Castillo del Morro en la Habana

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El Castillo del Morro, erigido para proteger La Habana de los habituales ataques corsarios de ingleses, franceses y holandeses, es uno de los mejores ejemplos del genio de la ingeniería militar española, que jalonaron las costas de Hispanoamérica, precisamente para defender aquellos territorios de la perfidia de los enemigos de España.

Fueron el maestre de campo Juan de Texeda, y el ingeniero militar Batista Antonelli quienes, siguiendo órdenes del rey de España, diseñaron el Castillo de los Tres Santos Reyes del Morro, construido entre 1589 y 1630. Erigido sobre un saliente rocoso, conocido como El Morro, se alza orgulloso al cabo de los siglos sobre el océano Atlántico.

Castillo de San Salvador de la Punta

Al mismo tiempo que se inició la construcción de El Morro, empezó la del Castillo de San Salvador de la Punta, que resguardaba el otro extremo de la bahía, protegiendo así el puerto de La Habana.

La conclusión de las obras de El Morro se demoró hasta bien entrado el siglo XVII, debido a dificultades económicas y diferencias entre los gobernadores de Cuba y Antonelli. Se fueron añadiendo diversas mejoras, como el cierre de las bóvedas y la conclusión de la plataforma, en la cual se emplazaron 12 cañones, y que se acometieron durante el gobierno de don Pedro Valdés (1600 – 1607). Pero las obras complementarias para alojamiento de tropas, almacenes de municiones y aljibes no se concluyeron hasta 1610.

Esta magnífica construcción militar se erige sobre la roca que le da nombre, con una forma irregular poligonal, perfectamente adaptada a la misma, a través de un sistema de terrazas. Es un claro ejemplo de arquitectura militar renacentista.

Sus gruesos muros de tres metros de grosor consiguieron resistir los frecuentes ataques piráticos, pero no así su conquista por los ingleses, en 1762, que determinó el breve paso de Cuba a dominio de Inglaterra. Una fuerza de 14.000 ingleses consiguió doblegar la resistencia de los habaneros, tras 44 días de asedio, asaltando la que parecía fortaleza inexpugnable, no por mar, sino por tierra.

Silvestre Abarca

Tras recuperar la isla y su capital, se acometió la reconstrucción de la fortaleza, gravemente dañada durante la toma de La Habana por los ingleses, bajo la dirección de los ingenieros Silvestre Abarca y Agustín Crame. Se aprovechó la reforma, para añadir los baluartes de Tejeda y Austria, un foso; un camino cubierto, diferentes aljibes, cuarteles, calabozos y almacenes. Todo ello perfectamente adaptado a las distintas irregularidades del terreno. 

Además, en su parte inferior y por el lado que mira a la bahía, se emplazaron las baterías la Pastora y Los Doce Apóstoles. Asimismo, todas las estancias interiores estaban perfectamente interconectadas y con distintas vías de acceso.

Tras estas ambiciosas reformas, el Castillo de El Morro continuó desempeñándose como la mejor defensa de La Habana, función que siguió cumpliendo hasta la construcción de La Caballa, a finales del siglo XVIII. Esta fortificación, que ofrece unas magníficas vistas panorámicas del mar y de La Habana, forma parte actualmente del Parque Histórico Militar Morro – Cabaña, y acoge el Museo Marítimo de la ciudad. 

Jesús Caraballo

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