Pedro Murillo Velarde es una de estas figuras españolas que han sido olvidadas en nuestros libros de texto y borradas de la historiografía, políticamente correcta, que hoy en día nos obligan a creer.
Nació a finales del siglo XVII y fue muy conocido en su época por sus numerosas obras geográficas, que incluso llegaron a utilizarse en el siglo XIX para dirimir litigios territoriales entre las potencias de la época. Aunque no solo fue geógrafo, sino también reputado jurista e historiador.
Su familia era de las más prestigiosas de la comarca de Andarax (Almería), pero era el séptimo de trece hermanos y ello significaba, en aquella época, que poco podía esperar de la herencia familiar, por lo que tendría que medrar en la vida por sus propios medios.
Él y su hermano Manuel Antonio estudiaron en Granada. Mientras Manuel continuo con la carrera eclesiástica, Pedro siguió estudiando. Aprovechó hábilmente el parentesco con el hermano de su padre, Andres Murillo Velarde, que era canónigo de la catedral de Murcia y gracias a su mecenazgo estudio en Murcia, Granada y Toledo. Ahí profundizó en la Gramática, la Filosofía e Historia y fruto de estos conocimientos redactó una de las grandes obras de su vida, la “Geographia Histórica”. Un conjunto de diez volúmenes que finalizo en 1752.
Pero nos adelantamos a los hechos. De Toledo pasó a Salamanca, como alumno del prestigioso Colegio Mayor de Cuenca y se graduó bachiller en Cánones con muy brillantes calificaciones. Volvió a Toledo y ahí gracias al patronazgo de su tío, entró en la en la Compañía de Jesús, en Madrid, el 23 de octubre de 1718. Tenía 22 años.
Cinco años más tarde, en 1723, lo encontramos en Manila. Se había ordenado sacerdote y sus superiores lo habían destinado a Filipinas. Ahí su trabajo fundamental fue dar clases de Teología en el colegio de San José de Manila, donde obtuvo la Cátedra de Prima de Sagrados Cañones de la Pontificia y Real Universidad de Manila. Compaginó su labor docente con la activa evangelización de los indígenas y desempeño diversos cargos como secretario de la Provincia jesuítica de Filipinas, calificador del Santo Oficio, vicerrector de la residencia de San Pedro de Macati, visitador de las misiones de Mindanao y rector de la residencia de Antipolo.
Al mismo tiempo escribió diversas obras, en diversos ámbitos como el “Modo Práctico para entablar la vida Cristiana”, “Práctica de Testamentos”, “Curso de Derecho Canónico”, y la “Historia de la Provincia de Philipinas de la Compañía de Jesús”. Pero es como cartógrafo como fue más conocido en su tiempo. Dirigió la redacción de la “Carta Hidrográphica y Corografía de las Islas Philipinas”, siguiendo el mandato del gobernador Fernando Valdés Tamón y siendo financiada por el gobierno. La obra estaba casi terminada en 1733.
Es nombrado procurador general de la Provincia de Filipinas y sale hacia Europa via el Océano Indico. Llega a Roma en 1751 y pasa a Barcelona en 1753. En la Universidad de Cervera es nombrado doctor honoris causa en Derecho. En Madrid publicó su “Doctrina Cristiana” y su “Geographia Historica” de la que habíamos hablado antes y que había sido escrita en Manila.
Podo después, se estaba preparando en El Puerto de Santa Maria para regresar a Filipinas, cuando le sorprendió la muerte a los cincuenta y siete años de edad.
Su obra geográfica fue muy popular en su época y se le tiene por precursor de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII, de la cual hablaremos en próximos artículos
Manuel de Francisco Fabre.
Pedro Murillo Velarde y Bravo – Wikipedia, la enciclopedia libre
Pedro Bernardo Murillo Velarde | Real Academia de la Historia (rah.es)