LOS OLVIDADOS DE LA HISTORIA (I)

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LOS TRESCIENTOS HISPANOS QUE SALVARON A EUROPA DE LOS TURCOS
España paga a sus héroes con el olvido, cuando no con el desprecio y la ingratitud.


¡Qué verdad es lo que se dice en este serventesio!
Oyendo hablar a un hombre fácil es
acertar donde vio la luz del sol
si habla bien de Inglaterra será inglés
si habla mal del alemán es un francés
y si habla mal de España es español.


Ciertamente, los hispanos tenemos tendencia a desmerecernos y nos refocilamos por nuestras adversidades.
Las gestas hispanas realizadas en cualquier momento de la Historia pueden igualar o superar a las más esclarecidas y brillantes que haya llevado a cabo cualquier otro país, pero el defecto de España, como nación y de los españoles de forma particular es no airearlas, no publicitarlas y no dar a conocer por cualquier medio de comunicación.
Los españoles no somos chovinistas, no hacemos propaganda de nuestras acciones. Es más las denigramos, cuando no las silenciamos o no le damos su justo valor.
En cualquier momento de la historia de la humanidad, comenzando por Viriato, inscrito a la Lusitania, una de las provincias hispanas en las que fue divida Hispania por los romanos, hasta la última contienda habida contra invasores de nuestro territorio, la guerra de la Independencia contra los franceses, existen multitud de gestas, individuales o colectivas dignas no solo de recordarlas y tenerlas presentes en cualquier momento, sino de airearlas y exhibirlas ante el resto del mundo para que las valore.
Podían haber sido trasladadas al cine y realizado muchas películas sobre estas hazañas, al igual que hacen los estadounidenses, por mencionar un país, que con los pocos años de historia que poseen , y con lo exiguo que tienen para vanagloriarse, han llevado al celuloide multitud de películas sobre la conquista del “Oeste”, o sobre la Mafia.


El dicho del “buen paño en el arca se vende” ha pasado al rincón de los recuerdos. Hoy en día hay que valerse de todos los medios posibles para que una noticia, un hecho, un objeto o cualquier otra cosa que deseemos “vender” (hacer conocer a los demás) tiene que ir precedido de una operación de estudio del mercado, propaganda y una persistente y machacona insistencia para que el público (el mercado) lo compre.
Los tiempos han evolucionado y en la actualidad, si alguien o algo quiere “ser comprado” tiene que estar en los medios de comunicación. Se suele decir que si no se está en ellos, no se es nadie. Es más, los grandes despachos dedicados a la publicidad creadores y ejecutores de grandes campañas a fin de vender un producto, los marquetineros como los define la RAE, se dedican al estudio del mercado para conocer la aceptación o rechazo de un determinado producto antes de sacarlo a la venta, realizan prospecciones de cómo será recibido por el público.


Se llega a tal extremo que se realizan encuestas para conocer qué peripecia o tema principal de una novela sería del agrado del público. Cuando se conoce el mismo, se le encarga a un buen escritor de estas, que componga una con la que estará asegurada su venta, puesto que responde a lo que la mayoría de los encuestados desea.
A posteriori se convoca un concurso para que todos los autores que lo apetezcan concurran con una obra de su creación a fin de optar premio de la convocación. Premio que ya está garantizado, según lo expuesto más arriba.
Con un enorme despliegue de publicidad se presenta la misma al público, de la cual se podrá realizar más de una edición, con éxito de ventas asegurado.


España jamás ha sabido, no ha querido o, por desidia y falta de interés, no lo ha ejecutado “vender” las hazañas, aun las más insignes de sus soldados, y eso que pocos podrán igualarlas y, posiblemente, no superarlas.
Los soldados españoles, posiblemente inigualables en el combate y en su resistencia, por la idiosincrasia de los hispanos, son disgregadores hasta rozar la insumisión.

Una de las causas a las que se atribuye la derrota del bando republicano en la reciente Guerra civil, es que las órdenes emanadas de los generales y mandos de este eran discutidas en las trincheras y, hasta se llegaba a votar sobre las mismas, para ver si se obedecían o no.
Puede ser verdad y que no haya pasado, pero lo cierto es que el mílite español es insumiso per se, pero, aceptada la inexorable necesidad de combatir, la asume hasta sus últimas consecuencias y quedará, firme como una roca, en su puesto de combate que abandonará cuando haya muerto.
Son muchos los ejemplos que podemos citar. No está muy lejana la conocida como Guerra de las Malvinas. Respecto a la cual refieren que dijo Margaret Thatcher. Ahora vamos a conocer si los argentinos son descendientes de italianos o de españoles, si descienden de los primeros, será corta, con poco coste en vidas y dinero, pero como desciendan de los españoles tenemos que preparamos para que sea ardua, difícil, con muchas bajas y mucho costo. Si la frase no fue así, debió de pronunciarla parecida, pues motivó que Sandro Pertini le diese sus quejas a la Primer Ministro inglesa, que se excusó; pero la frase quedó dicha.

No seguiré con más ejemplos, pero sí es digno de citar, brevemente, el caso de Empel.
Hemos de tener en cuenta que Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, el vencedor de las batallas en Italia fue quien pergeñó lo que llegarían a ser los temidos e invencibles, salvo en Rocroi, Tercios españoles que enseñorearon sus reales por toda Europa.
Fueron la unidad militar de elite del Imperio español durante la época y dinastía de los Austrias, desde 1534 hasta 1704, es decir 170 años, en los cuales no había ejército en Europa que pudiese enfrentarse a ellos, ya hemos dicho lo de Rocroi, sin que se expusiese a una vergonzante derrota.
Sucios, desaliñados indomeñables, pero fieros sin igual en el combate.
Salir a la desesperada: El hecho de Empel
El almirante Hohenlohe-Neuenstein. Son los temidos hispanos que combaten hasta la muerte y no conocen la retirada. Son unos más de los soldados que componen el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla.

Philips van Hohenlohe-Neuenstein

Según narran las crónicas de esta batalla, el 7 de diciembre de 1585, este Tercio, compuesto por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waals, bloqueado por completo por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas. El Almirante propone a Arias de Bobadilla una rendición honrosa. Los hispanos no conocen la rendición, ni honrosa mi deshonrosa, así que la respuesta no puede ser otra que esta:
«Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos».

Arias de Bobadilla

Esa fue la respuesta, pero considero conveniente y necesario exponer lo que ocurrió tras las admirables palabras de Arias de Bobadilla.
Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método hartamente utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.
Los soldados hispanos comienzan a cavar, más que trincheras, sus propias tumbas En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Virgen María.
Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:
Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.
Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».


No eran soldados, eran fieros leones que habían visto muy cerca la muerte y, creyendo en la protección de María Inmaculada, irrefrenables, incontenibles, salieron de la jaula en la que se encontraban cercados matando a diestro y siniestro
Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.
Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, luego de que la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. El 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se: Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.
Reconocimiento del valor de los españoles
La bravura de los hispanos se ha patentizado en multitud de combates y en los campos de batalla hasta tal punto que los mismos enemigos han tenido que reconocerla, como exponemos a continuación.

Nordlinger

La batalla de Nordlinger (1634, Guerra de los 30 años).
Gustavo Adolfo de Suecia había revolucionado el arte de la guerra, con su táctica ofensiva de gran potencia de fuego y movilidad que le llevó a la hegemonía en el norte.
El grueso del ejército enemigo estaba compuesto suecos bajo el mando de Gustavo Adolfo, los holandeses del norte de Flandes y los alemanes protestantes. A pesar de estas nuevas tácticas, y de su número de combatientes mayor que el conglomerado del ejército imperial, estas tropas fueron derrotadas por los imperiales.
La dureza de la lucha puso de manifiesto la bravura y el coraje de los Tercios españoles, hizo que Gustavo Adolfo llegase a decir:
“…los españoles peleaban como diablos y no como hombres, estando firmes como si fueran paredes.
Coronel sueco en la batalla de Nordlinger (los suecos fueron derrotados en esta batalla)
“Nunca nos habíamos enfrentado a un soldado de infantería como el español.
No se derrumba, es una roca, no desespera y resiste paciente hasta que puede derrotarte”.


Napoleón Bonaparte:


“Si queremos dominar al mundo, antes debemos anexionarnos a los vecinos del sur, su arrojo y voluntad nos dará la victoria que necesitamos”.
A los españoles les gusta renegar de su país y de sus instituciones, pero no permiten que lo hagan los extranjeros”. (gran verdad, añado yo).
No olvidemos que, tras la invasión por los franceses en 1808, estos salieron de España con el rabo entre las piernas, cosa que, salvo el revés sufrido en Rusia, causado por el General Invierno, no había ocurrido en ningún país atacado por el Cónsul Emperador.
El general Castaños fue el primero que venció a los ejércitos napoleónicos en la batalla de Bailén, infligiéndole una vergonzosa derrota.
“Hacen falta muchos medios para someter a España, este país y este pueblo no se parece a ningún otro. No hay un soldado español que defienda mi causa”, José Bonaparte, cuando fue rey de España.
Adolf Hitler a sus generales cuando le propusieron invadir España:
“Ni hablar. Los españoles gobernaron una vez el mundo, es el único pueblo mediterráneo verdaderamente valiente, organizarían guerrillas en nuestra retaguardia».
«No se puede entrar en España sin el permiso de los españoles».
(Yo añado: la guerrilla es una forma de combate creada por los hispanos) (Recordemos a Viriato después de la traición del Pretor romano Galba).

General alemán Josef “Seep” Dietrich (general de las Waffen-SS- de Hitler):
«Cuando veáis a un soldado desaliñado, indisciplinado y sin afeitar, cuadraos ante él. Es un héroe español.
Son valientes, duros, no ceden ante nada, qué orgullo me da que los españoles estén con nosotros”.
Hipólito Tiene, filósofo, crítico e historiador francés (1828-1893):
«Hay un momento superior en la especie humana; la España desde 1500 a 1700».
El Canciller alemán Bismarck cuando le preguntaron que cuál era la nación más fuerte del mundo, respondió, sin dudarlo, España; «los españoles llevan siglos queriendo destruirla y no lo han conseguido».
Como hemos dicho, la mayoría de las gestas de los soldados españoles permanecen en el limbo de lo desconocido por, ¿desidia? ¿Desinterés? ¿Acaso envidia? ¡Quien lo sabe! No olvidemos que el pecado capital de los españoles es el mencionado.

Manuel Villegas

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