin del negocio esclavista, que un movimiento popular. Tuvo más de rabieta de gente adinerada que otra cosa.

Manuel de Francisco Fabre