Nuestros antepasados fueron los responsables e impulsores de su construcción, pero no fuimos nosotros quien solicitamos el reconocimiento de esta gran obra civil. Fue Méjico quien solicitó la inscripción en el listado de sitios protegidos del patrimonio mundial del “Camino Real de Tierra Adentro” y el 1 de agosto de 2010, la UNESCO aprobó dicha inscripción.
El “Camino Real de Tierra Adentro”, también conocido como “Camino a Santa Fe”, es una obra civil de comunicación que unía la ciudad de Méjico con la de Santa Fe a mas de 2500 km de distancia. En un principio la vía estuvo diseñada para unir la capital con las zonas mineras de Zacatecas, Guanajuato y San Luis Potosí, produciéndose un doble tráfico. Viaje de ida para traer el mercurio de Almadén importado de España necesario para la explotación y plata en el camino de vuelta. Plata que se dirigía a la Corte Española o se utilizaba en el comercio con Filipinas y China.
Posteriormente se colonizaron Arizona, Nuevo Méjico y Tejas, aunque estas provincias siempre fueron económicamente ruinosas para la Corona, ésta decidió mantenerlas para evitar que los indígenas convertidos al cristianismo quedaran inermes ante el expolio y ataque de chichimecas, apaches y comanches que según la nueva ideología romántica, vivían en fraternal simbiosis con la naturaleza, pero en la práctica organizaban periódicos ataques para obtener mujeres y ganado ajenos.
Fue en este contexto que el Camino Real de Tierra Adentro, tomó su fisionomía y propósito que perduró hasta mediados del siglo XIX y fue eje de comunicación e intercambio cultural. El patrimonio reconocido por la UNESCO, está compuesto, no solo por la vía en sí misma, sino también por más de 50 lugares relacionados con el uso del camino. Puentes, haciendas, centros históricos, cementerios, conventos, minas, templos y capillas. Es un reconocimiento a un gigantesco esfuerzo cultural que organizaba un territorio que abarcaba más terreno del que separa Madrid de Berlín, por poner un ejemplo actual.
La decisión de mantener Nuevo Méjico dentro de la Corona supuso la organización de una gigantesca operación logística en forma de caravana que salía cada tres años de la ciudad de Méjico y tardaba seis meses en llegar a Santa Fe. La caravana estaba formada por colonos, comerciantes, oficiales de la Administración, soldados (los famosos Dragones de Cuera), ganado y bienes que las provincias del Norte no producía. Cruzaba comarcas civilizadas, pero también ríos y desiertos inhóspitos. Atravesaba zonas donde la autoridad española era frágil y los ataques de los indígenas eran frecuentes. En un primer tiempo fueron los chichimecas y cuando estos fueron asimilados, aparecieron apaches y comanches.
Más de 200 años antes de que los anglosajones llegaran con sus pistolas Colt de seis tiros y que hemos visto en las películas, los españoles ya organizaban caravanas de carretas con rebaños de ganado vacuno. Con solo carabinas de un solo tiro y de carga por el cañón, lanzas y espadas de doble filo, tenían que organizar la defensa de aquellas carretas, organizando círculos defensivos en los sitios más conflictivos. Todo esto, mucho antes de que llegaran los rifles Winchester automáticos.
Hoy en día Nuevo Méjico es un estado dentro de la EEUU, y puede que no sea casualidad que el sentimiento de pertenecer a una entidad cultural diferente es más acusado aquí que en California, Arizona o Tejas. Sin duda los descendientes de aquellos pioneros que arrostraron las incertidumbres del Camino, mantengan más vivos este espíritu que los habitantes de la Península Ibérica.
Manuel de Francisco Fabre