La primera iglesia del continente americano, en México, cumple 500 años

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Azulejo ubicado a las afueras del convento de San Francisco del Berrocal de Belvís de Monroy (provincia de Cáceres, España) que reproduce un mural del siglo xvi que se encuentra en la sala capitular del convento franciscano de Huejotzingo, Puebla.

La Antigua, en el estado mexicano de Veracruz, acoge la que se tiene por la primera iglesia católica del continente americano. Así es, en 1524, los conocidos popularmente como “doce apostoles”, franciscanos liderados por fray Martín de Valencia, concluyeron la construcción de la ermita del Rosario, dedicada a Santiago Apóstol y erigida por orden de Hernán Cortés, en el antiguo poblado indígena de Huitzilapan.

Ahí, los españoles levantaron el puerto de acceso al interior de lo que pronto sería el Virreinato de la Nueva España, por lo que tenía sentido disponer de una iglesia en donde los viajeros pudieran encomendarse a Dios, antes de ingresar en tierras indias. La ermita, que cumple ahora su medio milenio de asistencia espiritual ininterrumpida, fue, por tanto, el lugar en por el que penetró la fe que hoy alimenta a la mayoría del pueblo mexicano (el 97,9 % se declara católico), y que convierte a América en el continente con mayor población católica del mundo (el 48 %, con un total de 652,8 millones de fieles).

No solo eso, este humilde templo de tan solo 20 metros de alto y 5 de ancho se reveló, además, como el primer ejemplo del crisol de razas y fusión de culturas en que habría de convertirse pronto la Nueva España y el resto del continente.

Fray Martín de Valencia

Fray Martín de Valencia y el resto de misioneros franciscanos, junto con indios totonacas de la región, construyeron la ermita, de clara arquitectura española, valiéndose de un pegamento preparado por los indígenas, fabricado con baba de caracol, nopal, agua de mar, cal calcinada y miel de abeja.

La ermita del Rosario fue el primer lugar en  donde los indios pudieron practicar el culto católico. Asimismo, ahí fue donde los frailes comenzaron a aprender las lenguas de los naturales del lugar, para hacerles comprender nuestra fe. Una práctica, por cierto, la del aprendizaje de los idiomas nativos, en la que los misioneros fueron pioneros y gracias a cuya labor se pudieron preservar gran parte de esas lenguas que, sin tradición escrita muchas de ellas, hubieran estado abocadas a desaparecer.


La Antigua / 2019-10-21

Un tiempo después de ser erigida, la ermita fue dedicada al Cristo del Calvario, y luego a la Virgen del Rosario, conservando desde entonces su nombre actual. Fue remodelada y ampliada, en 1604, y en 1965, se incorporaron tres campanas, que representan a la Santísima Trinidad. Las estaciones del via crucis, que se encuentran en el atrio, fueron realizadas en la española Talavera, famosa por sus bellos azulejos.

Jesús Caraballo

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