El Gobierno masón de Elías Calles, en México, al principio del siglo XX, con su persecución a la Iglesia Católica, provocó la Guerra Cristera, rebelión de las bases cristianas ante el intento de exterminio de su fe, provocando miles de muertos y no pocos mártires. Uno de ellos fue el beato Elías del Socorro Nieves, cuyas reliquias se conservan en el santuario diocesano de la Cañada de Caracheo, municipio de Cortazar, Guanajuato.
Mateo Elías Nieves, natural de San Pedro, situado junto a la laguna de Yuriria, en el estado mexicano de Guanajuato. Nacido en 1.882, era hijo de humildes agricultores. Desde temprana edad manifestó inclinación por el sacerdocio, pero la prematura muerte de su padre, a manos de bandidos, le obligó a dejar la escuela y ayudar al sostenimiento de su familia.
Resueltas las penurias familiares, en 1.904 pudo ingresar, pese a su pobre instrucción, en el seminario agustiniano de Yuriria, consiguiendo profesar como sacerdote, en 1.916. Tras ser ordenado, sufrió una enfermedad de los ojos, recuperando la salud por intercesión de la Virgen, tras lo cual, adoptó el nombre de Elías del Socorro.
Tras ejercer su ministerio en varias comunidades del Bajío, Fray Elías del Socorro Nieves y Castillo fue destinado, en 1.921, como vicario a la Cañada de Caracheo, una comunidad próxima al cerro del Culiacán, en lo que hoy es el municipio de Cortazar (Guanajuato). Allí se dedicó a socorrer a una comunidad muy pobre, que carecía de servicios sanitarios y hasta de escuela.
Pronto, en 1.926, se desencadenó la persecución a la Iglesia Católica, ocasionada por la “Ley Calles”, dictada por el entonces presidente de México, Plutarco Elías Calles, que perseguía el culto cristiano y el trabajo de los sacerdotes.
Pese al peligro y a la consiguiente Guerra Cristera, emprendida por el pueblo, en defensa de la religión, el padre Nieves decidió permanecer con sus feligreses, desempeñando su ministerio desde una cueva, donde permaneció durante catorce meses.
Al cabo de ese tiempo, fue sorprendido, mientras caminaba con los hermanos Jesús y Dolores Sierra Vera, por una patrulla militar, que descubrió su condición de sacerdote, al ver su sotana disimulada debajo de ropajes campesinos.
Poco antes de llegar a Cortazar, el destacamento y sus prisioneros, el 1 de marzo de 1928, el capitán ordenó fusilar a los hermanos Sierra, quienes después de confesarse, entregaron su vida con un “Viva Cristo Rey” en sus labios.
A continuación, le llegó el turno al padre Elías, quien cumplió con la admonición que le hizo el capitán: «Ahora le toca a usted, vamos a ver si morir es como decir Misa». Tras un rato de oración y repartir sus escasas pertenencias a los soldados, murió mártir de la fe verdadera.
Jesús Caraballo
Aqui en Mexico hay mucha ignorancia acerca de la guerra Cristera; muchas gracias por la informacion. Dios los bendiga.