ANGEL HERRERA ORIA (Y 2)

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Como presidente de los propagandistas españoles, tenía el propósito de fomentar mejoras sociales ante el peligro de que se produjera en España un socialismo revolucionario análogo al que había triunfado en Rusia en 1917, para ello quiso reunir a católicos de diversas tendencias políticas que tuviesen inquietudes sociales y desde las páginas de El Debate, mantuvo su preocupación por las mejoras sociales en España, ofreciendo las páginas del periódico para divulgar los principios del catolicismo social en España. Por ello, mantuvo buena relación con políticos dispares como Antonio Maura, Francesc Cambó, Juan Vázquez de Mella y José Antonio Aguirre que tenían en común el que en sus proyectos podía encontrarse un programa mínimo consistente en que se cumplieran las leyes favorables a la Iglesia, el regionalismo, la representación proporcional y la difusión del cooperativismo agrario. Sin embargo, la falta de acción común de los partidos fomentó la necesidad de crear un partido católico nuevo.

Con este fin, en junio de 1922 se reunió la asamblea constituyente del Partido Social Popular (PSP). La nueva formación quería ajustarse a las enseñanzas de la Iglesia e inspirarse en las doctrinas del catolicismo social, por lo que el nuevo partido contó desde el comienzo con el apoyo decidido del periódico y de los miembros de la ACN de JP. El 13 de septiembre de 1923 el sistema político dio paso a un gobierno autoritario con el capitán general Miguel Primo de Rivera, por lo que el PSP, que acababa de nacer, vivió pronto la disolución de sus miembros entre opositores y colaboracionistas del nuevo gobierno.

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la postura de Ángel Herrera fue la de colaborar, al considerar que se trataba de una situación transitoria y que con el nuevo régimen se había producido al restablecimiento del orden público, la pacificación de Marruecos y el comienzo de la importante política de obras públicas, y aunque, según su doctrina lo que importaba era el contenido y la orientación del régimen y no la forma de gobierno, tenía, no obstante, la idea de fomentar la evolución paulatina de la dictadura militar a una democracia civil.

Con el final de la dictadura de Primo de Rivera renació en Ángel Herrera la idea de formar un partido conservador moderno. El 3 de marzo de 1931 fundó el Centro Constitucional, que aglutinaba a nacionalistas, regionalistas y mauristas, aunque la nueva formación no sobreviviría a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de ese mismo año.

Ángel Herrera decidió reconocer al nuevo régimen proclamado e influyó en que la mayoría católica hiciese lo mismo. Sus dos primeras entrevistas con Manuel Azaña en agosto de 1931 no convencieron a este de que las nuevas disposiciones legales previstas habrían de privar a la República del apoyo católico.

Ante la necesidad de contar con una representación política en las Cortes Constituyentes, Ángel Herrera decidió fundar una agrupación política con mayoría de propagandistas. Acción Nacional (luego denominada Acción Popular  al no estar autorizado el empleo del término nacional para designar instituciones u organismos no estatales), que intentó conformarse como una poderosa fuerza de derecha. Ángel Herrera es designado como primer presidente de su junta directiva y presentado como candidato a las elecciones a Cortes Constituyentes por Madrid, obteniendo la agrupación un completo fracaso en las elecciones de 1931, no logrando ningún diputado por Madrid, pasando por ello a ser presidente del partido José María Gil Robles, antiguo colaborador del PSP. Poco después, en 1933, aglutinó a varios partidos regionales de ideas similares y conformó el partido católico. Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) que ese mismo año ganaría las elecciones generales y que con los radicales de Alejandro Lerroux formó parte de la coalición gubernamental.

Ángel Herrera no coincidió con José María Gil Robles en cómo habría de dirigirse la política del partido y, desde su posición de director de El Debate, aunque mantuvo una postura cercana, no fue incondicional, también sufrió en esa época la incomprensión de los monárquicos y una gran parte del electorado católico, que no aceptaban su reconocimiento del régimen republicano.

En 1933 abandona la dirección de  El Debate  y es nombrado presidente de la Junta Central de Acción Católica una forma de apostolado en la que los laicos se agrupan bajo la autoridad episcopal para lograr una recristianización de las costumbres y de la vida pública y de combatir la influencia del laicismo. Fundada de acuerdo con las directrices del Papa Pío XI, empeñado en incluir garantías para el funcionamiento de la Acción Católica en los concordatos suscritos bajo su pontificado. Al asociar la Acción Católica con la jerarquía no se buscaba únicamente el control de la iniciativa de los laicos, sino también proteger la actividad apostólica de la injerencia de los regímenes totalitarios que intentaban impedir los movimientos juveniles no encuadrados en los partidos únicos.

En el ámbito cultural, Ángel Herrera también inició la colección “Pro Ecclesia et Patria”, y la Revista de Estudios Hispánicos, en la que se concentraba un gran número de católicos militantes. La obra que tuvo mayor proyección en el futuro, comenzada en 1933, fue la fundación del Centro de Estudios Universitarios, como futura Universidad Católica, con cursos dados por jóvenes profesores. También fundó el Instituto Social Obrero. Bajo su mandato, la Acción Católica volvió a promover las semanas sociales y ayudó a unificar los sindicatos católicos y el Instituto Social Obrero, para formar cuadros católicos obreros.

Ángel Herrera Oria tuvo muy presente en su vida, desde que era joven, la vocación sacerdotal, aunque el servicio a su patria le impidió seguirla hasta casi la última etapa de su vida. A finales de 1935, Herrera Oria tuvo una audiencia con el Papa Pío XI en la que logró la autorización del pontífice para abandonar su trabajo en la Acción Católica y dedicarse por entero a dicha vocación. Ese mismo año dimite de la presidencia de la Asociación de Propagandistas y de la dirección de la Escuela de Periodismo de El Debate  atendiendo por fin, ya en 1936, al deseo, varias veces pospuesto, de responder a su vocación sacerdotal, viajando el 10 de mayo de 1936, antes del inicio de la Guerra Civil, a Friburgo (Suiza) donde comenzó la carrera eclesiástica en el seminario de San Carlos, siendo finalmente ordenado sacerdote el 28 de julio de 1940.

Estuvo al tanto de los acontecimientos de España durante la Guerra Civil, sin apoyar explícitamente el levantamiento. Regresa a España el año 1943, en que es designado coadjutor de la parroquia de Santa Lucía en Santander, dedicándose a labores sociales en Santander, manteniéndose fuera de la política, aunque aconsejó a sus antiguos discípulos que acataran el orden instituido.

En 1944, Herrera Oria contribuyó, aunque desde la sombra, a la fundación de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Manteniendo su preocupación social, promovió la barriada pesquera de Maliaño, donde, en 1946, creó la Escuela Social Sacerdotal de Maliaño con la intención de que pudieran formarse futuros sacerdotes, y la Escuela Obrera de Aprendices. Su influencia fue poco a poco en aumento, a medida que los propagandistas adquirieron puestos de responsabilidad en el régimen, especialmente con la incorporación en el mismo de Alberto Martín Artajo y Joaquín Ruiz-Giménez .

El 3 de mayo de 1947, Ángel Herrera fue nombrado obispo de Málaga. Como nuevo prelado, insistió en promover la iniciativa para conseguir la modernización católica de España. Como obispo de Málaga, en las semanas sociales organizadas en 1949 y 1950 en Madrid y Bilbao, defendió tanto la iniciativa privada como la economía de mercado, si bien criticó a los dirigentes empresariales por su escaso interés por la justicia social. Aunque no condenó el capitalismo en sí mismo, sí lo hizo con dos de las características a que puede conducir: la ley del mercado para remunerar el trabajo y la máxima ganancia como ley moral. Consideró necesaria una reforma social que pasara por la justicia más que por la caridad. En sus homilías como cardenal pronunciadas en la catedral de Málaga mostró su interés por el justo reparto de los bienes e insistió en el deber que tienen los cristianos de implicarse en el amor al prójimo, proponiendo a los ciudadanos servir y utilizar las instituciones sociales en beneficio propio y común, así como la formación del pueblo como medio para que él mismo pueda resolver sus propias necesidades, y cree, con su esfuerzo y con su trabajo, su propio bienestar.

También, a través de sus homilías dominicales, en su diócesis de Málaga quedó reflejado su pensamiento social, muy influido por la doctrina de León XIII. Para Herrera Oria, el objetivo fundamental es la evangelización y considera que para ser creíble a la hora de evangelizar la reforma social es un medio indispensable. Se inspiró en las encíclicas sociales de León XIII y Pío XI, Rerum novarum y Cuadragesimo anno, respectivamente, mostrando un interés particular por los problemas que afectaban a los obreros y agricultores, dedicando a ellos, como se ha mencionado, varias obras a lo largo de su trayectoria pública, como el Instituto Social Obrero o las escuelas-capilla en Málaga. En esta provincia creó más de doscientas escuelas-capilla rurales, para la formación de niños y jóvenes analfabetos y donde aprendieron a leer y escribir más de 30.000 niños y jóvenes.

Puede considerarse a Herrera Oria como un cristiano consagrado a la evangelización en todos las áreas de la vida, en él influyeron de forma significativa la ascética de San Ignacio y la mística de Santa Teresa. Según múltiples testimonios, tanto en su vida seglar como en su etapa religiosa, dedicaba largos momentos a la oración ya fuera de día o de noche. ​El mismo Ángel Herrera consideraba que quien quiere dar fruto con su acción, debe ser un hombre de gran vida interior y dejaba constancia de la importancia que para él tenía la vida de oración. Mostró una especial devoción por la Virgen María y al rezo del rosario. Vivió de una forma desprendida y austera, conforme a la advertencia del Padre Ángel Ayala sobre del peligro de relajación en el espíritu de pobreza y por la ambición de poder. En su planteamiento espiritual tiene también gran importancia la virtud de la obediencia, que marco toda su vida.

En 1958 le es concedido por la Escuela de Periodismo de la Iglesia el título de Periodista de Honor.

El 25 de enero de 1965 es nombrado cardenal. Asistió al Concilio Vaticano II donde participó en los debates sobre «El esquema de la Iglesia y el mundo moderno». Al cumplir los setenta y cinco años dimitió de su sede de Málaga a petición del papa Pablo VI, pasando desde entonces a vivir retirado en Madrid, donde murió el 28 de julio de 1968. Fue enterrado en Málaga, la ciudad de la que fue el único cardenal-obispo de la diócesis.

El 25 de enero de 1996, se abrió la causa de beatificación de Ángel Herrera Oria con la firma del entonces cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Tiene como promotores al Obispado de Málaga, la Fundación Pablo VI y la ACN de JP-Fundación Universitaria San Pablo CEU,.

La causa sigue abierta. En este punto del proceso, la Iglesia Católica reconoce a Herrera Oria como siervo de Dios, que es el primer grado que se le otorga a una persona que es candidata para ser venerable, luego beatificada y posteriormente canonizada

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Piedad García Robledo

Referencias

1 Escartín Celaya, P., Apuntes para la historia de la Acción Católica Española, 

2. Canal Historia Hispánica; Cien años de apostolado universitario. Manuel Revuelta González

3. Fundación PabloVI. Herrera Oria: Doctrina Social Católica y Doctrina Política Pontificia

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