Cerro de los Ángeles, Sagrado Corazón de Jesús (7 agosto 1936)

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budas en Afganistán

Todos recordamos la destrucción de los magníficos budas en Afganistán por los talibanes, o los destrozos de numerosos magníficos monumentos asirios en Iraq y Siria por los radicales del DAESH.

Nos hemos escandalizado por la gratuita destrucción de elementos históricos por parte del radicalismo y la sinrazón de estos grupos.

Pero poco recordamos del radicalismo y sinrazón en España a lo largo de los años de la II República y de la Guerra Civil, fueron innumerables los templos cristianos destruidos, los monumentos históricos dañados por los grupos radicales en ciudades y pueblos de toda España.

Una destrucción y saqueo igual no se recordaba desde la Guerra de la Independencia, donde las hordas francesas vaciaron y destruyeron todo lo que pillaron tanto en su llegada como en la huida tras las derrotas infringidas por las tropas británicas y españolas. Con ayuda de los aliados ingleses del duque de Wellington.

Una de aquellas destrucciones se produjo un fatídico 7 de agosto de 1936, en una de las localidades más populosas y modernas de la actual Comunidad de Madrid.

En aquel desventurada fecha la ciudad de Getafe, que en la actualidad se autoproclama como Capital de la Aeronáutica de España, se convirtió en la “Capital del Odio y la Destrucción de España”.

Antiguo monumento de 1919

En el municipio de Getafe se eleva el conocido como Cerro de los Ángeles, que a su vez siempre se ha considerado ‘popularmente’ como el Centro Geográfico de la Península Ibérica, por lo que se elegiría en un lejano 1911 como la mejor ubicación para la construcción de un hermoso monumento al Sagrado Corazón de Jesús.

Se construyó dentro de la ola generada por la Consagración de toda la Humanidad al Sagrado Corazón de Jesús por parte del papa León XIII y se inauguraría en 1919 con la consagración al Sagrado Corazón de Jesús de España.

Aniceto Marinas

Se financiaría por aportación personal de muchos españoles, hecho ahora impensable en la ‘España de la subvención actual’, a iniciativa del ayuntamiento de Getafe y del terciario franciscano Ramón García Rodrigo Nocedal. Dándose forma por parte del arquitecto Carlos Maura y el escultor Aniceto Marinas, con la donación de la imagen por parte del Conde de Guaqui, el noble peruano Juan Mariano de Goyeneche.

El que fuese el resultado del deseo del pueblo con las aportaciones de miles de españoles no fue freno para que el odio de los ‘talibanes’ de 1936 pusieran el foco de su odio sobre el monumento. Los prolegómenos de la destrucción del Sagrado Corazón de Jesús empezaron semanas antes del 7 de agosto de 1936 que ahora recordamos.

Los mártires del Cerro de los Ángeles y de los Jóvenes de Acción Católica de la parroquia Sta. Mª Magdalena.

El sábado 18 de julio, por la tarde, se habían dirigido al Cerro de los Ángeles, para hacer su acostumbrada vigilia de adoración nocturna el Santísimo Sacramento, unos treinta congregantes de las Compañías de Obreros de San José y del Sagrado Corazón de Jesús.

Al acabar la santa misa, ya en la madrugada del domingo 19, Fidel de Pablo García, vocal de piedad y de aspirantes de la Acción Católica de la parroquia del Espíritu Santo, de 29 años de edad, se volvió a Madrid, acompañando al sacerdote que la había celebrado, don José María Vegas Pérez, capellán del Monumento al Sagrado Corazón de Jesús, como también lo hizo la mayoría de los congregantes que habían participado en aquella última vela.


«guardia de honor»

Pero cinco de ellos se quedaron ante el monumento, confiando en que la llegada de las tropas iba a ser inminente, y así no se interrumpía una «guardia de honor» al Sagrado Corazón de Jesús. Se trataba de Pedro-Justo Dorado Dellmans, de 31 años; Fidel Barrios Muñoz, de 21 años; Elías Requejo Sorondo, ebanista, de 19 años, de la Juventud Católica de la parroquia del Espíritu Santo; Blas Ciarreta Ibarrondo, de 40 años, casado con Ángela Pardo, con la que se había desplazado a Madrid, procedente de Santurce (Vizcaya), de cuya Guardia Municipal había sido jefe; Vicente de Pablo García, carpintero, de 19 años de edad, de la juventud de Acción Católica de la misma parroquia del Espíritu Santo, de Ventas, hermano del que había acompañado a Madrid al sacerdote. Ellos se quedaron allí, solos, y, tras una inspección de los milicianos en el Cerro, tras el desalojo del monasterio de las Carmelitas Descalzas, se quedaron en las cercanías, acercándose para comer a Las Zorreras, una finca cercana, ya perteneciente al pueblo de Perales del Río.

(…)

alguno de ellos, o todos, fueron de mañana [el 23 de julio] al vecino pueblo de Perales del Río, en cuya taberna desayunaron, haciendo antes sobre los manjares la señal de la cruz, y que, no pasando desapercibida a gentes extrañas esta clara muestra de su catolicidad, puede muy bien decirse que rubricaron con ella la sentencia de su muerte.

Según informes, por haberles visto rezar el Rosario y bendecir la mesa al comer los denunciaron los que habitaban la finca de las Zorreras

(…)

y ésa fue la causa de haber acudido allí los milicianos a asesinarlos.

Se cree que fueron denunciados por el encargado de la finca, llamado Honorato Pérez, pues el día 23 por la mañana, al presentarse unos milicianos de la Marañosa para detener a los «frailes disfrazados» según decían ellos, la mujer y los hijos de Honorato abrazaron con gran entusiasmo a los milicianos.

Se les hizo una ridícula parodia de juicio sumarísimo en el que les hicieron sufrir toda clase de vejaciones, y por último, mirando al Monumento del Cerro de los Ángeles que aún estaba en pie, con el Sagrado Corazón de Jesús que parecía darles su bendición, cayeron bajo el plomo de sus verdugos, y allí quedaron sus cuerpos durante veinticuatro horas.

Se ha afirmado que los cinco obreros, Vicente con ellos, murieron gritando: «¡Viva Cristo Rey! »

Según informes, murieron dando vivas a Cristo Rey a la vez que arrojaban sangre por la boca, lo que contribuyó a incitar más a los verdugos, que fueron al pueblo como energúmenos, y entonces sacaron del templo todas las imágenes, ornamentos, etc. y lo quemaron una hora después, o sea, a las 10 de la mañana del 23 de julio de 1936

(…)

Según informes, uno de ellos quedó muerto en cruz, y en manera alguna pudieron ponerle bien los brazos para meterle en la caja y se dice que tuvieron que romperle los brazos.”

fusilamiento del monumento

Posteriormente, el 28 de julio de 1936, se producirían los ‘fotografiados’ hechos del fusilamiento del monumento por parte de los milicianos.

La ‘cosa’ no quedaría ahí, el objetivo era derribarlo por lo que con más fuerza que cabeza lo seguirían intentando los milicianos republicanos, finalmente el 7 de agosto del 36 el cerebro vendría desde el norte de España por parte de unos dinamiteros asturianos, con destino al minado de las defensas del Alcázar de Toledo, que lograrían derribar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús empleando la dinamita transportada en una serie de camiones.


General Varela

El Cerro de los Ángeles pasaría a denominarse el Cerro Rojo, aunque por poco tiempo ya que el avance de las tropas sublevadas al mando del General Varela avanzaba a marchas forzadas hacia Madrid, tomando Getafe a principios del mes de noviembre no dando tiempo a terminar las fortificaciones iniciadas por parte del General Carlos Masquelet Lacaci.

Los intentos de recuperación se repetirían por parte de tropas republicanas desplazadas desde Albacete, recuperándolos el 19 de enero, éxito militar que se tiraría al traste por las desavenencias entre los generales Miajas y Rojo que se aprovecharían por las fuerzas sublevadas que ya no lo cederían en toda la guerra, siendo un enclave básico para el bombardeo del sur de Madrid.


Fernando Cruz Solís.

En 1944 se iniciaría la construcción de un nuevo monumento, a imagen del destruido en 1936, según el proyecto de los arquitectos Pedro Muguruza y Luis Quijada Martínez. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús y su pedestal fueron de nuevo obra de Aniceto Marinas, y los grupos escultóricos de la base de Fernando Cruz Solís.

El 25 de junio de 1965 fue inaugurado el nuevo monumento, conservándose las ruinas de lo que quedó del anterior monumento en un nuevo emplazamiento en frente de la explanada, incorporando en 1975 un templo subterráneo no existente en el original.

A la fecha de este artículo vuelven a soplar ‘vientos anticristianos’, con la nueva ley de Memoria Democrática se vuelven a perseguir todos aquellos monumentos que encuentran una escusa por parte de los ‘talibanes españoles’. Por el momento se han conformado con eliminar una placa con alusiones al General Franco, pero no se descartan nuevas acciones en las líneas de otros monumentos cristianos emblemáticos como las diferentes cruces, muy especialmente por la Cruz del Valle de los Caídos y todo su complejo artístico y monumental.

Vicente Medina

Fuente: catedraldegetafe.es

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