Este es otro de los episodios poco conocidos de nuestra historia. Como es habitual, otros países hubieran puesto un nombre a un barrio entero en la capital del estado, pero aquí yo creo que ni siquiera lo leí en mis libros de texto.
Todo se inicio en 1805, a consecuencia de la batalla de Trafalgar. La derrota de la escuadra franco española, no supuso la destrucción del poderío naval de ambas naciones. Gran parte de los navíos españoles se refugiaron en la Bahía de Cádiz, fuera del alcance de los ingleses y junto a ellos seis navíos de línea franceses, se unieron a los restos de la escuadra española.
La política española de la época era dependiente de la francesa y ello hizo que todos los recursos del arsenal de la Carraca, se utilizaran para reparar y avituallar a los navíos franceses, mientras los españoles quedaron casi abandonados a su suerte. Sin embargo los franceses no estaban en muy buena situación, ya que una flota inglesa al mando del almirante John Child Purvis con doce navíos, bloqueo a los franceses que no se atrevían a salir. Esta situación se prolongo hasta 1808. Inicialmente las relaciones entre ambas formaciones, fueron tirantes aunque no malas, pero en este año, claramente todo el mundo, menos Carlos IV, se dio cuenta que España estaba siendo ocupada por los franceses y el almirante al mando de los navíos franceses, François Étienne de Rosily-Mesros, tomó la decisión de cambiar el fondeadero de los barcos para evitar que los españoles se agruparan
El gobernador de Cádiz, marques Francisco Maria Solano Ortiz de Rozas, había mantenido una posición ambigua durante estos tres años y solo a principios de 1808, ordenó vigilar a las naves francesas con una pequeña flotilla compuesta de embarcaciones de la bahía. Veinte días después de los sucesos del 2 de mayo de Madrid, hubo un motín en Cádiz y el marqués fue asesinado, acusado por la multitud de afrancesado.
Mientras, en Sevilla se había constituido la Junta Suprema de España e Indias, presidida por el antiguo secretario de estado Francisco de Saavedra, quien consiguió que Cádiz reconociera su autoridad y se nombró gobernador de la ciudad al capitán general Tomas de Morla y Pacheco. Este fue reconocido por el almirante Juan Ruiz de Apodaca, que desde la batalla de Trafalgar se encontraba como jefe del resto de la escuadra española derrotada, pero que poco había hecho debido a la falta de órdenes concretas desde el gobierno central. Apodaca, rápidamente entró en acción, separó las naves españolas de las francesas y reunió los medios disponibles a su alcance.
Pero estos eran bastante escasos, los navíos españoles se encontraban faltos de pólvora para servir los cañones y el arsenal de la Carraca, había servido fundamentalmente a los barcos franceses y se encontraba prácticamente vacío. El almirante Purvis, intentó aprovecharse de la situación y se ofreció para entrar en la bahía para apoderarse de los navíos franceses, pero Apodaca, no quería ser responsable de un nuevo Gibraltar y rechazó el ofrecimiento pero consiguió negociar un préstamo de pólvora y municiones.
El 10 de junio se iniciaron las hostilidades, atacando los españoles con lanchas cañoneras, un tipo de embarcaciones, inventadas por el Almirante balear, Antonio Barceló, en cuyo manejo la marina española llegó a ser consumada experta. Los galos consiguieron repeler el ataque, y a los nuestros se les agotó la pólvora y las hostilidades continuaron durante los tres siguientes días, aunque con menor intensidad, ya que la situación de los galos era insostenible y Apodaca no quiso arriesgar vidas humanas en un ataque al abordaje.
Finalmente Rosily, substituyó los pabellones franceses por el pabellón de la marina española, que ya en aquella época, era la insignia rojigualda El botín fue bastante apreciable, ya que se hicieron 3676 prisioneros, parte de los cuales se enrolaron en las fuerzas españoles, 5 navíos de línea, una fragata, 456 cañones, armas individuales, pólvora, y grandes cantidades de municiones.
Con los barcos capturados la flota naval española se componía sobre el papel de 37 navíos y 24 fragatas, y seguía siendo el tercer poder naval del mundo. La decadencia vino con la Guerra de Independencia, donde se dieron todas las prioridades al ejército de tierra y se abandonó la marina. Se desguazaron barcos, se abandonó su mantenimiento y armamento y mandos pasaron a la defensa del territorio. Durante los seis años que duró el conflicto, no se construyó navío alguno en la Península y fuera de ella, solo en Cavite y La Habana, fueron botados dos fragatas una corbeta y tres bergantines.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_la_Poza_de_Santa_Isabel
1898 Poza de santa Isabel, Cádiz