Los vecinos de Castroverde de Campos en la zamorana Tierra de Campos, poco se podían imaginar en 1480, cuando nació un nuevo retoño en el seno de una familia acomodada de la ciudad, que aquel bebé iba a fundar uno de los primeros establecimientos estables en tierra venezolana, en concreto en el Golfo de Paria, frontera entre la actual Venezuela y Trinidad Tobago.
Poco se sabe de la vida de Diego de Ordás, hasta que en 1509 se encuentra documentada su presencia en la expedición de colonización comandada por Alonso de Ojeda, que pretendía asentarse en algún punto de la costa colombiana. Dicha expedición fue un rotundo fracaso y acabó con la muerte, entre otros, de Juan de la Cosa, uno de los mejores cartógrafos de la época, autor del primer mapa conocido, representando la costa venezolana.
En 1511, parece que no había tenido bastantes aventuras y participó en la conquista de Cuba las órdenes de Diego Velázquez. Ahí fue donde tuvo contacto con otros célebres personajes de su tiempo, como Hernán Cortes, Pedro de Alvarado, Bernal Díaz del Castillo o el padre Bartolomé de Las Casas.
Parece que a continuación apostó por caballo perdedor y en 1518 era mano derecha del gobernador de Cuba, Diego Velázquez. Participó a las órdenes de Hernán Cortes, pero siguiendo las directrices de Velázquez y cuando hubo la desobediencia formal de Cortés, acabó siendo detenido por este. Tuvo que acatar la autoridad de Cortes y entonces, dada su valía reconocida le acompañó en su expedición hacia la ciudad de Méjico. Durante el camino, observaron la erupción del volcán Popocatépetl. Los españoles, nunca habían visto semejante espectáculo. Con una cima de 5.235 metros, era algo nunca visto y solicitó permiso a su jefe para subir hasta el culmen, cosa que hizo con otros dos españoles y unos guías indígenas, que se negaron a traspasar un cierto limite, debido a sus creencias supersticiosas. Fueron los primeros europeos en subir a esta cumbre y fuente de admiración de los indígenas que no daban crédito a su audacia.
En 1522 podría haberse retirado tranquilamente, ya que en premio a los servicios prestados, ejerció de alcalde mayor de la ciudad de Méjico y recibió encomiendas las ricas regiones de Teula, Huexotzingo y Chiautla, pero le había quedado el recuerdo de sus expediciones en las costas venezolanas y colombianos, así como el resquemor de no haber conseguido la fama de Cortés, que se vanagloriaba de haber conquistado todo un imperio y se embarcó hacia España para conseguir licencia de exploración y conquista de la zona venezolana y costas de Colombia.
Finalmente en 1530, consigue la ansiada licencia. Esta le permitía solo la conquista y población de las tierras que se encontraban entre el cabo de la Vela y el rio Marañón (Amazonas), que según los cálculos de la época eran alrededor de 900 kilómetros. Pero Ordás no estaba tan interesado en la costa como en el descubrimiento del mítico reino de Meta, que debía enlazar con el recién imperio Inca, vislumbrado por Pascual de Andagoya en 1522.
El mismo año parte de Sanlúcar con cinco naves y seiscientos hombres, entre soldados, artesanos y labradores. Su objetivo era establecer una base en la costa y después navegar por el Orinoco para explorar el interior del país. Hace una rápida para en Trinidad para abastecerse y se dirige hacia el golfo de Paria, donde funda la primera ciudad europea en Venezuela el 14 de junio de 1531 y que llamó San Miguel de Paria.
Había transcurrido más de un año de su salida de España y sus hombres estaban agotados. Se quedó en la nueva villa, descansando y construyendo pequeños bergantines, capaces de afrontar la remontada del Orinoco. Sin embargo no contaba con la climatología. El calor era sofocante y no había viento, lo que obligaba a arrastrar los bergantines en medio de tierras pantanosas e insalubres, donde los europeos enfermaban con facilidad y morían con rapidez. Además los indígenas eran hostiles, poco interesados en los artículos que Ordás podía ofrecerles y muy hábiles en las emboscadas.
A pesar de las dificultades, consiguió llegar hasta las cataratas y rápidos de Atures, un lugar idílico de turismo hoy en día, pero un infierno en mitad de ninguna parte en el siglo XVI. Eran 900 km en línea recta desde el punto de partida, pero más de 1.000 siguiendo el curso del rio y todos ellos tirando de los bergantines. Ahí tuvo que decir basta y rendirse. Fue el primer europeo que había remontado hasta este punto el Orinoco.
En el tramo final de su aventura, los indígenas les indicaron que había un pueblo muy rico en los altiplanos que se observan desde las cataratas. Todo es relativo y para los indígenas del rio, el pueblo Muiscas, poseedores de una cultura cerámica bastante avanzada, les podía parecer algo prodigioso pero no era lo que buscaba Ordás. No lo sabía ni lo supo nunca.
Volvió rio abajo e intentó establecerse en otro punto de la costa menos insalubre. Eligió Cumaná, pero erró el cálculo al situarse demasiado cerca de la isla Cubagua, en aquella época un centro de recolección de perlas. El gobernador de la isla, Pedro Ortiz de Matienzo, lo apresó, acusándolo de invasión de territorio y lo remitió a la Audiencia Real de Santo Domingo en La Española, esta comprobó que su licencia le permitía establecerse en Cubagua y lo liberó.
Sin embargo, Ordás estaba enfermo y falto de recursos que no podía obtener en La Española, se embarcó hacia España para conseguirlos. Nunca llegó, el 22 de julio de 1532, murió durante la travesía atlántica y su cadáver fue arrojado al mar, como era lo establecido en aquella condiciones, fueras marinero, piloto, capitán o adelantado.
Manuel de Francisco Fabre
Diego de Ordás | Real Academia de la Historia (rah.es)