La historia de España tiene gran cantidad de episodios infravalorados. Uno de estos episodios fue el combate del Cabo Sicie, también conocido como Batalla de Tolon.
En la década de los cuarenta del siglo XVIII, se España se encontraba inmersa en una serie de conflictos armados contra el Reino Unido desde 1740. Fue una de las primeras guerras mundiales, en el sentido de que el escenario no estaba limitado a un solo continente. Las acciones se desarrollaron en varios continentes y en forma de grandes movimientos de tropas y casi siempre con la marina como actor principal, sea directamente o sea como vehículo para garantizar la logística y el transporte de tropas.
En el contexto mundial, las cosas no habían ido demasiado bien a los británicos. En América, el Imperio Español se había mantenido a la defensiva, basando su estrategia en construcciones militares estudiadas, diseñadas y construidas, con gran sentido estratégico, pero pobremente dotadas en cuanto a medios humanos y militares. La idea era que estas construcciones, debían resistir, hasta la llegada de refuerzos y contando con el desgaste sanitario que el clima tropical provocada en las tropas europeas.
La estrategia había funcionado bastante bien. El británico Vernon, tras unos costosos éxitos iniciales en Caracas y Puerto Cabello, era batido en Cartagena de Indias en el año 1941, tras una operación de gran estilo y de costo astronómico. Un año antes, el Comodoro Anson, había organizado una expedición contra las posesiones en el Pacifico Sur de América. Sin embargo la pésima organización dejó el proyecto de cinco navíos de guerra un barco de apoyo y dos cargueros, en un calvario de naufragios y calamidades. Finalmente el único buque sobreviviente, quedo como un vulgar pirata, perseguido por los barcos de guerra chinos mientras buscaba al mítico galeón de Manila. En esto tuvo suerte y logro hacerse con la presa, sin embargo no tuvo ningún impacto en el conjunto de las hostilidades.
En el Mediterráneo, las cosas les iban mejor a los británicos. Apoyados por sus bases de Gibraltar y Mahón, habían desplegado una fuerza naval considerable formada por treinta navíos de línea, cuando España apenas contaba con una veintena. En 1742, la escuadra británica estaba fondeada en las islas Hieres y desde allí había bloqueado a los doce navíos al mando de Juan Jose Navarro, incendiado en Saint Tropez una escuadra española compuesta por cinco galeras, bloqueado Nápoles y amenazado a su Rey para evitar que interviniera en la guerra, bombardeado Palamós y Mataró. Finalmente, y lo que era mas grave, se hizo con un convoy de tartanas y otros buques menores, que trataban de abastecer a las tropas españolas en Italia.
Por el segundo Pacto de Familia, Francia era aliada nuestra, pero no estaba en guerra con el Reino Unido. El tratado especificaba que Francia debía ayudar a España solo en caso de que fuera atacada directamente. Por tanto todo el truco consistía en provocar un ataque a un navio español, cerca de otro francés que estuviera pronto a ayudarle. Se formo una escuadra en Tolon, formada por 17 navios de línea franceses al mando del almirante Claude-Élisée de Court de La Bruyère, y por 12 españoles bajo el mando de Juan Jose Navarro, también conocido por sus actividades científicas.
No nos vamos a extender en la descripción de la batalla, pero baste decir que finalmente, los buques franceses no entraron en acción más que al final de la misma y todo el peso del combate cayó sobre los 12 navíos de Navarro que tuvieron que habérselas contra los 30 del almirante Thomas Mathews. A pesar de la diferencia de fuerzas, fueron los británicos quienes se tuvieron que retirar y volver hacia Mahón para reparar las naves dañadas.
El resultado de la batalla fue muy controvertido en toda Europa, pero lo cierto es que el Almirante Mathews fue procesado al volver a Inglaterra y se le declaró inhábil para cualquier mando. No ocurrió lo mismo en el lado español.
De hecho, como consecuencia de la batalla, la navegación en el Mediterráneo quedó libre para nuestros barcos, pudiéndose abastecer a las tropas españolas en Italia, sin problemas.
Manuel de Francisco Fabre