Fallece Francisco de Longa (21 diciembre 1831)

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El fallecimiento de Francisco de Longa Anchía el 21 de diciembre de 1831 en Valencia, cierra el ciclo vital de un personaje que, poco conocido, es, sin embargo, un ejemplo de las consecuencias de la Guerra de Independencia contra Napoleón.

El protagonista de nuestra reseña nació como Francisco Tomás Anchía y Urquiza. Vio la luz en el caserío de Longa, situado en Mallavia, Vizcaya. Debido a su trayectoria personal, se antepuso a su apellido paterno la ubicación de su pueblo natal y así ha pasado a la historia.

Sus orígenes son humildes y si no llega a ser por la invasión napoleónica, probablemente hubiera muerto en el más completo anonimato como herrero en La Puebla de Arganzón (Burgos), donde había conseguido casarse con la hija del dueño de la herrería y hacerse con el negocio de su suegro. Sin embargo la invasión francesa, que cambió muchas cosas en España, revolucionó totalmente su vida.

No sabemos qué ocurrió a partir del 2 de mayo de 1808, pero debió suceder algo que trastornó la vida de Francisco. A la sazón era el propietario de una herrería con 27 trabajadores a su cargo, estaba casado y por tanto tenía un buen ritmo de vida y además dentro de un negocio que debía ser bastante rentable, ya que producía bienes que eran demandados por los bandos contendientes, pero a pesar de ello, en agosto de 1809, ofreció a sus trabajadores 100 reales de vellon, o sea entre 3.000 y 4.000 euros, a todo el que matase a un francés, le robara el fusil y se lo entregara.

Tuvo mucho éxito su propuesta ya que en menos de un mes, consiguió 17 fusiles, o sea que se gastó no menos que 51.000 euros actuales. Ya había puesto en funcionamiento su herrería para fabricar sables, puñales y cuchillos que le permitieron equipar a una pequeña banda a sus órdenes y se lanzó al hostigamiento de las tropas francesas con el objetivo básico de interceptar correos aislados y después pequeños destacamentos, con el ánimo de obtener armas y municiones, pero rápidamente se dio cuenta que al interceptar correo podía también obtener información de las intenciones de los franceses lo que acabó haciendo su actividad doblemente productiva.

Una buena gestión de los recursos económicos obtenidos, conseguir controlar los beneficios de la explotación de las salinas de Poza de la Sal y un verdadero genio militar hizo que rápidamente su nombre tuviera resonancia dentro de la resistencia española y, en 1811, se integrara en las acciones que Mariano Renovales y Juan Diaz Porlier organizan en Cantabria y Vizcaya. En este momento ya dejaba de ser una más de las guerrillas que actuaban en el territorio español y formaba parte de las tropas regulares. Finalmente, en 1813 se integra en el VII Ejercito y combate en Sanguesa y en la batalla de Vitoria, a consecuencia de sus contribuciones en dicha batalla fue ascendido a brigadier y recibía un sable de honor de manos de Wellington. En cuatro años había pasado de herrero acomodado y felizmente casado, esperamos, a brigadier al mando de tropas regulares. No está mal.

Y llegó la paz. Francisco no estaba hecho para la vida civil por muy cómoda que fuera esta y continuó su carrera militar. Fernando VII no olvidó sus acciones y Francisco le fue siempre fiel, esto le valió la prisión durante el trienio liberal.

En 1825, Fernando VII le  ascendió a teniente general y le nombró capitán general de Castilla la Vieja. Aquí empieza otro episodio oscuro de su vida. En Portugal, se desató la sublevación del infante Miguel contra el Gobierno liberal de su sobrina Maria Gloria. Fernado VII ordenó a Francisco apoyar el movimiento absolutista y este accedió de buen grado, con armas y recursos, sin embargo cuando la rebelión fracasó, Fernando VII cedió a las presiones de Inglaterra y Francia y ordenó el procesamiento de Francisco, que se encontró entre rejas por haber seguido las ordenes reales. Finalmente, en otro acto característico del rey, se cerró el procedimiento y se le nombró Capitán General de Valencia y Murcia en 1827

En 1829 fue condecorado con la Gran Cruz y Banda de la Real Orden de San Fernando. Falleció dos años mas tardes.

Hasta aquí todo parece una trayectoria impecable de un hombre que supo transformarse de herrero a militar de éxito y patriota, sin embargo hay quienes no opinan de la misma forma. Los ataques a su persona ya empezaron cuando fue Juez de Contrabando en Bilbao entre 1816 y 1819. Las autoridades guipuzcoanas lo consideraron un advenedizo que no tenía nada que ver en su coto cerrado. Se le acusó de administración rapaz y se llegaron a entresacar episodios reflejados en su expediente militar. Las autoridades alavesas le acusaron de injurias y las guipuzcoanas de menosprecio. Por expreso deseo de Fernando VII, la causa contra él fue sobreseía.

Posteriormente, cuando ejercía el cargo de Capitán General de Valencia, embargó los buques San Miguel, Nuestra Señora del Carmen, Estrella del Norte y Amalia que pertenecían a súbditos británicos. Ello hizo que actuara la diplomacia inglesa y que el ministro Francisco Tadeo Calomarde, a la sazón en el gobierno de Fernando VII, recibiera un extenso memorándum en el cual atacaban a Francisco, aunque nunca nombraran a los propietarios perjudicados.

El caso es que de nuevo por acción directo de Fernando VII, el memorándum fue adjuntado al expediente militar de Francisco pero éste nunca fue juzgado.

Como vemos, incluso en un cercano siglo XIX, y con profusa documentación, es difícil saber qué sucedió y cuál era la verdadera personalidad de Francisco de Longa. Solo podemos afirmar que fue una persona que supo traspasar un techo de cristal e introducirse en las mas altas esferas militares, sin ninguna experiencia previa ni familiar. También podemos afirmar que la España del siglo XIX se empezaba a parecer demasiado a la actual que nos ha tocado vivir en el siglo XXi, donde la mentira es premiada y donde todo vale para conservar el trozo de poder que nos puede haber tocado, que no merecido.

Manuel de Francisco Fabre

https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_de_Longa_y_Anch%C3%ADa

https://dbe.rah.es/biografias/26718/francisco-tomas-anchia-y-urquiza

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