Pavía es una mediana población situada a 46 km de Milán, en el norte de la actual Italia. En el siglo XVI, la situación geográfica era la misma, pero no así la política. Italia no existía y su territorio se encontraba dividido entre un Sur dependiente de la Corona de Aragón y un Norte subdividido en pequeñas republicas semiindependientes y áreas gobernadas por el Sacro Imperio Germánico.
Francisco I, rey de Francia, se encontraba rodeado por los territorios que dependían del emperador Carlos I y decidió que la mejor defensa era un ataque y lanzó un potente ejército contra los territorios que componían el Milanesado. No era un ejército improvisado y se basaba tecnológicamente en modernos cañones y caballería pesada. Por el lado español, la filosofía de combate era distinta y estaba basada en la infantería y las unidades de arcabuceros, herencia de la experiencia del Gran Capitán.
Al principio de la guerra, las cosas fueron bastante bien para los intereses de los franceses, que se encontraban cerca de sus bases, hasta que tropezaron con el hueso duro de roer de Antonio de Leyva, un riojano que estaba al mando de la defensa de Pavia. Su resistencia fue vital. Ya que desgastó al ejército de Francisco I mientras llegaban refuerzos. Lo hizo en difíciles condiciones, ya que mandaba unas tropas en gran parte formadas por mercenarios alemanes, que se encontraban sin recibir sus pagas desde hacia tiempo. Ante la amenaza de retirarse y no combatir si no eran pagados, Leyva tuvo que recurrir a su fortuna personal, pero como no había suficiente, convenció a sus subalternos para que también contribuyeran. Llamativa acción de unos soldados que la leyenda negra siempre ha tildado de codiciosos y saqueadores.
En la batalla de Pavia sucedió de todo y en esta reseña no cabe la información de lo que sucedió, pero quisiera resaltar algunos aspectos que supusieron un antes y un después. Quedó evidente la supremacía de la infantería española configurada en los famosos Tercios, la ventaja de los arcabuces sobre la caballería pesada y la necesidad de disponer de jefes capaces de ver una situación general y saber tomar decisiones sobre la marcha.
La victoria no fue el producto genial de una gran militar si no la acción combinada de varios jefes que actuaban de forma coordinada. Antonio de Leyva, español del cual ya hemos hablado, Fernando de Ávalos, napolitano de origen español y jefe de los tercios, Carlos de Lannoy, borgoñón al mando de la caballería española y Jorge de Frundsberg, alemán líder de los lansquenetes, lograron que unas tropas muy heterogéneas, causaran una terrible derrota a los franceses. Hemos de destacara que manejar 30.000 hombres sin los medios de comunicación actuales y sin un mando unificado claro, requirió una capacidad de iniciativa personal, dentro de un objetivo común, que muchos quisiéramos hoy en día para nuestro país.
Alrededor de 10.000 hombres del ejército francés cayeron en combate y lo peor para los franceses es que murieron muchos nobles y jefes destacados.
El mismo rey Francisco I fue hecho prisionero y pasó una temporada “huésped” de Carlos I en Madrid, algo que generalmente esconden los franceses en sus libros de texto, pero es que la historia se escribe de muchos modos.
Las consecuencias de esta batalla fueron diversas. Francia firmó una paz en malas condiciones y se terminó una guerra que duraba ya 4 años. España se quedó en Italia hasta bien entrado el siglo XVIII. El sistema de combate basado en Los Tercios Españoles quedó como referente hasta entrado el siglo XVII, cuando en la batalla de Rocroy, se selló un fin de ciclo para nuestras armas.
Manuel de Francisco Fabre
- https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Pavía
- https://www.grandesbatallas.es/batalla%20de%20pavia.html
- https://www.militar.org.ua/militar/hm/historia-militar-espana-tercios-espanoles-batalla-de-pavia.html
- https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_de_Leyva