Batalla de Jemmingen (29 julio 1568)

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En julio de 1568, hacia apenas unos meses que había comenzado una guerra que duró ochenta años. Los motivos de semejante despropósito, me refiero a la guerra, fueron fundamentalmente económicos, pero como ocurre a menudo, alguien tiene que “pagar el pato” y en muchos libros se echa la culpa al gobernador de los Estados Generales de los Países Bajos y lo que pocos saben que este personaje no era un hombre, si no una mujer.

Margarita de Parma

En los libros de texto actuales, donde impera un acatamiento total a todos los predicamentos de le Leyenda Negra, siempre se enseña que las mujeres eran meros objetos dentro del Imperio Español, pero nada más lejos de la realidad y Margarita de Parma es un ejemplo.

Margarita no era de Parma. Había nacido en Oudenaarde, ciudad de la actual Bélgica y era hija ilegitima del emperador Carlos V. Su padre poco se interesó personalmente por ella, pero quien sí lo hizo fue su tía abuela, que también se llamaba Margarita y quien también fue gobernadora de los Países Bajos. Su protectora, murió en 1530, pero otra mujer llamada María de Austria, tomó su relevo, tanto en el cargo como en el tutelaje de la doncella.

Por avatares de la vida, en 1558, Felipe II, recompensó sus dotes diplomáticas, nombrándola Gobernador de los Países Bajos. No era una tarea fácil y el Rey lo sabía perfectamente. El monarca no quería una imposición vía militar de su titulo y por ello eligió a su hermanastra, que ya había demostrado su característica forma de evitar los conflictos, en su estancia en Italia.


Guerra de Esmalcalda

Como hemos dicho, no era una tarea sencilla, los protestantes hugonotes aumentaban rápidamente su influencia en la región y su actitud no era ciertamente pacifica. Se habían ya desencadenados cuatro conflictos de importancia en Europa por motivos religiosos entre católicos y protestantes. La guerra de los campesinos alemanes (1524-1525), las guerras de Kappel en Suiza (1529 y 1531), la rebelión anabaptista de Münster (1534-1535), la guerra de Esmalcalda (1546-1547) en el Sacro Imperio Romano Germánico. Felipe II no deseaba que los conflictos que estaban desangrando los países germánicos, afectaran a su imperio.

Pero sea por falta de tacto político por parte de Margarita o por rigidez de los protestantes hugonotes, el 15 de agosto de 1566, Día de la Asunción, un grupo de fanáticos protestantes calvinistas, irrumpieron en las iglesias de culto católico y se dedicaron a destruir todas las imágenes. Cuando la noticia llegó a oídos de Felipe II, éste se horrorizó y mandó organizar el envío de un contingente armado a la región.

Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba.

En las provincias de los Países Bajos, a pesar de la conflictividad y de la peligrosa situación de la región, no había un ejército regular y Margarita se encontraba prácticamente inerme ante un ataque organizado que tanto podía venir del este germánico, del sur francés, del oeste inglés o norte báltico. Todo se confiaba en la diplomacia y aparentemente, Margarita, empezaba a controlar la situación cuando, el 28 de agosto de 1567, llegó el ejército enviado por su hermano Felipe II. Margarita se sintió desautorizada y dimitió. Al frente quedó Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba.

Adolfo de Nassau

El contingente español estaba formado por unos pocos miles de hombres y se encontraba totalmente rodeado en territorio hostil. El Duque de Alba estaba resolviendo las tareas administrativas de la nueva organización cuando recibió la noticia de que un ejército de 4.100 hombres al mando de los hermanos Luis y Adolfo de Nassau, estaban entrando por Alemania. La composición del ejército era fundamentalmente de mercenarios alemanes. Falto de tiempo, el Duque de Alba envió al estatuter Jan van Ligne, con un contingente de fuerzas muy similar para hacerle frente. El resultado fue catastrófico, Jan van Ligne fue derrotado y muerto en la batalla de batalla de Heiligerlee el 23 de mayo de 1568. Su ejército quedó reducido a la mitad.

Los Nassau no supieron o pudieron sacar provecho de su victoria. Pensaban que la población local iba a aclamarlos, pero no fue así y ni siquiera consiguieron tomar la cercana ciudad de Groninga en el norte del país. Estuvieron dos meses merodeando por la región, mientras sus tropas vivían de la comarca, cosa que no les hizo demasiado populares.

Luis de Nassau,

En julio de 1568, el enérgico Duque de Alba ya había tomado el mando y conseguido reunir a 3500 hombres bien organizados. Mientras, Luis de Nassau, había recibido refuerzos de Alemania y tenía bajo su mando a más de 11.000 hombres. Sin embargo, ambos temían un enfrentamiento directo. Fernando Álvarez sabía que otra derrota significaba el fin, ya que no disponía de más tropas y cualquier socorro tardaría más de un año en llegar. Luis era consciente de que sus tropas estaban más pendientes de sus pagas que de otra cosa y que su disciplina no era la más adecuada para un enfrentamiento ante los soldados españoles.

La situación se desencadenó cuando Luis decidió instalar su campamento en un recodo entre los ríos Ems y Dollar. Su idea era abrir las esclusas aguas arriba y quedar aislado y protegido en una isla artificial. La parte errónea del plan era que en caso de derrota la salida era difícil y una desbandada podía provocar serias bajas.

El Duque de Alba, vio la oportunidad y envió a las compañías de los capitanes Marcos de Toledo, Diego Enriquez y Hernando de Añasco, cruzar la campiña inundada, con el agua a la rodilla para tomar al asalto el puente principal que defendía el juego de esclusas. El ataque a base de arcabuceros y piqueros fue un éxito y los españoles quedaron en posesión del estratégico puente.

Maestre de campo Julián Romero

Cuando Luis se dio cuenta de la situación, puso toda la carne en el asador y envió a más de 3.000 hombres al ataque, pero el puente era pequeño y los 50 soldados españoles que lo defendían fueron capaces de aguantar el tipo hasta que dos tercios españoles vinieron en su ayuda. Una cosa era barrer a 50 soldados agotados y otra enfrentarse al Tercio Viejo de Lombardía, mandado por Juan de Londoño, y al Tercio Viejo de Sicilia, a cargo del maestre de campo Julián Romero.

Los atacantes del ejercito de Luis, decidieron que era hora de volver a sus bases y retrocedieron con relativo orden, aunque sin poder frenar la acometida española hasta que llegaron al alcance de los cañones holandeses. Aquí fue cuando los maestres españoles se dieron cuenta de su error al haber avanzado demasiado y encontrarse en una situación angustiosa, ya que estaban batidos por los cañones enemigos y casi rodeados por el ejército hostil. Enviaron emisarios al Duque de Alba solicitando refuerzos.

Nunca sabremos la verdad, pero sea por genio militar o por retraso en los emisarios, la ayuda nunca llegó. Luis creyó ver su oportunidad y atacó con todas sus fuerzas. No contaba con la disciplina, formación técnica de los españoles y su armamento. Londoño y Romero esperaron a que el enemigo se encontrara muy cerca, para soltar una descarga cerrada de arcabuces. Esta arma era lenta de cargar pero letal a 25 metros, distancia a la cual podían perforar armaduras ligeras. Los soldados españoles estaban bien adiestrados y conseguían soltar una descarga por minuto. Tal vendaval no pudo ser soportado por los soldados del ejército de Luis de Nassau y empezaron a retirarse. Fue el momento que el Duque de Alba esperaba y a su vez se lanzó en persecución del enemigo.

La desbandad fue total y como las salidas eran escasa debido a la geografía del lugar, la matanza fue brutal. Se estima que la mitad del ejército rebelde murió siendo muchas de las bajas ocasionadas al intentar cruzar a nado alguno de los ríos que le cortaban el paso. El mismo Luis de Nassau se salvó de milagro, disfrazado y cruzando a nado el Ems.

Guillermo de Orange

Las consecuencias fueron desastrosas para los holandeses, Luis se tuvo que retirar a Alemania y el Duque de Alba pudo volverse contra Guillermo de Orange al que vencería en octubre de 1568.

A largo plazo, puede que el resultado no fuera tan bueno para los españoles. Felipe II se enquistó en su posición creyendo que el problema estaba resuelto, tal vez sin medir bien la situación de una pequeña provincia que se encontraba a más de 2.000 kilómetros de la primera frontera española estable y rodeado de países hostiles. Tal vez una victoria menos contundente, hubiera evitado que el imperio español gastara recursos ingentes en la región, pero,…es que no se puede pedir a un soldado español medias tintas. O se gana, o se pierde.

Manuel de Francisco Fabre

https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Jemmingen

https://terciosviejos.blogspot.com/2018/07/batalla-de-jemmingen.html

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