En 2021 ― el 6 de agosto ―, se cumple el octavo centenario del fallecimiento del fundador de la Orden de los Dominicos, Santo Domingo de Guzmán, en Bolonia (Italia). Es fácil encontrar en cualquier librería biografías de San Ignacio de Loyola ― estamos además en el Año Ignaciano ―, Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Asís y otra pléyade de santos “más populares”, pero no así de nuestro paisano, natural del pueblo burgalés de Caleruega, donde vio la luz en 1170. Pareciera que quienes abrazaron la regla de la Orden por él fundada y siguiendo su ejemplo de humildad, huyeran de un excesivo protagonismo de su figura, volcándose en la misión que les encomendó, la de predicar el Evangelio.
Estas breves líneas quieren rendir un sencillo homenaje a un hombre extraordinario, hijo de su tiempo. Hijo, en primer lugar, de Félix de Aza, caballero que en plena Reconquista y en zona de frontera defendía la fe con la espada, frente a los invasores sarracenos. Nuestro santo, imbuido de ese espíritu, lo hará con la palabra. Hijo también de Juana de Aza, fervorosa cristiana, que le inculcó el amor a Cristo. Y de esos dos padres castellanos, heredó el carácter sobrio a la vez que duro propio de las gentes de Castilla, aunque no exento de ternura, amor y amistad, virtudes que prodigó a lo largo de su vida.
Su breve estancia de estudios en Palencia, asolada por la peste y la hambruna, forjó un carácter hecho a la sobriedad y le abrió los ojos a lo que significa realmente ser pobre.
Los años en el cabildo de la localidad soriana de Burgo de Osma le mostraron el valor del silencio y la oración.
Allende nuestras fronteras, de camino al norte, pasa por tierra de herejes – cátaros y albigenses-, en el sureste de Francia. Cuenta la tradición que al hospedarse en un albergue, empleó toda la noche en hablar con el mesonero, él mismo cátaro, logrando convencerle de lo erróneo de sus creencias. Con este episodio Domingo concluyó que era inútil emplear la fuerza con los herejes – de hecho, fue muy crítico contra la Cruzada que se emprendió contra los cátaros-, y en cambio, apostó por la persuasión a través de la palabra.
Pero lo que le convenció definitivamente de volcarse en la predicación fue el contacto con los paganos, al llegar a las Marcas, en pleno corazón de Europa, y comprobar cuántas almas se podían perder por no conocer la Buena Nueva.
A continuación, se relacionan los principales hitos en la vida de este extraordinario santo:
Nace en 1170, en Caleruega (Burgos).
Recibe su primera instrucción en Gumiel de Izán, de su tío el Arcipreste, desde 1176.
Realiza estudios de Teología, en Palencia, en 1184.
Es nombrado canónigo, en el cabildo de Osma, en 1191.
Realiza un viaje diplomático a las Marcas (norte de la actual Alemania), en 1204, en compañía de su amigo el obispo Diego de Osma.
En 1205, vuelve a las Marcas y va luego a Roma, a verse con el Papa Inocencio III. Para entonces, tiene ya claro que quiere dedicarse en cuerpo y alma a anunciar el Evangelio.
Entre 1206 y 1215, permanece en el sur de Francia, junto con Diego de Osma, anunciando el Evangelio. Este periodo es realmente el de la fragua del Domingo predicador y de la Orden que llegaría a fundar.
En 1206, funda el convento de las monjas -de clausura- de Prulla, con las conversas de la herejía. Aún no ha fundado la primera comunidad de frailes.
El IV Concilio de Letrán prohíbe, en 1215, la fundación de nuevas órdenes religiosas, pero Domingo, ayudado por su amigo el obispo Fulco de Tolosa (sur de Francia), insiste ante el Papa Inocencio III, para fundar una Orden de Predicadores.
El 22 de diciembre de 1216, el Papa Honorio III confirma la Orden de Predicadores.
El día de la Asunción, 15 de agosto de 1217, ante la sorpresa de todos, Domingo dispersa a los pocos frailes que se le han unido.
Entre 1217 y 1221, la vida se le va a Domingo en viajes, organizando la Orden y predicando: Roma, Bolonia, Tolosa, Prulla, España, París, de nuevo Roma, Siena, Florencia, Venecia…
El 6 de agosto de 1221 entrega su vida al Señor, dicen que agotado por tanto viaje y ese ímprobo esfuerzo evangelizador.
El 3 de julio de 1234, el Papa Gregorio IV lo declararía santo: Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores comúnmente llamada, en su honor, de los Dominicos.
Jesús Caraballo
Muchas gracias Jesús por compartir éste bonito artículo sobre Santo Domingo de Guzmán. Muy interesante.