Este palacio se encuentra ubicado en la Cuesta de Belén en el barrio alto de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y desde 1852 fue residencia de verano de Antonio de Orleans y Luisa Fernanda, Infantes de España y Duques de Montepensier. La construcción del palacio fue un capricho de Antonio de Orleans, después de no ver cumplido su sueño de instalarse con su mujer, hermana de la reina Isabel II, en la Alhambra de Granada. En la edificación de su casa de verano en el barrio alto de la ciudad, muy próximo a la Casa Palacio de los Duques de Medina Sidonia, ― el más emblemático linaje nobiliario de la ciudad ― los arquitectos introdujeron elementos de la arquitectura oriental, hispanomusulmana y mudéjar.
El duque de Montepensier había estado en el Líbano y Argelia durante su carrera militar y la influencia de aquellos viajes quiso que se plasmara en el estilo del palacio y así se lo manifestó a los arquitectos Balbino Marrón y Juan Talavera y de la Vega. El estilo resultó ecléctico, una mezcla de mudéjar, neoclásico, rococó, chinesco y egipcio con un jardín asilvestrado y natural de estilo inglés, obra de Lecolant, mismo diseñador de los jardines de San Telmo.
Para el proyecto se aprovechó la estructura de tres edificios: el antiguo seminario conciliar, la casa de Páez de la Cádena y parte del convento de la Merced. Para abastecer de agua los jardines de palacio compraron a Concepción Rosales la finca que antes era el Botánico. El Barrio alto de la ciudad era entonces el lugar más representativo del poder social, en donde se ubicaba también la residencia de los duques de Medina Sidonia y el Castillo de Santiago. Allí en el castillo de Santiago, próximo al palacio, se acogería a las tropas que daban escolta a los duques en aquella ciudad de clima mediterráneo subtropical.
El palacio de San Telmo en Sevilla había sido la primera residencia oficial de los duques de Montepensier en España, tras abandonar Francia en 1848 con el advenimiento de la II República francesa. Era por todos conocida la mala relación de Antonio de Orleans con la reina Isabel II, motivo por el cual tras casarse las dos hermanas el mismo día en octubre de 1846, Luisa Fernanda y su marido establecieron su residencia en Francia, hasta que se produjo la huida de palacio de los Orleans al completo y los duques regresaron a la corte. Ya en Madrid barajaron la posibilidad de instalarse en Aranjuez, pero finalmente se les ofreció que establecieran su residencia en el palacio de San Telmo.
Al año siguiente en 1849 pasaron su primer verano en Sanlúcar, motivo por el cual decidieron establecerse allí en los veranos en el edificio que era un antiguo seminario. A su alrededor crearon un jardín tropical con una colonia de dragos, cipreses, arboles del amor y naranjos chinos. La singularidad del palacio viene dada también por sus columnas de mármol rosado, la decoración de los falsos techos, además de paredes enteladas, zócalos de madera y mármoles. Una riqueza de materiales propia de los usos palaciegos, como por ejemplo sus pinturas, muchas de ellas procedentes del Palacio de Vista Alegre de Madrid. Destaca el salón chinesco, la biblioteca egipcia, dos elementos que en 1982 le conferirían al palacio la declaración de Bien de Interés Cultural. Muchos de sus libros fueron adquiridos por la Librería Bardón. En su exterior el palacio Orleans-Borbón es hoy uno de los edificios civiles más representativos de Sanlúcar de Barrameda junto con el Palacio de los Duques de Medina Sidonia, famoso hoy en día por el valor incalculable del Archivo Bibliográfico de la Casa que custodia en su interior.
Por aquel tiempo los duques ya afincados en España habían empezado sus labores de mecenazgo en Andalucía hasta llegar a convertirse en auténticos reyes de la “Corte chica” creada alrededor suyo en el palacio de San Telmo. Su presencia entre la aristocracia y la burguesía sevillana era sinónimo de poder por su posición social y económica tan ventajosa. Allí en Sanlúcar alrededor suyo también se establecerían las casas de aquellos nobles y burgueses frente a Doñana. Antes de acondicionar su residencia los duques se hospedaron en la finca de El Picacho.
Cada edificio del palacio Orleans-Borbón tiene un patio central, uno descubierto y otro cubierto en lo que es la residencia noble, mientras que la Casa Páez de la Cádena alberga la zona de servicio. El exterior da la apariencia de fortaleza o alcázar, una especie de castillo árabe con torreones y jardines a su alrededor repletos de laureles de las indias, ficus, palmeras y pinos. El revoque de cal le confiere un color inusitado al edificio de estilo neoárabe de 6.000 metros cuadrados y recuerda en sus colores ocre y almagra a construcciones religiosas del Cairo y la Catedral-Mezquita de Córdoba. La parte delantera posee un jardín apeadero de carruajes, construido en 1870 a semejanza de la Alhambra en donde preside la entrada un sauce llorón.
Por aquel tiempo los duques ya afincados en España habían empezado sus labores de mecenazgo en Andalucía hasta llegar a convertirse en auténticos reyes de la “Corte chica” creada alrededor suyo en el palacio de San Telmo. Su presencia entre la aristocracia y la burguesía sevillana era sinónimo de poder por su posición social y económica tan ventajosa. Allí en Sanlúcar alrededor suyo también se establecerían las casas de aquellos nobles y burgueses frente a Doñana. Antes de acondicionar su residencia los duques se hospedaron en la finca de El Picacho.
Sanlúcar de Barrameda posee una ubicación estratégica enfrente del parque Natural de Doñana y de sus costas partió en 1519 la expedición de Magallanes y Elcano, la cual regresó a Sanlúcar tres años después, en 1522, tras hacer la primera circunnavegación que demostraba la esfericidad del globo terrestre. Frente a sus playas tuvo lugar el primer combate, naval de la historia de la marina castellana. En sus inicios Sanlúcar dependía del reino de Sevilla hasta 1833 que pasó a formar parte de Cádiz.
Allí, en Sanlúcar también disfrutó de largas estancias Francisco de Goya en casa de la XIII Duquesa de Alba, a la que luego dicen que retrató en el cuadro de la Maja desnuda. Con la llegada de los duques de Montepensier a Sanlúcar también se formó una pequeña corte alrededor suyo de nobles, políticos y artistas. Cecilia Bohl de Faber, la escritora que firmaba como Fernán Caballero, conoció a Antonio de Orleans en 1853 y entablaron amistad. Todo ello le confirió a la localidad un carácter cosmopolita y convirtió a Sanlúcar en el centro de veraneo de la burguesía sevillana. En 1973 Sanlúcar de Barrameda fue declarada conjunto histórico-artístico y hoy es una ciudad singular para los visitantes famosa por su manzanilla, langostinos y carreras de caballos en la playa.
Antes de que se produjera el levantamiento del almirante Topete en 1868 en Cádiz contra la reina Isabel II ― en el que también participó el propio duque de Montepensier ― éste tuvo que hipotecar sus propias fincas de Sanlúcar y el palacio de San Telmo para recaudar fondos a la causa contra la reina con la ayuda de la Banca Coutts de Londres. También el duque de Montepensier mandó dinero a Prim, aunque ello no garantizó su lealtad plena. Prim se había comprometido en París con el emperador Napoleón III a que Antonio de Orleans nunca llegaría a ser rey de España, a pesar de que la candidatura de su mujer, la Infanta Luisa Fernanda, era una de las opciones que se barajaba en el ruedo de la política española tras el exilio de la reina Isabel II.
Aquella ambición de los duques de hacerse con el trono se vio truncada con la muerte en duelo del Infante Enrique de Borbón, hermano de Francisco de Asís de Borbón, por parte del duque de Montepensier en 1870. La sentencia que recibió Antonio de Orleans fue muy leve, pero el verdadero castigo fue que con aquel desgraciado atentado vio desvanecidas de la noche a la mañana todas las posibilidades de reinar en España.
La candidatura de Amadeo de Saboya fue vista por el duque de Montepensier como una humillación a su persona. Al poco de ser proclamado rey tuvo lugar el atentado de Prim y Prats en la calle del Turco el 27 de diciembre de 1870. Las investigaciones que prosiguieron sobre la autoría del mismo provocaron la marcha del duque de Montepensier de España. Fue entonces cuando se instaló con su familia en el castillo de Radán, lugar donde el futuro Alfonso XII en una visita junto a su madre la reina Isabel II conocería a su futura mujer, María de las Mercedes de Orleans. El duque, aunque apoyó después la candidatura alfonsina nunca aportó dinero a la restauración borbónica en la persona de su futuro yerno.
También los duques de Montepensier tenían propiedades en Castilleja de la Cuesta y Villamanrique, lugares de los que María de las Mercedes guardaba gratos recuerdos. Concretamente la Casa Palacio de Hernán Cortés, donde éste pasó sus últimos días, lo compró la familia Montepensier. De estilo neomudéjar y con muros de ladrillo guarnecidos con almenas es un edificio del siglo XVI que fue dote de sus padres para la reina María de las Mercedes hoy es colegio de las monjas irlandesas.
Allí en Sanlúcar de Barrameda encontraría Antonio de Orleans la muerte el 4 de febrero de 1890 y en su residencia palaciega tan singular fue donde se celebró la capilla ardiente. Dos días después tropas de Jerez, Sevilla y Extremadura llegaron para hacerle los honores en su ida a Madrid a un miembro de la Familia real no exento de polémica. Cuando llegó a la estación de Mediodía el cortejo fúnebre recorrió las calles de la capital antes de ser enterrado en el panteón de Infantes del Monasterio del Escorial.
Hasta 1955 el palacio perteneció a la familia Orleans-Borbón, pero después fue vendido al Ayuntamiento en 1971. En 1979 se iniciaron los trámites para la demolición del palacio, la cual nunca llegó a efectuarse, siendo sede del Ayuntamiento en la actualidad. A pesar de su singularidad, por la mezcla de estilos arquitectónicos que presenta y por su historia, hoy se encuentra en la lista de enclaves arquitectónicos amenazados de Europa, por el pobre estado de conservación en el interior de sus estancias y el peligro de desprendimiento de sus techos. Desde la localidad se espera la recaudación de fondos para la pronta y rápida recuperación de uno de los edificios de más abolengo de Cádiz.
Inés Ceballos