La madrugada del 1 de julio de 1898, el general norteamericano Henry Lawton, inició las operaciones de reducción de El Caney, una pequeña posición española que obstaculizaba el avance del ejército norteamericano en su marcha hacia La Habana. En teoría se trataba de una tarea sencilla. Lawton estaba al mando de la 2ª División y contaba con 6.899 hombres y estaba apoyado por una batería de artillería formada por 4 cañones de 81 mm.
Oponiéndose a su acción se encontraba la guarnición de El Viso, donde 550 hombres armados con fusiles máuser, sin artillería ni ametralladoras, esperaban con resignación, ser arrollados sin contemplaciones. Al mando se encontraba el general de división Joaquín Vara de Rey.
Lawton había calculado que en 1 hora o dos como máximo, habría terminado su tarea. La realidad es que solo tras doce horas de lucha extenuante, se logró ocupar la posición española. La tenacidad, buen adiestramiento de las tropas y una buena organización de la defensa, fueron fundamentales para lograr para en seco el avance enemigo y causar 441 bajas entre muertos y heridos. Obra del jefe de la guarnición, Vara de Rey.
¿Pero quién era Joaquín Vara de Rey?
Joaquín era un ibicenco, nacido el 14 de agosto de 1841 en la soleada isla de Ibiza. Con 15 años entró en el Colegio General, donde se graduó como subteniente. En 1872, nos lo encontramos luchando en la desgarradora Tercera Guerra Carlista. En 1884 fue trasladado a las Filipinas, donde ascendió al rango de teniente coronel. Ahí ejerció diversas funciones, entre ellas la de gobernador político militar de las islas Marianas.
En 1895, solicitó el traslado a Cuba, y ahí participó en diversas acciones, entre ellas el asalto de la Loma del Gato, donde a pesar de las difíciles condiciones del terreno, consiguió reducir la posición y acabar con la vida de José Maceo, uno de los líderes de la guerrilla cubana. Era hombre avezado a las dificultades y acostumbrado a luchar en terrenos difíciles.
Vara de Rey, ante el avance del enemigo en El Caney, había preparado la defensa, reforzando el fortín, construyendo trincheras, instalando blocaos y sobre todo, instruyendo a sus hombres en el manejo del fusil máuser e implantando una férrea disciplina de fuego.
Por otra parte, su oponente, el general Lawton, no había hecho tan bien sus deberes. Sus tropas carecían de formación y organización y sus artilleros no conocían suficientemente las piezas que manejaban.
El resultado fue que la preparación artillera preliminar fue lamentable y apenas afectó a las defensas españolas. Cuando las tropas estadounidenses, se lanzaron al ataque se encontraron con un fuego de fusil, ordenado y preciso, que les causó numerosas bajas. Finalmente, falto de munición, Vara de Rey, tuvo que ordenar el repliegue hacia La Habana, donde solo consiguieron llegar 80 hombres. Entre ellos no se encontraba él. Herido en las dos piernas, era trasportado hacia la retaguardia por camilleros, cuando fue objeto de un ataque por parte de guerrilleros cubanos y muerto en la camilla.
Su cadáver fue reconocido por los hombres del general Lawton y enterrado en una sencilla sepultura en el mismo campo de batalla. Cinco meses después de su muerte, oficiales españoles, regresaron a Cuba con el objeto de recuperar el cadáver. El general norteamericano Leonard Wood, reconoció la bravura de Vara de Rey y puso a disposición de la comitiva los recursos necesarios para la tarea. Finalmente el general Manuel Valderrama, identificó el cuerpo que pudo ser repatriado.
En la ceremonia de abordar el vapor que le llevó de vuelta a casa, Leonard Wood y su Estado Mayor se descubrieron en señal de respeto por el bravo general español.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Joaquín_Vara_de_Rey
https://www.loc.gov/rr/hispanic/1898/varadelrey.html