Dos años después de que Cristóbal Colon desembarcara en América, España y Portugal firmaron un tratado por el que se repartían el mundo conocido. El documento da una idea del egocentrismo de los europeos, pero también es de destacar la capacidad de llegar a un acuerdo pacífico y pactado de dos naciones que disponían en aquel momento de tecnología punta para explorar los océanos mediante travesías de larga duración. Atrás quedó la tecnología romana y su navegación de cabotaje.
El documento tiene mucha importancia en diversos aspectos y prueba de ello es que la UNESCO en 2007, a iniciativa de España y Portugal, lo inscribieron dentro del programa “Memory of the World Programme”, que, dada la constatación de la fragilidad de la memoria colectiva humana, preserva de forma especial los documentos de mayor relevancia para los pueblos del mundo.
El Tratado de Tordesillas tiene precedente en el de Alcoçabas, en 1479, donde ya se repartían las zonas de influencia atlántica en la costa africana y donde se reconoció la soberanía del Reino de Castilla sobre Canarias. Dado el éxito del primer acuerdo y después del descubrimiento de Colon, ambos reinos impulsaron nuevas negociaciones con ambiciones más amplias. Ambiciones en dos sentidos, en el de promover la extensión territorial y en el puramente científico, ya que las discusiones sobre la magnitud del diámetro terrestre no estaban claras en aquel tiempo.
Todavía hay quien afirma que en el siglo XV había científicos que afirmaban que la tierra era plana, cosa totalmente falsa. Se conocía y aceptaba que la Tierra era redonda pero había varias estimaciones sobre su tamaño. Los eruditos manejaban los cálculos hechos por Claudio Ptolomeo que daban un diámetro de 28.350 km y las de Eratóstenes que la cifraban en 39 614 km, que se encuentran muy cerca de los 40 008 km que hoy sabemos cómo correctos.
Cuando Colon presentó su proyecto a los Reyes Católicos para solicitar financiación, estos, que no eran tontos, solicitaron un informe técnico a los cosmógrafos de la Universidad de Salamanca. Estos eran partidarios de Eratóstenes y por tanto dictaminaron que semejante viaje duraría más de tres meses y que sería imposible con la tecnología existente.
No sabemos cómo Colón convenció a la reina Isabel, hay quien dice que tenía información privilegiada y que sabía que había un territorio entre Europa y Asia, pero el caso es que cuando llegó a las Antillas, nunca reconoció su error e incluso pleiteó. Puede que supiera la verdad, pero reconocerlo supondría perder privilegios que se le habían concedido en las capitulación redactadas antes de su viaje.
Volviendo al Tratado de Tordesillas, el aspecto fundamental de este, era una nueva línea atravesando el Atlántico de Norte a Sur que indicaba la frontera entre las posesiones españolas y las portuguesas. Pero había la disputa acerca de la distancia que representaba un grado del diámetro terrestre. Las disputas se prolongaron durante años, hasta que en 1529, Carlos I de España y Juan III de Portugal firmaron un nuevo acuerdo, pero aun así continuaron las discusiones y en 1682 de nuevo hubo un nuevo intento de acuerdo, esta vez para establecer si la Colonia de Sacramento en el actual Uruguay, se encontraba en el lado Español o en el Portugués. Esto da una idea de la complejidad técnica del problema que el Tratado pretendía resolver.
Todo ello muestra la dificultad que se encontraron los Reinos de Castilla y de Portugal en 1494. De todas formas se podría calificar al Tratado de Tordesillas como el primer tratado moderno de la historia europea. Fue la primera vez, que junto a los diplomáticos se sentaron técnicos que asesoraban a los negociadores.
Otra curiosidad del citado Tratado es la participación de expertos catalanes en el asesoramiento. En concreto Jaume Ferrer de Blanes, en 1495 ya había hecho una serie de recomendaciones para poder establecer la línea divisoria y sus informaciones fueron tenidas en cuenta durante las deliberaciones.
Este último apunte es solo para mostrar a algunos políticos catalanes del siglo XXI que se obstinan en afirmar que los catalanes no tuvieron nada que ver con las gestas transatlánticas, el grado de implicación del Reino de Aragón y por tanto de Cataluña, en aspectos cruciales de esta epopeya..
Manuel de Francisco Fabre
Tratado de Tordesillas – Wikipedia, la enciclopedia libre
Evidentemente la fecha asignada a Jaume Ferrer está equivocada, y deb ser 1495.
Tienes toda la razón. Gracias por el comentario.