El 22 de noviembre de 1595, los vigías apostados en la costa de Puerto Rico, vieron avanzar hacia la capital una flota inglesa compuesta por 6 galeones reales, 22 pinazas y numerosas barcazas. No era ninguna sorpresa, ya que se conocía su inminente llegada, pero semejante fuerza naval era bastante imponente sobre todo para la zona del Caribe, donde nunca se había visto semejante desplazamiento de medios enemigos.
Este ataque ocurría en el contexto de la guerra anglo-española (1585-1604), que había empezado muy mal para España, con el asalto a Cádiz en 1587 y el fracaso de la Escuadra Invencible en 1588. A partir de ahí los ingleses cosecharon mas derrotas que victorias y en 1595, Francis Drake consiguió convencer a Isabel I de Inglaterra, que sería un buen golpe para la Corona Española, atacar Panamá e intentar cortar por la mitad las posesiones españolas, ya que dicha ciudad, que se encuentra en el Océano Pacifico, era fundamental para toda la organización económica de la América que se asomaba a este océano.
La reina de Inglaterra, aceptó la idea pero debido a que Drake ya había fracasado en 1589, cuando se intentó atacar La Coruña y Lisboa, puso como condición que el mando fuera bicéfalo, compartiendo con John Hawkins el control de la fuerza naval. Las tropas que debían atacar desde tierra estarían mandadas por sir Thomas Baskerville.
El 7 de septiembre de 1595 la escuadra inglesa partía de Plymouth y desde el primer momento los problemas aparecieron. Drake estaba habituado a manejar pequeños grupos de navíos pero solo tenía la experiencia de 1588, cuando fracasó en su intento de invadir la Península. No supo avituallar convenientemente a la escuadra y esta partió de Inglaterra escasa de víveres con la idea peregrina de que se podía asaltar alguna población en las islas Canarias y ahí hacerse con lo necesario.
Fue una pésima idea, por dos razones. La primera fue subestimar la capacidad defensiva de las islas Canarias y la segunda es que esto podía poner sobre aviso a la Corona Española. Su idea era que se podría conquistar Las Palmas en un día y a continuación partir rápidamente después del saqueo, sin dar tiempo a que los españoles desde la Península tuvieran noticia y pudieran enviar socorro a las provincias americanas. Con lo que no contaban fue con la férrea defensa que hizo Alonso de Alvarado y que además contaba con rápidos avisos (pequeños y veloces barcos) que enviaron noticias de lo que sucedía a la Península. La segunda razón es que en España había pensado en el diseño de un nuevo tipo de barco, que aunara velocidad, capacidad de maniobra y capacidad ofensiva.
Se acababan de construir cinco buques con estas característica y con ellos se constituyó una flotilla que se puso al mando de Pedro Téllez de Guzmán. En la documentación de la época, se denomina a estos barcos como fragatas, pero no debe entenderse ni confundirse con los buques que posteriormente en el siglo XVIII fueron utilizados como complemento de las grandes flotas. No poseemos los detalles técnicos de las naves que se pusieron al mando de Pedro, pero dado el número de hombres trasportado, unos quinientos, no debían ser grandes navíos pero si muy veloces, al extremo que cuando llegaron al Caribe, se tropezaron con la retaguardia de la flota enemiga.
Téllez, no dudó en atacar a las naves inglesas, capturando a una de ella. Al interrogar a sus oficiales, descubrió que Drake, que era muy hábil haciendo de pirata, se había enterado que un galeón cargado con 3 millones de pesos de plata, se había obligado a separarse de la flota de Indias debido a un temporal y se encontraba en San Juan de Puerto Rico, reparando las averías y lleno de plata. Era algo a lo que Drake no podía resistirse y de acuerdo con su co-almirante Hawkins cambió de rumbo y se dirigió a Puerto Rico.
Téllez, demostró su capacidad como marino y la capacidad de sus naves y consiguió llevar a San Juan el 13 de noviembre, nueve días antes que la flota inglesa asomara por la costa. En estos días se consiguió organizar una defensa eficaz, colocando las fragatas en puntos clave de la entrada de la bahía, descargando toda la plata, hundiendo el galeón averiado en la bocana y colocando artillería en el punto donde años más tarde se construiría el castillo del Morro.
A los errores de bulto cometidos por Drake, hasta ahora, se añadió uno más. Fondeó su flota demasiado cerca de la costa y al alcance de las baterías españolas. Los oficiales españoles vieron con asombro que los barcos se situaban plácidamente cerca del Morro y se preparaban para pasar la noche. Todavía cometió otro error Drake, pues invitó a cenar a los principales oficiales de su armada a su camarote. Los españoles dejaron a sus enemigos confiarse y festejar por adelantado una victoria que pensaban fácil y empezaron el tiro al blanco cuando cayó la noche. En plena celebración inglesa, varias balas de cañón entraron en la sala de festejos y acabaron con la vida de Hawkins y de varios capitanes ingleses.
Lo que no empezó bien para Drake, no terminó bien para su escuadra, que tuvo que levar anclas el 25 de noviembre, rumbo a su objetivo final, Panamá. Téllez de Guzmán tampoco perdió tiempo, embarcó el tesoro de tres millones de pesos y lo trasladó a la Península, donde informó de la situación, de la composición de la flota enemiga y de sus intenciones. La Corona española había ya iniciado la organización de una flota al mando de don Bernardino de Avellaneda y don Juan Gutiérrez de Garibay y ahora con un objetivo preciso salió desde Lisboa para cazar a los ingleses.
Seria largo de contar todo lo que sucedió, pero baste decir que la defensa local que organizó el capitán general de la región, don Alonso de Sotomayor, con ayuda de los indígenas, fue suficiente para derrotar a las tropas terrestres de Baskerville. Este tuvo que volver a embarcarse, pero lo que quedaba de la flota inglesa estaba falta de agua, comida y leña. El avituallamiento fue difícil y finalmente cargaron agua de dudosa calidad, se declaró una epidemia de disentería y Drake fue víctima de la misma, muriendo el 28 de enero de 1596. Baskerville, como pudo regresó a Inglaterra donde tan solo llegaron 1500 hombres de los 4500 que habían iniciado la campaña.
Las consecuencias de la derrota fueron múltiples y durante mas de cien años, Inglaterra dejó de ser un problema para la América española. Se había demostrado que la tecnología naval española había evolucionado y se había adaptado a la navegación en el Atlántico, siendo capaz de colocar en pocas semanas en América los efectivos necesarios para reforzar a las defensas de los virreinatos. También se demostró que los españoles habían sabido organizar a los indígenas ya que éstos lucharon en Panamá junto a tropas regulares y vecinos armados. Ya no bastaba con conquistar una ciudad inerme, se debía tener los conocimientos suficientes para poder sobrevivir en un medio y climatología que no se parecía en nada a la europea.
Manuel de Francisco Fabre
Expedición de Drake y Hawkins – Wikipedia, la enciclopedia libre