![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/paso-las-Termópilas.jpeg)
Hay distintos momentos en la Historia en los que se crean agrupaciones de trescientos combatientes dispuestos a la lucha con el propósito de vencer o morir.
Uno de ellos, posiblemente el más conocido por haberse publicitado también el cine, es el de Leónidas y los trescientos espartanos defendiendo el paso las Termópilas (Las Puertas calientes, por las aguas termales que allí había).
El persa Jerjes, había extendido su poder por casi todo el Oriente cercano, y llegó las puertas de Grecia en el paso mencionado en el que lo esperaba Leónidas con sus bravos.
Toda Grecia estaba amenazada y encomendaron a los espartanos, mandados por Leónidas, precisamente porque estos estaban más acostumbrados a la vida militar y al combate, por estar bajo las armas desde la niñez, que sostuviese la invasión de los persas.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Leónidas.jpeg)
Uno de los diarcas de Esparta, Leónidas, recibió el encargo de enfrentarse a Jerjes. El espartano se encontró con el inconveniente de no poder disponer del ejército porque se estaban celebrando las fiestas en honor de Apolo, las Carnelias, durante las cuales o se podía convocar al ejército.
Tuvo que recurrir a una solución del momento para salir del paso, la convocatoria de la Guardia Real, y además reclutó a los guerreros que tenían hijos varones, con lo que se aseguraba la pervivencia de sus familias, si estos perecían en el combate.
Con ellos se apostó en las Puertas Calientes esperando al enemigo, pero hemos de aclarar que Leónidas no solo contaba con los 300 espartanos, se le unieron guerreros de otros puntos de Grecia, así contó con la ayuda de quienes habían venido del Peloponeso, periecos e ilotas. Los primeros eran los que habitaban en la periferia de Grecia, y los ilotas, los esclavos del Estado, escogidos por Leónidas con sumo cuidado tanto por su valía como por su rectitud moral.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Jerjes.jpeg)
También llegaron fuerzas procedentes de Tespias y Focea, lo mismo que algunos locrios, y beocios quienes, aunque no inspiraban mucha confianza, porque temían que se pasasen al enemigo estuvieron dispuestos a combatir y a pesar de ello fueron bien recibidos, con lo que Leónidas llegó a formar una fuerza de aproximadamente siete mil hombres, no todos tan duchos en el combate como los espartanos.
En total, el ejército griego lo componían unos 7.000 efectivos procedentes de Tegea, Mantinea, Arcadia, Corinto, Fliunte, Mecenas, Tebas, Tespias y Focea.
Ante el empuje de Jerjes, Leónidas y los suyos combatieron como leones, aunque finalmente los espartanos sucumbieron al ejército persa.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Batallón-Sagrado-de-Tabas.jpeg)
El Batallón Sagrado de Tebas
Creemos necesario y oportuno señalar que la moral judeocristiana ha influido grandemente en la educación sexual de la cultura occidental y por ello la homosexualidad ha sido denostada y se ha considerado un pecado malvado del que tenían que huir los cristianos. Estaba condenado en la Biblia y rechazado por S. Pablo que lo llama el pecado nefando, es decir, el pecado del que no se debe ni hablar, por ello cuando algún cristiano quería referirse a él utilizaba un circunloquio para no nombrarlo directamente.
Sin embargo, en la antigüedad estaba, si no totalmente admitido, sí tolerado en la mayoría de los casos, de forma tal que no eran extrañas las relaciones homosexuales, de tal manera que hasta el mismo Zeus la practicaba.
En la mitología griega se habla de que Zeus, el padre de los dioses, recorriendo con su aguda mirada la Tierra, reparó en la belleza del joven Ganímedes, hijo de Tros, rey de Troya, fue tanto lo que le agradó que le entró deseo de poseerlo. Dicho y hecho: se transformó en una enorme y poderosa águila, descendió del Olimpo y, tomando de los tobillos, con sumo cuidado a Ganímedes, lo trasladó al cielo en que le sirvió de amante y de copero.
En la Ilíada se narra el cariño íntimo que Aquiles sentía por Patroclo.
Por ello no debe de extrañarnos que en Tebas se formase y existiese el llamado Batallón Sagrado, unidad militar formada por parejas homosexuales.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Pelópidas.jpeg)
En el año 382 a.C. por la imperiosidad de luchar contra los espartanos que habían invadido Tebas, el tebano Pelópidas tuvo la idea de crear un regimiento de élite formado por parejas de amantes masculinos, que gracias a su valor en la lucha derrotaron a las fuerzas de Esparta y convirtieron a su ciudad en la potencia dominante de Grecia.
La ciudad siempre había contado con un cuerpo especial de 300 hoplitas, a sueldo del estado, encargados de proteger la acrópolis, pero, según Plutarco, Górgidas convenció a los ciudadanos de que este debía estar formado con parejas de hombres que mantuvieran una relación sentimental, de forma tal que, unidos por ese sentimiento de amor, peleasen con más furia y coraje para defenderse mutuamente.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Plutarco.jpeg)
Estaban convencidos de que un batallón que se mantiene unido por la amistad entre amantes es indisoluble e irrompible, pues los amantes, avergonzados de no ser dignos del amor de sus amados, ante la vista de sus amantes, deseosos de obtenerlo, se arrojan al peligro para demostrar la fuerza que unía a unos y a otros.
La pareja estaba formada por un guerrero veterano, entre veinticinco y treinta años, llamado έραστής (erastés), amante, y un joven de unos dieciocho años, cuyo nombre era ερομενός (eromenós) amado
En todos los ejércitos, al llegar a la lucha cuerpo a cuerpo, todas las formaciones, antes de entrar en combate, han emitido fieros gritos de guerra para intimidar al enemigo.
Este aguerrido batallón entonaba una canción con la que se enardecían y se aprestaban a luchar con más arrojo.
Trayéndolo a lo que conocemos, todos y cada uno de los ejércitos tienen su himno que también entonan, con más o menos fiereza, antes de iniciar la liza.
Un batallón invencible.
Que no se rinda jamás
Que le sonría a la muerte.
Que asombre a la humanidad
Que empuñe alegre la espada.
Que no hable de rendición
Unidos en gloria eterna, por los lazos del amor
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir.
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir
Ciento cincuenta parejas.
No hace falta nada más
Cuando el amor es tu arma
¿Quién lo puede derrotar?
Luchamos hasta la muerte, unidos por el amor
Si la muerte nos alcanza, a tu lado muero yo
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir.
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir.
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir.
¡Muerte! Ven hasta mi
¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! Que no me pienso rendir.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/sitio-de-buda.jpg)
Los trescientos héroes españoles
Bien, pues ya es hora de que hablemos de los trescientos héroes españoles que, en Budapest, allá por el año 1686 salvaron por tercera vez, la primera fue en 1529, la segunda en 1532, a Europa de la inminente dominación otomana con la valerosa actuación de 700 arcabuceros españoles, en la segunda mencionada.
Como siempre, su conocimiento está restringido a pequeños grupos de intelectuales, casi todos conocedores a fondo de la historia de España, pero es totalmente ignoto para la mayoría de los ciudadanos.
Cuadro en el que se enmarca este acto heroico protagonizado por trescientos componentes de las unidades bélicas de acciones inmortales, llamadas los Tercios Españoles. Europa, mejor La Santa Liga, coalición de países europeos comandada por el Sacro Imperio Romano Germánico en la que se integraban el Papado, la República de Venecia y la Mancomunidad de Polonia-Lituania.
Antecedentes.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Solimán-el-Magnífico.jpeg)
Las tropas de Solimán el Magnífico sitian Viena en 1532 que se libra del asedio y la posible toma por la intervención de los Tercios españoles de Carlos I, en la que tuvieron una intervención decisiva setecientos arcabuceros españoles que resultaron básicos para rechazar al turco.
Hungría cae en poder de los turcos en 1541. Su capital, mejor dicho, las ciudades de Buda y Pest que la componían fueron tomada por los otomanos, originando una amenaza constante entre el resto de los países europeo.
En 1683. Durante lo que se conoce como la Gran Guerra Turca tiene lugar el segundo sitio de Viena.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/Gran-Guerra-Turca.jpeg)
En la primavera de ese año un formidable ejército de 200.000 soldados, entre los que se encontraban los jenízaros, fuerza temible para sus enemigos, y guardia personal del sultán. Se pone en marcha camino de Viena, atravesando los extensos territorios húngaros. Al frente del mismo va el gran visir Kara Mustafá.
Cuando los vieneses conocieron la magnitud de enemigos que se aproximaban, fueron presa del terror. La ocupación de Viena por los turcos la daban por segura, y el temor por sus vidas los atenazó.
No es chovinismo ni patrioterismo. Los vieneses posiblemente desconociesen el arrojo y la bravura de los españoles. Allí se encontraban trescientos hispanos pertenecientes al Tercio que comandaba don Manuel López de Zúñiga, Grande de España, Maestre de Campo desde 1681.
Viena se encontraba sitiada por los turcos, pero eso ni amilanó a nuestro Grande de España ni a los que se encontraban bajo su mando.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/image.jpeg)
Empleó una táctica usada con frecuencia por los soldados de los Tercios: una encamisada de cincuenta hombres. Por la noche con todo sigilo y en silencio, colocadas unas camisas blancas largas sobre su uniforme para conocer quienes las llevaban era hombres del Tercio, se adentraron en el campamento enemigo.
Y ahí aparecen nuestros 300. España, gobernada por Carlos II, el último monarca español de los Habsburgo, desangrada por la Guerra de Flandes, no perdió su oportunidad y, aunque no unida formalmente a la Liga Santa, mandó a más de 12.000 españoles (entre mercenarios y voluntarios) deseosos de derrotar a los turcos y expulsarlos de Europa; desde nobles hasta gente sencilla, algunos por afán de aventura y otros por sus fuertes creencias, incluyendo algunos veteranos de Flandes como Manuel López de Zúñiga (Duque de Béjar), Antonio González, Félix de Astorga, Juan Manrique y otros capitanes de Tercio…
Y, de esta lista, cobra importancia don Manuel López de Zúñiga, un Grande de España, nombrado Maestre de Campo en 1681 y con un tercio a su mando, que aprovechó el Camino Español para plantarse en Viena y salir hacia Buda con la Liga Santa.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/02/image-1.jpeg)
Sitiada la ciudad, llevó a cabo una «encamisada» (un ataque nocturno típico de los Tercios) con 50 hombres, debilitando un sector de la muralla y permitiendo el avance de los sitiadores, lo que permitió que, el 13 de julio de 1686, se abriese una brecha en la Muralla de Buda y los atacantes penetrasen en la ciudad. ¿Y quiénes fueron los primeros en entrar? Pues los 300 españoles de los que hablan esas placas, los hombres de Zúñiga. Puede sonar raro, pero, en aquella época, ser los que encabezaban un ataque era un gran honor, porque era como reconocer públicamente la valía y contribución a una causa… y ese honor recayó en este grupo de españoles.
En Budapest hay una placa en su memoria. ¿Cuántas hay en España? Ninguna, salvo la de Cataluña, que solo menciona a los catalanes que componían parte de los trescientos.
![](https://espanaenlahistoria.org/wp-content/uploads/2025/01/manuel_villegas-modified.png)
Manuel Villegas