Hoy en día la navegación del rio Amazonas es algo bastante peligroso, sobretodo en sus tramos que atraviesan los Andes, pero aquí estamos hablando de mediados del siglo XVI, sin ninguna tecnología moderna ni ayuda de la medicina actual. Encima es una gesta que se inició con una perspectiva y organización terrestre, nadie había previsto tener que navegar durante meses por un rio que mas parece un estuario por la anchura de su cauce y sin embargo consiguieron llegar.
Todo se inició en 1540, cuando Francisco Pizarro, nombró a su hermano Gonzalo gobernador de la provincia del Norte del Perú, con el especifico encargo de organizar una expedición para explorar el oeste del nuevo territorio. Se trataba de buscar un lugar donde según los indígenas habían extensos bosques del árbol de la canela, especie que se cotizaba en Europa por encima del oro. A finales del mismo año Gonzalo reunió en Cuzco una impresionante expedición formada por más de 170 españoles y 3000 nativos. Francisco de Orellana supo del nuevo proyecto y solicitó adherirse al mismo, cosa que Gonzalo aceptó de buen grado.
Finalmente la expedición salió de Quito con más de 340 soldados españoles, 200 de ellos a caballo, 4000 porteadores y auxiliares indígenas, 2000 llamas cargadas con los pertrechos y 2000 cerdos como parte del avituallamiento. Como después se demostró, semejante ejercito no era muy práctico para lo que después se encontraron.
Al cabo de un año, habían conseguido atravesar los Andes, pero no habían encontrado nada de lo que los guías indígenas decían. No había bosques de canela ni civilizaciones indígenas avanzadas. Tan solo bosques, nativos poco evolucionados y muchas enfermedades desconocidas. Finalmente llegaron a orillas de un caudaloso rio. Era el Coca, que se encuentra en el este del actual Ecuador. Ahí decidieron construir un bergantín, al que llamaron San Pedro, para transportar heridos y suministros y avanzaron rio abajo hasta que encontraron el rio Napo, ellos no lo sabían, pero habían descubierto el principal afluente del Amazonas. Siguieron el curso del nuevo rio, hasta llegar al Curaray, otro de los importantes afluentes del Amazonas y ahí tuvieron que detenerse para analizar la situación.
Habían perdido más de 100 europeos y casi 3000 indígenas porteadores, entre muertos y deserciones y las provisiones se estaban agotando. Corría el 2 de febrero de 1542, había trascurrido más de un año desde la salida de la expedición y parecía evidente que los guías habían mentido descaradamente. De todas formas no rindieron, estaban hechos de otro material que hoy en día ha desaparecido de nuestra Península y decidieron que Orellana embarcara con 50 hombres en el bergantín y partiera rio abajo en busca de algún sitio donde se pudieran encontrar suministros. Era una decisión bastante coherente, ya que dejarse llevar por la corriente del rio era mucho más rápido que seguir a pie el curso del mismo.
Con Orellana, iba un dominico, Gaspard e Carvajal, gracias a cuyo relato conocemos muchos detalles de la odisea vivida.. El primer problema fue la fuerza de la corriente, en los primeros días recorrieron más de 200 km al día y de pronto se dieron cuenta que no les era posible volver atrás. La única solución era enviar a voluntarios para que retrocedieran a pie para informar a Gonzalo Pizarro de la situación, sin embargo los tres que se presentaron voluntarios no se consideraron suficientes para realizar el proyecto, pero tampoco podían esperar a que se estableciera de otra forma el contacto ya que estaban quedándose sin víveres. Tras una votación decidieron, que Francisco de Orellana seria el nuevo líder, pues el mandato de este se acaba ahí y que había que bajar rio abajo, ya que era conocida la desembocadura del Amazonas, gracias a la expedición de Vicente Yáñez Pinzón, en 1500, e imaginaban que aquel rio debía acabar de alguna forma en aquel sitio.
Se lanzaron rio abajo y navegaron una semana a gran velocidad, recorriendo casi 1200 km, pero al encontrar un poblado indígena de mediano tamaño, decidieron detenerse para comerciar y obtener los víveres necesarios y de calidad suficiente una expedición de largo recorrido. Se detuvieron para acondicionar las provisiones y fabricar los clavos necesarios que pensaban utilizar en la construcción de un segundo bergantín un poco más grande que el que ya poseían. La aldea que les ayudaba no disponía de los medios suficientes para ayudarlos y su cacique les indico que rio abajo había otro pueblo de mayores proporciones y capacidades. Orellana les creyó y partieron rio abajo.
El 11 de febrero de 1542, desembocaron en un rio todavía más grande que el que estaban recorriendo. Era el Amazonas y fue la primera vez que unos europeos pusieron sus ojos sobre el curso superior de este rio. Por una vez en toda esta historia, las indicaciones de los indígenas fueron correctas y Orellana y sus hombres, que se creían cerca de la desembocadura dada la magnitud de la corriente, tropezaron con un poblado de dimensiones suficientes como permitirles hacer un nuevo acopio de víveres y detenerse para construir un nuevo bergantín mas solido que el primitivo.
Las relaciones con los indígenas fueron también pacificas y a cambio de algunos artículos que para el líder indígena eran extraordinarias, obtuvieron el permiso para detenerse durante un mes poder poner en marcha su proyecto de construcción naval. Pensaban encontrarse cerca del mar y que después solo les esperaba un duro viaje por mar hasta alcanzar las costas de alguna isla antillana.
En varias cosas se equivocaban. Para empezar el mar no estaba cerca esperándoles y además no iban a encontrar poblaciones indígenas que les acogieran pacíficamente.
Como hemos dicho, el relato del viaje lo conocemos gracias a los escritos de Gaspar de Carvajal y lo que hasta aquí fueron narraciones que se ajustan a lo que hoy conocemos de las orillas del Amazonas, a partir de este momento empiezan a surgir elementos que fueron origen de controversia durante siglos. Primero fue la descripción de un gran asentamiento en cuya plaza se encontraban dos estatuas de leones. Aquí se juega en contra de la zoología, porque en América del Sur no habían leones, aunque podían significar estatuas de animales fieros, el hecho es que hasta hace muy poco tiempo no se han encontrado los restos de las civilizaciones Santarém, que construyeron, urbes de casi 400 hectáreas, con secciones a modo de barrios, donde construían casas ordenadas en hileras sobre montículos para afrontar las frecuentes inundaciones.
Más tarde, en junio de 1542, tuvieron el enfrentamiento con las famosas Amazonas que dieron nombre al caudaloso rio, pero de las que nunca más se ha sabido. Según el relato de Carvajal, nada más desembarcar al arribar a un gran poblado, Orellana y sus hombres fueron atacados por un grupo de guerreras, armadas con arcos y dotadas de una fuerte agresividad. Orellana no se lo pensó dos veces e hizo formar a sus tropas y repeler la agresión con fuego de arcabuz y ballestas. La defensa tuvo éxito y tan solo un español resultó herido en un ojo, este español resultó ser Carvajal, según su propio relato y descripción. En el mismo texto, aseguraba que las Amazonas eran las dirigentes que dominaban un amplio territorio alrededor del rio.
Durante años se puso en duda el relato, pero lo cierto es que cuando años más tarde, Gaspar de Carvajal fue elegido sub prior del convento de San Rosario en Lima, se le describe como tuerto y que como hemos dicho anteriormente, las excavaciones contemporáneas han descubierto unas estructuras, diques, montículos, etc, de una magnitud que no cuadran con los indígenas que hoy conocemos en la zona y que indican que los españoles se tropezaron con los últimos estertores de un imperio amazónico en pleno declive pero que todavía era capaz de organizar grandes grupos humanos. Puede que Carvajal, confundiera a indios barbilampiños y de pelo largo con aguerridas mujeres.
A partir de este momento el escenario cambió pero para peor. Los indígenas eran distintos pero no menos agresivos y encima uno de los bergantines chocó con un tronco de árbol y hubo que detenerse un mes para repararlo, debiendo al mismo momento defenderse de los ataques y la búsqueda y preparación de víveres para el próximo viaje por mar.
El 24 de agosto, después de más de siete meses de viaje por el más caudaloso rio del mundo, Orellana y su equipo lograron vislumbrar el mar.
Pero una cosa era verlo, otra llegar a el y lo más difícil, navegar por mar hacia el primer lugar donde pudieran recibir ayuda. Se detuvieron de nuevo para improvisar los aparejos necesarios para la navegación marina y se lanzaron a cruzar la peligrosa barra que separaba la corriente del rio de la fuerza del Atlántico. No fue hasta el 6 de agosto, que lograron entrar en mar abierto. Sin cartas de navegación ni instrumentos adecuados para la navegación, ni persona capacitada para dirigir una navegación en el Atlántico, decidieron ir hacia las Antillas y el 11 de septiembre desembarcaron en la isla de Cubagua, establecimiento dedicado a la explotación de perlas, que ya se encontraba en plena decadencia en aquella época, pero que tenia los recursos necesarios para ayudarlos.
Desde la Antillas Orellana inició un accidentado regreso a España, adonde llega vía Portugal. En España debe afrontar un juicio contra él, iniciado por un enfurecido Gonzalo Pizarro que pensaba que Orellana le había abandonado en el alto Amazonas por propia voluntad. Pero esta es otra larga historia que tal vez veremos en otra ocasión.
Manuel de Francisco Fabre
Descubrimiento del río Amazonas – Wikipedia, la enciclopedia libre
Francisco de Orellana – Wikipedia, la enciclopedia libre
Francisco de Orellana (1541-42) | Sociedad Geográfica Española (sge.org)