Por su determinante situación estratégica, las Islas Baleares han sido siempre imprescindibles para el desarrollo comercial por el mar Mediterráneo desde la Antigüedad. Así como también han sufrido constantes ataques piráticos quedando amenazada su población y su economía local, esta actividad también estuvo institucionalizada por la corona, y a ello le denominamos: corso. La Corona se llevaba el denominado “quinto real” por el cual 1/5 del botín obtenido por los corsarios iba destinado a las arcas reales.
Desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, esta actividad corsaria se volvió un hábito, e incluso muchos habitantes tuvieron que participar en este negocio por pura necesidad económica o para conseguir el ascenso social. Sobre todo en una época bélica. En Mallorca, se crearon ya desde la Edad Media una serie de sociedades mercantiles para extraer beneficio de los productos que comerciaban. A su vez, esos flujos comerciales permitían abastecer y alimentar a la sociedad mallorquina y disfrutar de productos como la seda o el chocolate.
De los numerosos ataques piráticos que sufrieron nuestras islas a lo largo de la Historia, en el siglo XVI tenemos evidencia escrita del enfrentamiento producido entre los habitantes de la villa Pollença (al este de Mallorca) y el intento de asalto protagonizado por el temible pirata turco Dragut. El famoso grito de Joan Mas, un humilde campesino, avisó a la población con esta frase: “pollencins, els pirates moros ja son aquí!” y animó a los suyos a luchar. Esta victoria del pueblo mallorquín es teatralizada cada año en las fiestas de moros y cristianos en la famosa Alborada de Pollença. Este hecho fue narrado por el cronista balear Joan Binimelis (1538-1616).
El Consolat de Mar y el comercio marítimo
Los mercaderes y navegantes fueron clave en el flujo de mercancías de productos que se intercambiaban con diferentes regiones del Mediterráneo. Estaban representados en instituciones del Reino de Mallorca como en el Gran i General Consell. Los nobles por regla general no podían mercadear, aunque podían montar una empresa común pero debía estar a nombre del mercader.
El Consolat de Mar en Mallorca nace en 1343, pasando a estar subordinado al orde iudiciari valenciano y sus leyes regidas por el Llibre del Consolat de Mar.El tribunal mallorquín del Consolat de Mar se impone como instrumento de poder e influencia del estamento mercantil, incluso sobre nobles y eclesiásticos. Dentro de la documentación del Archivo del Reino de Mallorca, en los llibres de extraordinaris están registrados diversos actos judiciales llevados a cabo en la Curia del Consolat.
Este tribunal actuaba como un tribunal independiente y se encargaba de juzgar todas aquellas causas que tenían relación con el comercio, los pleitos, sentencias y provisiones de mercaderes y aseguradores. En esta institución se tenía un registro de las entradas y salidas de los navíos. Se solían recoger las declaraciones de los testigos miembros de la tripulación de lo que había pasado durante el viaje. De hecho, contamos con un fragmento dentro de los “Testimonials” del Consolat de Mar. Esto ocurrió un 13 Marzo de 1713:
“El navío “Nuestra Señora del Rosario y San Juan Bauptista” del capitán Jarome Ghesi, de origen genovés, salió el 6 de Marzo de Barcelona. Tuvo que pagar en sal a ¿ para llevar el cargamento a la ciudad de Venecia a cuenta de Antonio Joannio. Las borrascas del mar hicieron que el navío llegase a Mallorca. El agua entró en la cubierta del barco y tuvieron que trabajar en el puerto de Andratx para arreglar los daños. Luego lo llevaron al puerto de Porto Pi. El capitán pide tomar declaración a los testigos para que conste dicho testimonial” […]“Media de la Noche seguiente la qual passada la puso el viento da Griego muy recio con borrascas desechas de Mar y Viento qual la obligo asercarse a la tierra mas cerca que era esta sona de Mallorca en lo amanecer del dia siguiente los siette de d(ic)ho Mes hallandose en el paraje de la Dragonera largo diez o doze Millas a poniente se acalmó el viento quedando un Mar tan desecho que de todas partes entrava dentro la mar veniendo maltratada a su disposicion sin poder governar y por tal patimiento que d(ic)ho Navio por muchas horas tuvo” […] – Transcripción Doc. 5. A.R.M. A.H. 6256, f. 72 r-73 v. Archivo del Reino de Mallorca (consulta propia)
Comercio e intercambios comerciales de productos en el siglo XVIII
A inicios del siglo XVIII, el Cronicon Mayoriciense nos aporta una idea bastante clara de la escasez de trigo en Mallorca durante la Guerra de Sucesión.En ese momento lasociedad mallorquina recurre a los mercados exteriores y se intensifica la importación de ciertos productos a Mallorca. El producto más circulante y necesitado fue el grano norteafricano. Una curiosidad es que los granos del Norte de África no pagaban el derecho del Diez por Ciento o del Contrabando, por ello eran más baratos que los de Sicilia o Cerdeña y los mercaderes mallorquines navegaban con frecuencia en dirección a la Berbería. Incluso compañías borbónicas como la Compagnie Royale d’Afrique, en años de escasez cerealística (entre 1708 y 1709) vendieron este producto del norte de África para abastecer a las tropas felipistas.
En la zona litoral peninsular, Cataluña, Valencia y los puertos de la corona castellana (sobre todo Cádiz) son lugares clave de intercambios comerciales con Mallorca. El comercio con Oriente Próximo, se intensifica a principios del siglo XVIII, sobretodo con Alejandría y Milo. En cuanto a Génova, se intensifica el intercambio comercial en ese momento con Mallorca, y ello hace que los mallorquines se aíslen de los centros proveedores tradicionales.
En cuanto a las exportaciones, Mallorca exporta aceite, alimentos y manufacturas textiles (lino, algodón, lana, seda y esparto) a Malta y a su vez Malta permite el comercio con productos orientales. Sobre todo significa una alternativa a la redistribución por Marsella, Génova y Liorna. Realmente, en el ámbito internacional el puerto de Palma sirvió como zona de reexportación. También destaca un producto de Ibiza llamado “pega”, que se trata de una sustancia resinosa imprescindible para las industrias navales y boteras por su calidad aislante de líquidos.
Un acontecimiento de especial relevancia para conocer con quiénes solían mantener contacto y negocios los mercaderes mallorquines es que, el día 18 de Mayo de 1701 se promulgó un Real Despacho para confiscar los libros a los mercaderes que tenían comercio con ingleses, flamencos y holandeses. Entre ellos, los mallorquines.
El corso mallorquín
La práctica de la navegación del corso por la sociedad mallorquina era básicamente un negocio de mercaderes y nobles, los mismos que estaban en las listas de armadores de la Escuadra de Mallorca. El corso era un elemento distorsionador del comercio, pero a la vez se trataba de un “comercio forzado”, dado que era una salida económica y de ascenso social. De hecho, el ministro francés Colbert tuvo que llevar a cabo reformas en la marina militar y mercante a causa de corsarios mallorquines, holandeses e italianos, para la vigilancia de la costa francesa. Además, a principios del siglo XVIII el corso actúa también como un refuerzo para la lucha contra el islam.
En relación con la legalización del corso, existe una Ordenanza General de corso de día 21 de diciembre de 1621 y el Quinto Real, por el cual 1/5 parte debía pertenecer al rey. Los corsarios debían pagar un porcentaje determinado a la administración de las capturas que realizaban, con permiso de las autoridades. Era una forma de financiación bastante rentable para los estados y en cierta manera, las motivaciones ideológicas del corso se convierten de carácter militar y comercial relacionándose así con dos bases jurídicas: las ordenanzas y las patentes. Ambas podemos encontrarlas en el Archivo del Reino de Mallorca.
Lydia Pérez