Otro de los aspectos en que España fue pionera, es en la creación de sistemas educativos novedosos. Como siempre habrán gentes que se lleven las manos a la cabeza por esta afirmación, pero es que la Leyenda Negra ha hecho estragos en los ánimos de los propios españoles. Para apoyar mi afirmación con tan solo un ejemplo, trasladémonos en el tiempo al siglo XVIII y en el espacio a Luisiana, en los actuales Estados Unidos, que entonces se encontraba bajo el control del Reino de España.
La historia la podemos empezar en 1769, cuando Luis de Unzaga Amézaga, llega a Luisiana acompañando a Alejandro O’Reilly con el rango de coronel para ayudar a sofocar la rebelión que el anterior gobernador había provocado. O’Reilly aplastó la rebelión con facilidad, ya que llegó con abundantes fuerzas militares pero Carlos III decidió relevarlo debido a las protestas que hicieron llegar al rey algunos de los civiles sublevados. Alejandro O’Reilly era un buen militar y un más que aceptable legislador, prueba de ello es la “Ley Fundamental de Luisiana” que redactó y aplicó en el territorio y posteriormente fue de aplicación también en Florida, pero sus maneras abruptas y las medidas expeditivas que aplicó, llegó a Carlos III a enviarle a otro destino. Tampoco se calentó la cabeza el monarca para buscar substituto y encargó a Unzaga tomar el relevo en 1770.
A Luis de Unzga lo podrías calificar como un solterón de oro. Tenía ya 53 años, pero su estado civil no era vocacional sino mas bien fruto de la agitada vida que había llevado al servicio de la Corona Española. Había residido en Italia, África y América del Norte y su personalidad era cosmopolita. Sea porque conoció a la mujer de su vida o por que tomó consciencia que la vida se le escurría entre los dedos, el caso es que conoció a la joven criolla Isabel Saint Maxent y después de tramitar la solicitud de “Licencia Matrimonial” a Carlos III, se casó en 1775.
Se conserva el texto de la solicitud de licencia, en la cual Unzuga no puede ser más sincero, “…edad crecida…con honesta fortuna y sin herederos legítimos… el objetivo… es lograr sucesión”. Puede que hoy en día nos suene políticamente incorrecto, pero el enlace tuvo consecuencias muy positivas en el desarrollo de la Luisiana bajo el gobierno español.
Uno de los motivos por los que un administrador de alto nivel en el gobierno español debía solicitar licencia de matrimonio al Rey, era que el entorno de la esposa podía tener decisiva influencia en las decisiones que el administrador pudiera tomar. En nuestro caso, estas influencias se mostraron rápidamente y en la buena dirección.
El talante de Unzuga era básicamente diplomático y humanitario. Antes de su matrimonio ya había reformado el texto de “La Ley Fundamental de Luisiana”, modificando los textos relacionados con la esclavitud, para dificultar la adquisición de esclavos y otros que facilitaban el acceso a la Justicia de las minorías, como indígenas amerindios y acadianos (no confundir con los acadios) que siendo descendientes de los canadienses de origen francés se sentían marginados en la nueva situación y ya habían sufrido las consecuencias del gobierno británico. La influencia de su esposa, acentuó todavía más esta vertiente del gobernador.
El entorno criollo de su esposa era de cultura francesa y percibió desde el primer momento de la llegada de la Administración Española el peligro de que su lengua, costumbres y tradiciones, se perdieran. La actitud del primer gobernador, Antonio de Ulloa, les hizo pensar que el final para ellos iba a ser el mismo que sufrieron los acadianos por manos del Imperio Británico, que acabaron siendo deportados y con sus posesiones confiscadas. Con O´Reilly, no les fueron mejor las cosas, ya que llegó a ejecutar públicamente a uno de los sublevados, pero con Unzuaga la actitud cambió radicalmente.
De entrada participó activamente en la vida social criolla, ello no sólo contribuyó a mejorar las relaciones con sus administrados sino que además hizo que conociera a su futura esposa y que con esto el círculo se cerrara y se entrara en una espiral virtuosa.
El matrimonio de Unzuga, no se limitó él, personalmente, sino que fue el catalizador otros enlaces mixtos entre la aristocracia española y la criolla francesa. Entre ellas podemos destacar la de Marie Felicité, hermana de Isabel, que contrajo matrimonio con el futuro gobernador y Virrey de Méjico, Bernardo de Gálvez. Personaje que tuvo una extraordinaria importancia en el éxito de la independencia de las colonias británicas de Londres.
Pero el objeto de este artículo es celebrar la puesta en marcha del primer sistema educativo bilingüe en América. Unzuaga fue consciente que no podía lograr la confianza de los criollos franceses si no se aseguraba su identidad a largo plazo y una forma de ganarse la adhesión de éstos era poner en marcha un sistema educativo que formara a los educandos en sus lenguas maternas.
La idea no fue un mero brindis al sol sin contenido. En julio de 1771, había escrito al ministro de Carlos III, Julián de Arriaga Ribera, solicitando permiso para poner en marcha el proyecto. Debió ser persuasivo ya que el 19 de diciembre del mismo año, recibió la aprobación mediante Real decreto. Rápidamente nombró como superintendente del proyecto a Manuel Andrés López de Armesto y lo dotó con presupuesto. Además se contrató a seis maestros con un sueldo anual de 250 pesos para iniciar las clases.
No se limitó aquí su labor, en 1772 consiguió que la Orden de Santa Ursula, creara una escuela femenina gratuita en Nueva Orleans. Dicha escuela enseñaba en la misma aula a jóvenes de distintas razas, blancas, amerindias, mulatas y negras. Todo un hito en la historia colonial mundial.
Además, Unzuaga era una persona práctica y deseaba que su aparato de gobierno se pudiera comunicar con fluidez en su entorno y por ello solicitó a la metrópoli dos escribanos, uno de lengua española y otro francesa. Extraoficialmente, también se hizo con letrados en lengua inglesa, prueba de ello son las cartas que se conservan en las bibliotecas americanas, cruzando conversaciones con el coronel Joseph Reed y el general Charles Lee.
Comentario final. Creo haber probado que el Imperio Español fue capaz de crear sistemas educativos novedosos, cientos de años adelantados a lo que hicieron otros imperios europeos.
Manuel de Francisco Fabre