Una de las herencias que los españoles hemos dejado en África, ha sido la tradición de publicación de ediciones periódicas. Léase, periódicos o gacetas de información. Hoy nos puede parecer imposible, pero las publicaciones periódicas en África eran bastante escasas en el siglo XIX y todas ligadas a las potencias europeas. Se cita como primer ejemplo el “Cape Town Gazette”, un periódico bilingüe afrikaans e inglés que se imprimió por primera vez en 1800 en Ciudad del Cabo. Sin embargo, en el ámbito de tradición musulmana, solo había una publicación en Ceuta, también bajo el auspicio español. El 1 de mayo de 1860, con Pedro Antonio de Alarcón al frente de la edición se lanzó “El Eco de Tetuán”
Pedro Antonio era uno de los intelectuales españoles del siglo XIX que se comprometieron en la política de su tiempo. Nacido el 1833 en Guadix (Granada), empezó a escribir muy pronto. Instalado en Cádiz, allí empezó a publicar artículos, poemas, ensayos y narraciones e incluso fundó un semanario, “El Eco de Occidente”.
Pedro Antonio era sumamente vehemente y se posicionó primero como liberal y contrario a la reina Isabel II. En 1854, se involucró activamente en la revolución popular conocida como La Vicalvarada y poco después fundó una publicación burlesca llamada “El Látigo” desde la cual atacaba directamente a la Reina. El también escritor, Heriberto Garcia de Quevedo, le retó a un duelo en defensa del dudoso honor de la Reina que Pedro Antonio aceptó y casi le cuesta la vida. Prácticamente se salvó por clemencia de su oponente.
Pero cuando realmente consiguió fama nacional fue cuando participó como corresponsal de guerra en la contienda de 1859 contra el Sultán de Marruecos. Sus notas fueron recopiladas en un libro, el “Diario de un testigo de la guerra de África” donde con un estilo ágil y realista, describía el día a día de la vida de los soldados. El libro fue un gran éxito de crítica y público. Sus ventas le aportaron unos beneficios que le permitieron estabilizar su vida.
El rápido final de la guerra fue presentado por el gobierno como una gran victoria, pero las consecuencias prácticas fueron más pequeñas de lo que marcaba la propaganda oficial. Alarcón fue uno de los intelectuales que supieron ver más allá de lo que publicaban los periódicos en la Península. Se mezcló con la población marroquí, sometida a un Sultanato de costumbres medievales y se interesó por sus problemas, carencias y quejas. Poseedor de información de primera mano, se involucró en la redacción de un periódico local, “El Eco de Tetuán”, del cual solo publicó un número, pero que fue el precursor de “El Noticiero de Tetuán” que llegó a alcanzar la tirada de 89 números. Cifra muy respetable en aquellos tiempos.
Su labor dejó huella. Los marroquíes aprendieron de su ejemplo y fueron varios los periódicos que salieron siguiendo su huella, casi siempre en inglés o francés, pero algunos también en árabe que defendían las ideas independentistas de su tierra.
En resumen “El Eco de Tetuán” fue un ejemplo para los nativos de aquellas tierras. Sus gentes aprendieron que la información puede manejarse de otra forma que no fueran las comunicaciones oficiales del Sultanato. Las hojas de esta publicación fueron ejemplo para un pueblo que se encontraba adormecido tras siglos de tradiciones medievales.
Manuel de Francisco Fabre
«El Eco de Tetuán», un periódico nacido de una guerra – VigoÉ (vigoe.es)
El Rincón de Sidi Ifni – Cuando España introdujo el periodismo en Marruecos a través de ‘El Eco de Tetuán’ (sidi-ifni.com)
Pedro Antonio de Alarcón – Wikipedia, la enciclopedia libre