Cabeza de Vaca, su odisea hacia Iguazú (31 enero 1543)

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Hace unos años, con motivo de esta efemérides, escribí un artículo acerca de este personaje. Un personaje cuya vida parece sacada de una película de Hollywood y que sin embargo apenas ha merecido algunas líneas en nuestros libros de texto y me refiero a los libros de texto del siglo XX. En los actuales ni se le menciona.

Alvar Núñez Cabeza de Vaca, tenia un curioso apellido de origen legendario. Según la leyenda en 1212, un pastor llamado Martin Alhaja, ayudó a las tropas de Alfonso VIII, indicándoles un camino que les permitiría atacar por sorpresa a las tropas de los almohades. El camino lo marcó con cráneos de vacas muertas y el rey le otorgó el apellido con esta denominación, como premio y recordatorio de la hazaña.

Casi 300 años mas tarde, uno de los descendientes de la saga, nacía en Jerez de la Frontera, Alvar Núñez. Quedó huérfano tempranamente y como muchos de su clase, intentaron hacer fortuna en la milicia y participó las campañas en Italia, contra Francia. Posteriormente luchó en la batalla de Villalar, a las ordenes de Iñigo Fernández de Velasco y aunque pocos de talles se conocen debió ser bastante eficaz, ya que en 1527 lo encontramos embarcado en Sanlúcar de Barrameda, con el cargo de tesorero y alguacil mayor, en una expedición de conquista y colonización de La Florida.

Dicha expedición estaba en teoría bien organizada y la componían 600 hombres y mujeres transportados en cinco naves. Al mando estaba Pánfilo de Narváez, un controvertido personaje con mucha experiencia en América, experiencia que no tenía Cabeza de Vaca. La expedición fue un desastre, acabando muertos todos los integrantes de la misma, salvo un negro esclavo, Cabeza de Vaca y dos españoles mas, que lograron reunirse en la isla de Galveston y entonces iniciaron un viaje a pie que les llevó desde ahí hasta el oeste del actual estado de Sinaloa al noroeste de Méjico. Más de 2000 kilómetros andando, cosa que les llevó nueve años.

Esta experiencia marcó profundamente a Cabeza de Vaca. No se recorre semejante distancia en medio de diferentes pueblos, con muy distintas lenguas y culturas, sin aprender algo de los indígenas americanos, saber apreciar su manera de vivir y saber manejar el arte de la negociación con pueblos de cultura muy primitiva.

El caso es que cuando volvió a España, todavía le quedaban ganas de nuevas aventuras y consiguió del emperador Carlos V, ser nombrado Segundo Adelantado o sea Gobernador Interino de la Provincia del Rio de La Plata. El titulo podía ser muy rimbombante, pero el hecho es que ni siquiera se conocían bien los limites de dicha provincia, hoy en día corresponden a los estados de Argentina, Uruguay y Paraguay, y se acababa de recibir a una delegación pidiendo auxilio, porque estaban muriendo de hambre. El caso es que en 1540 salió de Cádiz al frente de  dos naos y una carabela, flota a la que añadió otra durante su parada técnica en las islas Canarias. En total unos 400 hombres y 46 caballos.

Durante el viaje tuvieron diversos percances, que al fin le llevaron a desembarcar muy al norte de su destino definitivo. Concretamente en la isla de San Catalina, hoy situada en el estado brasileño de Santa Caterina y a más de 1.200 kilómetros, en línea recta, de su destino final. Nada mas descargar todos los hombres y el equipo, empezaron las tareas de reparar las naves ya que una de ella hacia agua al extremo de tener que bombear continuamente, y de intentar contactar con los españoles que habían fundado Buenos Aires. El problema no era sencillo, ya que si habéis leído bien, se encontraban a 1,200 kilómetros de la provincia española. Es como si desembarcas en Cádiz (España) y te quieres enterar de lo que está pasando en Marsella (Francia), el problema era terriblemente difícil pero aquellos hombres estaban hechos de una pasta distinta a la actual y no se arredraron ante las dificultades.

La experiencia de varios años conviviendo con indígenas en el norte de América, le había dado habilidades para manejar problemas de comunicación entre culturas diferentes. Consiguió detectar a dos misioneros franciscanos que se encontraban perdidos a unos kilómetros, y se enteró que habían serios problemas de organización en la nueva provincia. Entretanto envió una carabela hacia Buenos Aires, pero la nave tuvo que retornar sin poder entrar en el estuario que actualmente se llama Rio de La Plata. Los vientos contrarios y la carencia de pilotos conocedores de la zona, se lo impidieron.

Poco después llegaron en un bote descubierto, ocho hombres que huían de la recién creada provincia. Disensiones internas y la muerte del gobernador oficial Pedro de Mendoza, estaban complicando la operación de colonización. Cabeza de Vaca se había hecho una idea de la situación en el territorio y pensaba que era posible hacer el viaje hacia Buenos Aires, por tierra buscando el rio Uruguay y bajando por él. Simultáneamente, enviaría por mar las naves.

No se sabrá nunca la razón por la cual Cabeza de Vaca decidió dividir la expedición y dentro de su estado mayor se encontró con serios detractores que llegaron posteriormente a denunciarlo ante la corte de Carlos V, pero la jugada le salió bien y ambos grupos lograron finalmente encontrarse pero en Asunción, no en Buenos Aires.

Cabeza de Vaca no se embarcó en el grupo marítimo y dirigió personalmente el terrestre, puede que su experiencia en América del Norte influyó en la decisión, en todo caso es evidente que sabia como manejar los problemas con los indígenas y supo aprovecharse de la ayuda de las tribus pacificas y también supo como premiarlas así como manejó bien los enfrentamientos contra los belicosos.

El caso es que a finales de enero de 1543, tropezó con el rio Iguazú. Decidió construir y comprar canoas suficientes para su gente y equipo con la intención de bajar por el rio. Pero en este momento los indios guaraníes de la zona le avisaron que otra tribu estaba preparando una celada rio abajo. Nuevamente decidió dividir las fuerzas. Embarcó en las canoas una parte de la expedición y otra les siguió a pié. De pronto notó que algo iba mal. La corriente era cada vez mas impetuosa y un ruido sordo se escuchaba rio abajo.

Tal vez hubiera sido más prudente, dar un rodeo y evitar el rugido, porque tal era como lo describe, el caso es que con un pequeño destacamento fue a investigar lo que pasaba.

Y así fue como el primer europeo, el 31 de enero de 1543, se tropezó con el espectáculo de las cataratas de Iguazú, un conjunto de saltos de agua que recibió en 1984 la mención por la UNESCO de “World Heritage Sites”.

Cabeza de Vaca apenas dio importancia al descubrimiento. Tenía otros problemas que resolver, pero dejó constancia de su descubrimiento. El resto de su odisea ocuparía demasiado espacio en esta humilde reseña. Mejor lo dejamos para otro artículo.

Manuel de Francisco Fabre

https://www.viajesalpasado.com/iguazu-el-espejismo-que-deslumbro-a-cabeza-de-vaca-2/

https://eldramadelasindias.blogspot.com/2021/07/1482-cabeza-de-vaca-continuo-su-marcha.html

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3 thoughts on “Cabeza de Vaca, su odisea hacia Iguazú (31 enero 1543)”

  1. Soy asiduo lector de este fantástico y recomendabilísimo blog, y os quiero pedir un favor. No uséis más la palabra «colonia», que España nunca las tuvo. Nuestros territorios de ultramar no eran factorias comerciales destinadas a su explotación como las de las potencias coloniales, ni eran posesiones nuestras; eran España. Como dice Francisco del Arco Proaño, director del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica, Quito no era de España; era España. Es clásico el libro del argentino Ricardo Levene titulado «Las Indias no eran colonias». Aquí en Sevilla tenemos nueve kilómetros de estanterías con la mayor parte de la documentación de la época sobre ultramar, con unos 80 millones de páginas, y la palabreja en cuestión brilla por su ausencia; ni se conocía.
    Un cordial saludo.

    1. totalmente de acuerdo con su comentario, si bien, se menciona la provincia del Rio de la Plata, en varias ocasiones, lo cual revela la consideración que merecen los territorios a los que se refiere el articulo. De otro lado, se ha sustituido el término colonia por provincia, tal como se recoge en la documentación del Archivo de Indias. Muchas gracias y nos esmeraremos en seguir su consejo.

    2. Muy de acuerdo con tu comentario. A pesar que me esfuerzo en no describir como colonias, a las provincias españolas de ultramar, la documentación que manejamos, esta tan sumamente contaminada por la desinformación que a veces nos lleva a cometer estos deslices imperdonables.
      De nuevo, gracias, por tu comentario.

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