El 2 de mayo de 1808, en el Parque de Monteleón de Madrid un grupo de oficiales se afana en poner en orden de fuego a la exigua artillería que los franceses han dejado en manos de los españoles. Entre ellos se encuentra Juan Van Halen y Sartí. Casi todos habremos oído hablar de Daoiz y Velarde, los jefes que liderarían la resistencia, pero pocos conocen que otros oficiales se jugaron el todo por el todo en esta acción y que lograron salir con vida. Uno de ellos fue Juan Van Halen.
Van Halen fue todo menos un personaje típico. Militar de profesión, su abuelo había llegado a España huyendo de su Weert natal, en lo que hoy es la provincia de Amberes de Bélgica, o sea en la parte dominada por los neerlandeses y de culto protestante. Ahí los católicos no eran bien vistos y muchos partieron al exilio, en este caso al sur de España. No parece que los protestantes fueran tan tolerantes como los enemigos del catolicismo quieren hacernos creer ahora. Él nació en San Fernando (Cádiz) en 1788 y a los catorce años ingresó en la escuela de guardiamarinas.
El 2 de mayo le sorprendió en Madrid. Había tenido una carrera meteórica y ostentaba el empleo de alférez de fragata y estaba a las ordenes del ingeniero general de Marina. Sin esperar ordenes de sus superiores o más bien contraviniendo sus indicaciones, organizó un grupo de paisanos del barrio de Lavapiés, y con su amigo el también alférez de fragata José Heceta marchó al Parque de Monteleón donde se puso a las ordenes del capitán Daoiz. El resultado todos lo conocemos, el Parque fue tomado al asalto y resultaron muertos tanto Daoiz como Velarde. Van Halen tuvo más suerte, herido de gravedad consiguió escapar y refugiarse en una casa de unos amigos y curado de sus heridas
A partir de aquí empezó una vida todavía más rocambolesca si cabe.
Escapó de Madrid perseguido por las autoridades francesas y consiguió unirse a las tropas regulares que se encontraban bajo mando inglesas del general Blake. Pasó a Ferrol donde se le dio el mando del cañonero Estrago. La defensa de la ciudad no se pudo prolongar mucho tiempo después de la partida de las tropas inglesas y se iniciaron los parlamentos para formalizar las condiciones de la rendición. A pesar del alto el fuego, Van Halen continuó hostigando a las tropas francesas y cuando se rindió la guarnición española, Van Halen estuvo a punto de ser fusilado por este hecho. Fue perdonado in extremis y enviado a Madrid por las autoridades españolas para ponerlo al servicio directo de José Bonaparte.
Era evidentemente un destino diseñado para mantenerle alejado de los campos de batalla y a las órdenes de las nuevas autoridades, o sea, era un “afrancesado”. No discutió su destino pero se las ingenió para continuar su guerra de una forma un tanto atípica. Desde que llegó a Madrid no hizo otra cosa que batirse en duelo con oficiales franceses por el mas minio pretexto. Fuera que buscaba la muerte o que deseara eliminar los adversarios de los españoles el caso es que en un encuentro con el coronel Montleger, célebre espadachín, la fortuna le fue adversa y resultó gravemente herido. A partir de ahí, José Bonaparte lo alejó de Madrid y le envió a diversas comisiones en el extranjero. Finalmente acabó integrado en la “Grande Armée” como oficial de caballería en diversas acciones siempre luchando contra los prusianos.
Se encontraba en este destino cuando fue contactado por agentes españoles adictos al antiguo régimen, informándole del Decreto de Regencia, según el cual se llamaba a su seno a los militares españoles que hubieran estado comprometidos bajo palabra con los franceses. Van Halen se adhirió en secreto al Decreto y consiguió ser destinado e Barcelona, desde donde en 1814, mediante una operación de espionaje y suplantación de identidad, consiguió que los franceses abandonaran las plazas de Peñíscola, Murviedro, Lérida, Mequinenza y Monzón. Dicha acción llevó a las Cortes de Cádiz a darle su reconocimiento formal. Fue promovido a capitán de caballería.
La llegada de Fernando VII cambió la situación política y empezaron las persecuciones de liberales y afrancesados. Van Halen personalmente vio a algunos de sus amigos encarcelados por sus ideas liberales y empezó a filtrear con dichas ideas. En 1815, cuando había sido enviado a Jaén junto a su regimiento de Cazadores, fue detenido. Una Real Orden ordenaba su fusilamiento inminente y a punto estuvo de serlo cuando se descubrió que la orden era falsa. El rey no solo confirmó la inexistencia de dicha orden sino que le otorgó el grado de teniente coronel, pero nunca inició una investigación para conocer al autor de la falsificación.
Fue destinado a Granada y allí empezó otra fase de su vida, tomó contacto con la masonería con la que llegó a colaboran activamente promoviendo la vuelta a la Constitución de 1812. Nuevamente detenido fue encarcelado en un calabozo del Santo Oficio en Murcia.
En 1818 consiguió evadirse de los calabozos y se trasladó a Londres. No tenía un céntimo pero tenía fama de buen militar lo que hizo que se interesaran por sus servicios diversos independentistas americanos, pero él siempre se negó a luchar contra sus compatriotas. Él era militar por vocación y solo en este elemento se encontraba a gusto y buscó recomendaciones para incorporarse al ejército ruso. Atravesó toda Europa y consiguió incorporarse al Estado Mayor de Yermolov en Georgia. No nos vamos a entretener en contar todas las acciones, pero consiguió la Cruz de la Orden de San Jorge y la Cruz de la Orden de San Vladimiro y le fue concedida la nobleza hereditaria del Imperio Ruso.
En 1820, se entera del Pronunciamiento de Riego y decide volver a España, donde los liberales le dan destino en el Ejercito Constitucional de Cataluña, donde de nuevo se distingue en el campo de batalla y recibe la Cruz de la Orden Militar de San Fernando. Pero los gobiernos europeos no están de acuerdo con una España liberal y envían a los Cien mil Hijos de San Luis que derrota al ejército constitucional. Van Halen no quiere rendir su espada a Fernando VII ni colaborar con el régimen absolutista y decide trasladarse a Cuba, donde cambia de oficio y se dedica a la agricultura, encabezando una plantación de café, tiene éxito comercial pero teme el acoso de las autoridades dependientes de Fernando VII y decide trasladarse en 1824 a Estados Unidos, donde se gana la vida dando clases de español.
Van Halen, como hemos dicho tenia ascendientes belgas y familiares en este país que en aquella época no era más que una provincia dependiente de Holanda. Llamado por uno de sus familiares en Lieja contacta con círculos masones y de nuevo cambia de actividad dedicándose a escribir sus memorias que rápidamente tienen un gran éxito y le dan una aureola de “mártir de la libertad”. En 1830 cuando estalla la sublevación de los belgas contra los holandeses, el Gobierno Provisional instalado en Bruselas le encarga la organización de los voluntarios y transformarlos en un verdadero ejército eficaz. Lo consigue en tiempo record y consigue expulsar a los holandeses en apenas unos días. En agradecimiento se le concede la nacionalidad belga y cuando Leopoldo I fue proclamado rey le concedió la Cruz de Hierro, la Orden de Leopoldo y fue nombrado gobernador de Brabante Meridional.
Van Halen se consideraba español y a pesar de su confortable situación en Bélgica en 1835 regresó a España con el humilde empleo de teniente coronel. Se le ascendió rápidamente a coronel pero tras los sucesos de La Granja en 1836, fue degradado por liberal. No aguantó la situación y volvió a Bélgica.
Pero el terruño llamaba y en 1838 volvió y obtuvo el mando de brigadier de caballería y se le envió a Cataluña para luchar contra el ejército carlista de Cabrera. Participó en diversas acciones y se le ascendió a mariscal de campo. Acabó siendo responsable de la Comandancia General de Tarragona y Lérida.
Cuando el general Espartero perdió el poder, Van Halen cayó en desgracia. En 1843, dimitió de sus mandos militares y quedó en situación de cuartel. Sucesivas Reales órdenes le mantuvieron en la obligación de residir en lugares que no fueran capitales ni plazas militares.
El 8 de noviembre de 1864, falleció en Cádiz a los 76 años de edad, Juan Van Halen Sarti, un personaje que podría ser figura central de alguna de las novelas de aventuras de Pio Baroja. Combatió como general en cinco ejércitos diferentes sin ser traidor a ninguno y lo que es cierto es que nunca fue traidor a su patria.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Van_Halen_y_Sart%C3%AD
Juan Van Halen y Sarti | Real Academia de la Historia (rah.es)
Van Halen y Sarti, Juan Manuel Biografia – Todoavante.es
Excesivamente generoso con este masón y asesino.
La historia, es historia.
Me parece muy interesante tu artículo y bastante completo. Seguire los siguientes!
Agradecido por el recuerdo a mi tatarabuelo. Seguiré su interesante blog,
Una indicación: el retrato que aparece como de Juan Van Halen y Sarti no es el suyo sino el de su hermano menor, Antonio, conde de Peracamps, también general y en el mismo tiempo que su hermano Juan.
Juan Van Halen y Acedo
Muy agradecido por tu comentario.
Arreglaremos el problema del retrato.
¿Tienes algún otro comentario a mi articulo?
Será un placer corregirlo con tus aportaciones.