Despliegue y Derrumbe

Tratando de entender lo ocurrido en aquel verano de 1921, debemos comenzar observando el mapa de los movimientos de las fuerzas españolas mandadas por el general Fernández Silvestre. Saliendo desde Melilla pretendía alcanzar por tierra la Bahía de Alhucemas, límite por el oeste de la Comandancia de Melilla e inicio de la Comandancia de Ceuta, llegando nuevamente al mar haciendo un movimiento de medialuna, por desgracia, sin tener en cuenta que a sus espaldas dejaba numerosas tribus armadas de fidelidad dudosa hacia los españoles.

En esta política de rápido despliegue de las tropas chocaba frontalmente de la estrategia defendida por el general Berenguer, partidario de una expansión más lenta alternando los esfuerzos militares y los diplomáticos, desarmando a las tribus de los territorios ocupados.
Con esta estrategia de avance rápido, iniciada nada más ser nombrado Jefe de la Comandancia General de Melilla en mayo de 1920, se ganó las felicitaciones del rey Alfonso XIII cuando para el verano de 1921 ya había desplegado más de 10000 hombres en un total de 140 posiciones, aproximadamente.
Annual se encontraba a más de 100 km de Melilla, este ‘estiramiento’ de las líneas significaba un problema logístico muy importante, mucho más con los medios disponibles que no pasan de reatas de mulas que debían desplazarse por territorio escarpado continuamente hostigados por tribus nativas.

Las unidades españolas se encontraban disgregadas y aisladas en numerosos puestos y blocaos mal abastecidos que se empleaban con fines de vigilancia avanzada de fortificaciones mayores, pero que resultaron ser objetivos fáciles para las harkas de Abd el-Krim a la vez que reducía la capacidad de combate de unos regimientos excesivamente fraccionados.
Estrategia no compartida, no solo por el general Berenguer, sino que tampoco por oficiales como el coronel Morales conocedores tanto del territorio ocupado como de los nativos de las tribus que los ocupaban. A la vez que ponía al límite la capacidad de aguante tanto de Abd el-Krim como de las tribus más hostiles de Alhucemas, al superar no solo el rio Kert, sino que también el rio Amekrán con la ocupación de Abarrán.

La caída de Abarrán
La caída de Abarrán en menos de 4 horas de combate supuso un cambio radical en la dinámica de las operaciones, mientras que el mando español frenaba los planes y dudaba con que paso a seguir, solicitando el general Fernández Silvestre mayor número de medios y humanos que nunca llegaron.
La moral de las tropas rifeñas , por lo contrario, se incrementaba, alimentándose las líneas de Abd el-Krim con miembros de más tribus animadas con la visión de obtener ricos resultados con la rapiña sobre las tropas españolas.
Con este escenario de campaña nos encontrábamos con:
- En Annual:
El 18 de julio con aproximadamente 3000 hombres.
El 19 de julio se incrementó con 1000 más.

El 21 de julio se alcanzaría la conocida, aproximada, de 6029, en el Expediente Picasso se reduce a 5379, quizás por destinarse las tropas 654 del Alcántara a la posición de Dar Drius, aproximadamente 654 al haber que descontar algunos miembros que se quedaron en Annual como su oficial al mando el coronel Manella, su ayudante y escoltas, todos ellos fallecidos entre Annual y el Desfiladero de Izumar.
Con un total de 200000 cartuchos de fusil y 600 de cañón.
- En el resto de la Comandancia:
Como ya se ha indicado en más de 140 posiciones en un territorio de inmensas dimensiones:
De frente hasta Tazarut Uzai, 56 km.
De profundidad hasta el río Muluya, 109 km.
Con un total de 12011 hombres.
- En Melilla:

1836 hombres (el Expediente Picasso lo eleva a 3000), al mando del coronel de artillería Francisco Massaller Alvareda.
Llegado a este punto ya podemos hacernos una idea suficientemente detallada, aunque muy resumida, del escenario con el que se encontraba el general Fernández Silvestre en 1921, igualmente, podemos identificar las causas y el punto de partida del Derrumbe de la Comandancia de Melilla.
Desde ‘mi humilde punto de vista’ el resultado fue fruto de la soberbia, la ambición y el desconocimiento, no solo nos ha ocurrido a España también a otras potencias extranjeras, por el sentimiento de superioridad en cultura, tecnología, conocimiento, … y el desprecio por la población nativa.
Razonar que se pueda tomar el ataque del 1 de junio sobre Abarrán, puesto más avanzado al oeste del río Amekrán como ‘la gota’ que hizo rebosar la ‘paciencia de Abd el-Krim’ al encontrarse dentro del territorio de la tribu Beni Urriaguel parece lo más sencillo, ahora que lo analizamos después de más de 100 años de los acontecimientos, … ¿nos habríamos dado cuenta de lo que se venía encima si hubiésemos estado allí con el general? ¿se debió él haber dado cuenta de la situación que se había creado?

Tras la toma de Abarrán, las tropas rifeñas asediaron el 2 de junio Sidi Dris, posición costera próxima a la desembocadura del río Amekrán, pero en esta ocasión la suma del valor de las fuerzas del Regimiento Ceriñola que lo defendían al mando del comandante Julio Benítez Benítez, que luego fallecería en los combates de la defensa de Igueriben, junto con el apoyo del cañonero Laya frenaron las intenciones de los atacantes.
La situación era, evidentemente, delicada, pero los movimientos ordenados por el general Fernández Silvestre hacen pensar que consideraba muy posible mantener el frente al este del río Amekrán, ocupando las posiciones de Talillit, el 3 de junio, y Buimeyan, ya ocupada desde el 21 de febrero, ambas al oeste de Annual.

Igueriben
A su vez se movían tropas para fortalecer Izumar, Ben Tieb y Dar Drius, ruta de llegada del abastecimiento logístico imprescindible. Ante la lógica desconfianza sobre las tribus dejadas en retaguardia, se ocupó el 7 de junio la ‘posición intermedia A’ cerca de Ben Tieb, la ‘posición intermedia B’ cerca del Desfiladero de Izumar, e Igueriben, al mando del comandante Francisco Mingo Portillo, posteriormente relevado por el comandante Benítez el 13 de julio. Más tarde el 20 de julio se ocuparía la ‘posición intermedia C’ entre Izumar y Annual.
Desde el 14 de junio los hostigamiento sobre las diversas posiciones alrededor de Annual y a lo largo de la ruta hacia Dar Drius fueron continuos por partes de las harkas rifeñas.

Los ataques sobre Igueriben no cesaron desde el 7 de junio, pero se recrudecieron a partir del 14 de julio, al igual que no cesaron los intentos de apoyarlos con nuevas tropas desde Annual, en tres ocasiones se organizaron columnas de apoyo a este puesto por parte de los coroneles Manella y Morales, al igual que no cesaron los bombardeos desde Annual sobre ‘la Loma de los Árboles’ ocupados por los rifeños y desde la cual se batía continuamente con su fuego sobre los defensores de Igueriben.
A pesar de todos los esfuerzos que se realizaron se dio orden de abandonar Igueriben el 21 de julio, este hecho fue un golpe psicológico sobre la tropa y mandos ya que no se había logrado defender una posición a tan solo 6 kms de Annual con todos los efectivos disponibles. En esos momentos ya solo se disponían en Annual de 90 cartuchos por hombre y 20 disparos por pieza de artillería… ¿suficiente para su defensa?

Esa misma noche el general Fernández Silvestre se reunía en su tienda con todos los mandos para evaluar la situación y decidir los siguientes pasos a dar. Sobre la mesa se propusieron dos alternativas:
- Fortificar Annual y defenderla hasta el final, idea apoyada por los coroneles Manella y Morales.
- Emprender la retirada hacia Melilla, a través del callejón que suponía el Desfiladero de Izumar y encontrarse a una distancia superior a 100 kms de su destino, defendida por otros de los mandos presente.
Algunos autores incorporan una tercera, que parece no se tuvo en consideración, el avance hacia la costa buscando la protección de los cañones de la Armada, manteniendo un único frente con el enemigo resguardados por el Mar Mediterráneo a sus espaldas. Esta posibilidad surge de la eficaz defensa de Sidi Dris del 2 de junio con el apoyo del Laya, pero también es cierto que ese camino lo seguirían las fuerzas de Talillit que tras la orden de retirada se refugiaron en Sidi Dris, muriendo la práctica totalidad de la guarnición en los posteriores intentos de evacuación por mar.

Desfiladero de Izumar
Fuese como fuese lo allí hablado, la decisión tomada por el general fue la segunda de las alternativas, no sin tener muchas dudas y cambios de ordenes contradictorios al respecto. Y sabiendo el general algo claro de antemano, que el tránsito de las tropas por el Desfiladero de Izumar conllevaría un número muy elevado de bajas, como por desgracia así sería al haberse ocupado sus laderas por parte de los tiradores enemigos.
Así informó a todos los mandos directos y a sus superiores, el rey Alfonso XIII al conocer lo que estaba ocurriendo el 22 organizó su regreso a Madrid, al igual que el ministro Eza que a su vez se comunicaba con el general Navarro que se encontraba en Dar Drius.
Se le informó que estaba previsto que el 24 de julio llegasen a Melilla, que se encontraba desprotegida, un batallón del Regimiento de La Corona nº 71 desde Almería, banderas I y II del Tercio de Extranjeros y dos tabores de Regulares. Refuerzos que llegaban tarde para Annual, pero muy necesarios para evitar la toma, asesinatos, rapiña, … de Melilla por las tribus atacantes. Ese mismo día 24 se iniciaría el asedio de Nador que duraría hasta su rendición el 2 de agosto, ciudad que se encuentra a poco más de 16 kms de Melilla.
A su vez, comunicó a todas los mandos de los puestos que organizasen el repliegue, destruyendo todo el material que pudiese ser aprovechado por el enemigo, abandonando equipajes e impedimentos que pudiesen ser objeto de rapiña del enemigo y facilitase la evacuación ganando tiempo para las tropas.

Las tropas de Talillit, deberían replegarse hacia Sidi Dris, donde como ya se ha dicho finalmente la gran mayoría moriría al ser asediada y tomada por el enemigo mientras trataban de evacuarlas por mar. Suerte similar correrían los que buscaron refugio en Punta Afrau, estimándose que de los 180 defensores, aproximadamente 130, muchos de ellos heridos, lograron ser rescatados por las unidades de la Armada, se produjeron acciones de puro heroísmo como la del soldado Mariano García Martín del Regimiento Ceriñola, natural de Torre de Esteban Hambrán (Toledo), que sabiendo su segura muerte tras ser herido en el vientre defendió en solitario el embarque de sus compañeros, acción que sería reconocida con la Cruz Laureada de San Fernando.
Las tropas de Buimeyan tenían orden de incorporarse a las tropas ubicadas en Annual.
La primera columna de salir de Annual sería el convoy de tullidos al mando del sargento, practicante del Regimiento San Fernando, José Rodríguez, que en lugar de seguir el peligroso trazado por el Desfiladero de Izumar adoptó la decisión de seguir uno más largo, pero previsiblemente más seguro para la tropa a su cargo.
En primer lugar, se dirigió por el Noreste hacia Timayast superando por el Norte Dar Quebdani, para finalmente girar hacia el Sureste atravesando el rio Kert, alcanzando la fortificación de Monte Arruit por la parte contraria a la entrada principal del 26 de julio. El recorrido pudo hacerlo sin contratiempos, sin ser hostigados por las fuerzas enemigas que habrían resultado fatales para un grupo con graves heridas, incluyendo al propio sargento Rodríguez con una grave herida de metralla de cañón a la altura de la axila del brazo derecho, con nulos cuidados médicos salvo la inmovilización permanente contra su propio cuerpo.
Poco más se sabe del sargento Rodríguez, salvo que finalmente resultó muerto en Nador.
Posteriormente el general dio orden de abandonar Annual hacia Ben Tieb, primero marcharía una columna con la impedimenta necesaria, municiones de artillería disponible y resto de heridos. En segundo lugar, la artillería y en tercer lugar dos compañías del Regimiento San Fernando cubriendo los francos y la retaguardia.

Otras dos compañías del San Fernando cubrirían el repliegue de Regulares, para posteriormente incorporarse a la columna. A su vez, las unidades próximas y fuera del itinerario debían replegarse hacia el itinerario Annual – Ben Tieb, de todas ellas, unas no llegaron a recibir la orden y otras cuando lo recibieron ya era demasiado tarde al ya encontrarse cercadas.
El orden previsto se desmoronó convirtiéndose en un desorden total.

El comandante de Caballería de Regulares Cebollino tratando de proteger la vanguardia se unió con el Alcántara del teniente coronel Primo de Rivera en Morabo.
Las compañías del San Fernando al mando del comandante González Munné, muerto en la retirada, tras proteger el repliegue trataban de unirse a la columna que junto con el resto del San Fernando al mando del teniente coronel Pérez Ortiz se internaba en el infierno que se estaba convirtiendo el Desfiladero de Izumar.
Los Regulares al mando del comandante Manuel Llamas Martín, jefe accidental en ese momento, se desplegaron e hicieron frente a los enemigos, pero no se atrevieron a disparar sobre las tropas enemigas haciéndolo al aire, probablemente por no querer dañar a los que consideraban sus ‘hermanos’. El comandante Llamas viendo que muy probablemente sus tropas nativas de Regulares terminaran desertando decidió dirigirse a Ben Tieb por un recorrido que evitase el paso por el Desfiladero de Izumar.
Decisión que probablemente evito que terminase como los coroneles Manella y Morales asesinados por sus tropas nativas en la huida de estas tropas tras la deserción en Izumar.

Vicente Medina Prados
Fuentes:
Historia de las Guerras de España en Marruecos. Coronel González Andradas, Rogelio
Los Nombres del Desastre de Annual
Ferrocarriles de España