1482 Inicio del Asalto Final. Don Rodrigo Ponce de León

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Leer el libro ‘Isabel la Cruzada’ es un redescubrimiento continuo de la Historia de España atravesando aspectos de nuestra Historia donde es difícil no detenerse, tanto por los hechos narrados como por los protagonistas de estos. Uno de esos momentos con una fuerza especial, que hacen parar de golpe la lectura, son los acaecidos a lo largo de 1481 con la toma de Zahara por los musulmanes y los contraataques cristianos de 1482, año nefasto para los objetivos cristianos pero clave para los planes y dirección posterior de la guerra por parte de los Reyes Católicos.

De aquellos complicados años se pueden recordar infinitos protagonistas pero en esta ocasión nos vamos a centrar en don Rodrigo Ponce de León, personaje clave en la toma de decisiones de nuestra católica reina Isabel, así se describe en el libro.

Mientras la reina Isabel se hallaba con su esposo en Medina, haciendo planes para la guerra que parecía inminente, tuvo conocimiento de que el marqués de Cádiz, el mismo barbudo joven pelirrojo que con tanta franqueza le pidiera perdón en Sevilla, en 1477, había precipitado el conflicto con una brillante proeza.”

Pero… ¿quién era este noble barbudo?

Para aclarar este aspecto nada mejor que dirigirnos a la Real Academia de la Historia.

Ponce de León, Rodrigo. Marqués (II) y duque (I) de Cádiz, marqués de Zahara (I), conde de Arcos (III), señor de Marchena (VII), marqués de Marchena, de Rota, de Mairena del Alcor, de Bailén. Mairena del Alcor (Sevilla), 1444 – Sevilla, 27.VIII.1492. Noble.

Con tan extenso historial nobiliario es fácil pensar que fuese una persona de vida acomodada y con pocas preocupaciones, pero como en ocasiones ocurre ni mucho menos fue así, hay que recordar los agitados años de aquel final de siglo por los que pasaba la Historia de Castilla los conflictos entre clero, nobleza y reyes, conflictos de herencia por el trono de Castilla, luchas musulmanas, conflictos entre los reinos cristianos,…

Cabe recordar como pincelada de lo anterior hechos como ‘La Farsa de Ávila’, en el artículo de la UNED empleada como referencia de este trabajo quizás de forma algo exagerada se denomina como ‘El día que Ávila cambió el destino del mundo’.

La Farsa de Ávila abrió el camino para instituir a Isabel princesa de Castilla. La Católica unificaría los reinos de la península, extendería el mundo conocido hacia el imperio de las Américas y marcaría la frontera entre la Edad Media y la Edad Moderna. Todo comenzó al pie de las murallas de Ávila, un 5 de junio de 1465.

Pero… ¿en qué consistió este acto?

Con el pelele de Enrique IV sentado en su silla, coronado, armado y enlutado, comenzó la lectura de una carta de agravios. Se merecía, cuentan las crónicas de la época, cuatro cosas: perder la dignidad Real y entonces el arzobispo de Toledo subió al estrado y le quitó la corona de la cabeza; perder la administración de Justicia, y el conde de Plasencia le quitó el estoque que tenía delante; perder la gobernación del Reino, y el Conde de Benavente le quitó el bastón que hacía de cetro; y perder el trono de Rey, y el Conde de Miranda del Castañar tiró al suelo el pelele y lo increpó duramente.

Y… ¿qué impacto tuvo?

Como bien nos continúa diciendo la autora del artículo supuso convertir a Alfonso XII de Castilla en usurpador al trono de su hermanastro Enrique IV abriendo una guerra en Castilla que no se cerraría hasta la muerte del primero tres años después.

Herida que seguiría sangrando transformándose en la Guerra de Sucesión Castellana que a la muerte de Enrique IV enfrentaría a partidarios de su hija Juana la Beltraneja con los de la futura reina Isabel I de Castilla desembocando en la guerra entre los reinos de Portugal y Castilla por el trono castellano.

Lógico es pensar que no hubo parte de Castilla que se mantuviese ajena a este conflicto y por lo tanto tampoco pudo serlo Andalucía como parte del reino castellano, obligando a posicionarse en uno u otro bando a todos los nobles del reino.

Modificando las alianzas tanto por intereses locales como ‘reales’, nuestro protagonista buscando mantenerse siempre en la equidistancia fue modificando su fidelidad al rey según los acontecimientos, en un inicio a favor de Enrique posteriormente, tras la Farsa de Ávila, apoyaría a Alfonso y tras la muerte de este nuevamente a Enrique.

Todo estos giros y cambios de bandos dentro de luchas por el domino sobre las posesiones locales en Sevilla, Huelva, Arcos, Jerez, Cádiz, Rota, Morón, Estepa,…

Mezclándose en todas estas políticas e intereses ilustres apellidos españoles como Villenas, Guzmanes, Ponces, Girón, Zúñigas o Saavedras.

 Y entre todos ellos su ‘archí-enemigo’ el duque de Medina-Sidonia.

Finalmente los acontecimientos no fueron favorables a los intereses de nuestro protagonista forzándole a someterse a los Reyes Católicos.

La presencia de la Reina en Sevilla desde julio de 1477, seguida poco después por don Fernando, fue ocasión de una reconciliación completa, sellada por la famosa escena en el alcázar, a donde acudió el marqués solo, de noche y sin previo aviso para hincar la rodilla ante la Reina y diluir las sospechas que sobre su fidelidad extendían sus enemigos, tan poderosos en la ciudad. Poco después, los Reyes viajaron a Jerez, donde el marqués les hizo entrega del mando, como ya había hecho de las fortalezas de Alcalá de Guadaira y Constantina. Desde ese momento se convirtió en el adalid de la causa real, contribuyendo eficazmente al sometimiento del mariscal Fernán Arias de Saavedra en 1478.

Poco a poco nos hemos ido aproximando al hecho clave que históricamente se toma como punto de inicio del último episodio de la Reconquista que culminaría con la Toma de Granada en 1492.

Para recordar estos hechos nada mejor que dirigirnos a las páginas de la propia ciudad de Alhama de Granada.

La decisión del ataque a Alhama en febrero de 1482, como desquite por el asalto musulmán a Zahara, así como la de su conservación para Castilla, la tomó don Rodrigo Ponce de León, compartiéndola con el asistente de Sevilla, don Diego de Merlo, así nuestra ciudad entraba en la Historia y hasta en la Leyenda.

Los pormenores de aquella acción podemos consultarlos en el libro ‘Isabel la Cruzada’ pero una versión con mayor número de detalles podemos encontrarla nuevamente en las páginas de la Historia de Alhama.

Ya en 1481, estando los moros de Ronda muy dolidos por los grandes daños que el marqués les causaba constantemente, reuniéndose los hombres principales del reino de Granada y decidieron llevar a cabo la toma de Zahara, lo que produjo la natural alarma en toda la frontera cristiana con el reino de Granada.

 Entonces los nobles andaluces deciden contestar con un contragolpe. Se habla y hasta se propone que éste puede ser la toma de la misma Málaga, pero el experto Juan Ortega de Prado, capitán de las compañías de escaladores, con las informaciones que facilitó, hizo que fuese Alhama la elegida, ya que ésta estaba mal guardada por estar tan metida en el reino de Granada y ser una ciudad fuerte, situada en una alta montaña y cercada por un río, sin tener nada más que una subida a su fortaleza, por una cuesta alta y agria, como escribió el cronista Valera. Además, como nos dice Palencia, su situación y fortificaciones le hacían ser confiada y, así, descuidar su vigilancia por parte de sus moradores.

La toma no fue nada fácil no solo debido a tener que escalar los importantes tajos que defienden la ciudad sino que tras abrir la puerta de la fortaleza se lucho casa por casa durante horas siendo las bajas cristianas muy inferiores a las musulmanas lográndose finalmente su rendición, respetando las fuerzas cristianas tanto los bienes como las personas de la ciudad, liberándose un gran número de cristianos retenidos en sus mazmorras.

Las fuerzas musulmanas de Granada no tardaron en reaccionar rodeando la ciudad con más de cincuenta y tres mil guerreros dirigidos por el propio Muley Abul Hasán que al no lograr tomar la ciudad  por la falta de artillería decidieron sitiarla cortándola el muy necesario abastecimiento de agua.

Los cronistas documentan que la acción de los granadinos se facilitó por la tardanza en destruir y abandonar la ciudad por parte cristiana, no faltando otras opiniones afirmando que fue decisión cristiana mantenerla tanto por el significativo impacto moral como por la facilidad defensiva de una localidad tan bien ubicada.

Esta segunda posición se ve apoyada por la posterior decisión de la reina Isabel de mantenerla bajo dominio cristiano frente a las opiniones de sus fieles caballeros que la aconsejaron su destrucción y abandono.

Pero… ¡volviendo a la nada fácil situación de los sitiados!

Ante esta situación tan extrema se movilizaron fuerzas de todo el reino en especial el ejército castellano de los Reyes Católicos que se encontraban en Medina pero aquí conviene volver a remarcar otro de esos hechos claves de la Historia de nuestra patria.

Ya que viendo la situación desesperada de don Rodrigo la primera persona en movilizar las tropas de rescate fue su propia esposa, Beatriz Pacheco, que no dudo en pedir ayuda a su peor enemigo el duque de Medina-Sidonia el cual olvidando todos sus enfrentamientos anteriores no tardó en conducir todas sus fuerzas en ayuda de su antiguo enemigo.

Ante la presión cristiana Muley no dudo en levantar el sitio y liberar Alhama del asedio.

El rey de Granada, al tener noticia de la llegada de este importante socorro, levantó el cerco, y el cronista Fernando del Pulgar nos narró el encuentro, en las mismas puertas de Alhama, del marqués de Cádiz con su eterno rival el duque de Medina-Sidonia, el denominado ‘Abrazo de Alhama

La vida de estos dos hombres quedaría, todavía más si cabe, vinculada durante todo el último episodio de la guerra con Granada como se nos describe en la propia Historia de Alhama.

Lafuente Alcántara, al hacer referencia al mismo y a su muerte, lo que aconteció el 28 de agosto de 1492, en Sevilla, escribe: “El marqués-duque de Cádiz, nervio y alma, como el Aquiles de esta famosa guerra, que desde su principio hasta su fin, desde la sorpresa de Alhama hasta la rendición de Granada, se encontró en todas las batallas y se señaló por su esfuerzo en todos los combates; el más cumplido caballero castellano, amante de sus reyes, amado de sus vasallos y galante con las damas, tan activo para adquirir bienes como pródigo en gastarlos; este insigne campeón de su religión y de su patria, sobrevivió poco a la conquista de Granada, muriendo todavía en buena edad -cuarenta y nueve años-, a consecuencia de sus largas fatigas y padecimientos, y como si este soldado de la fe, lo mismo que su amigo el de Medina-Sidonia, vencidos los guerreros de Mahoma, hubieran cumplido su misión sobre la Tierra.”, el duque de Medina, su antiguo rival con el que hizo las paces ante las murallas de Alhama, murió tres días antes que él, así como fallecieron en aquél mismo año una larga serie de próceres que habían sobresalido en el guerra de Granada.

¡Vinculados en su vida y, también, en su muerte!

Gracias por leernos.

Vicente Medina

Bibliografía:

WALSH, W.T., Isabel la Cruzada

GARCÍA, A., Don Rodrigo Ponce de León, el héroe que introdujo a Alhama en la historia

https://www.alhama.com/digital/cultura/historia/7973-don-rodrigo-ponce-de-leon-el-heroe-que-introdujo-a-alhama-en-la-historia

SÁNCHEZ, R., Rodrigo Ponce de León

http://dbe.rah.es/biografias/9955/rodrigo-ponce-de-leon

FERNÁNDEZ, A., El día que Ávila cambió el destino del mundo

http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,25702646&_dad=portal
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