
La Antigua, primer asentamiento español en Tierra Firme, en el actual estado mexicano de Veracruz, acoge la iglesia donde por primera vez prendió el cristianismo en el continente americano. Una fe que, hasta el día de hoy, aún sigue ganando nuevos fieles en esas tierras.

Así es, Hernán Cortés ordena a los franciscanos que construyan en esa población, originalmente conocida como Huitzilapan, una ermita. La idea es que, en ese importante puerto, los españoles que arribaban a los nuevos territorios ganados para la Monarquía Hispánica, se encomendaran a Dios antes de proseguir su incursión en tierras indias.
Los frailes, encabezados por fray Martín de Valencia —los popularmente conocidos como “los doce apóstoles”— acometieron dicha tarea, entre los años 1523 y 1524. Tras concluir su construcción, se dedicó al patrón de España, Santiago Apóstol. Esta sencilla iglesia, de tan solo 20 metros de alto y 5 de ancho, simboliza, sin embargo, no solo el inicio de la evangelización de México y del resto del continente americano, sino la rápida asimilación de los naturales del país a la nueva Fe. La pronta aparición de la Virgen de Guadalupe al indio San Diego contribuyó decisivamente a ello.
Y es que, en la construcción de la ermita, los frailes franciscanos fueron ayudados por los indios de la región, totonacas, que desde el primer momento asumieron con entusiasmo la tarea.

De hecho, fueron los propios indios los que aconsejaron a los frailes utilizar para la ermita, claro ejemplo de arquitectura española, un pegamento de elaboración propia, a base de baba de caracol, nopal, agua de mar, cal calcinada y miel de abeja. La mejor prueba de lo acertado de usar este material es que la ermita se mantiene en pie, al cabo de cinco siglos, y lo que es más importante, manteniendo ininterrumpidamente a lo largo de este tiempo, el culto.
Este templo es donde, por primera vez, los indígenas tuvieron la oportunidad de participar en el culto católico. Además, en esta ermita, los frailes empezaron a aprender las lenguas de los nativos. Y es que en todo el proceso del descubrimiento de América, los religiosos españoles eran quienes aprendían las lenguas indias, para así facilitar su evangelización. A los nativos, durante los tres siglos en que fueron leales súbditos del Rey de España, nunca se les impuso el uso del español (esto solo sería obligatorio a partir de los procesos de separación de las repúblicas criollas de la Madre Patria).

La ermita, que después de un tiempo fue dedicada al Cristo del Calvario, y luego a la Virgen del Rosario, advocación con la que se conoce actualmente, fue objeto de una remodelación, en 1.604. Ya en 1.965, se añadieron tres campañas, en representación de la Santísima Trinidad. En el atrio, se pueden ver las estaciones del viacrucis, elaboradas en Talavera, famosa por sus azulejos.
Parece mentira que en una ermita tan humilde se iniciara la evangelización de México, donde hoy en día cerca de cien millones de mexicanos se confiesan católicos; así como de todo un continente, que actualmente alberga a casi la mitad de los católicos de todo el mundo, más de 650 millones de fieles, el 48% del total, según el Anuario Pontificio 2022.

Jesús Caraballo